—La taza de té se hizo añicos bajo los pies de Lance y el agua salpicó.
Lance miró hacia abajo el brazalete en el suelo y luego la contusión en la frente de Yvette.
Coincidían.
Sus ojos estaban fríos cuando ordenó a los guardaespaldas —Ve y comunica a mis abuelos que Veronica está sufriendo de demencia y no nos reconoce. Tiene que ser enviada al sanatorio hoy mismo.
—¡Cómo te atreves! —gritó Veronica.
Era ocho años menor que el padre de Tanya, y ahora estaba solo en sus primeros sesentas. Era tiempo de disfrutar su vida, pero este bastardo en realidad quería encerrarla.
Él era un extraño. ¿Qué derecho tenía él de tomar decisiones por su familia?
Veronica estalló —Solo le estoy enseñando una lección a tu grosera esposa. Ella rompió el jarrón y no respetó a sus mayores. ¿No puedo hacer eso?
Lance soltó una carcajada.