—¡Boom!
Yvette escuchó un ruido sordo y fuerte detrás de ella.
Yvette se volvió hacia atrás con hesitación.
Lance yacía en el suelo, inmóvil.
El corazón de Yvette se saltó un latido.
Ella miró sus manos. No había forma de que pudiera ser tan fuerte.
Obviamente, huir sería la opción más sabia por ahora.
Sin embargo, finalmente, la sensatez se impuso. Yvette se acercó rápidamente a Lance.
Su rostro guapo estaba ahora pálido y enfermizo, y tenía gotas de sudor en la frente.
Ella lo empujó ligeramente. —Lance... Lance...
Él no reaccionó.
Yvette estaba completamente desconcertada. Las lágrimas rodaron por su rostro mientras alcanzaba a acariciar su rostro. —Lance, ¿qué te pasa? Despierta. Me estás asustando...
Ella se agachó e intentó ayudarlo a levantarse. Sin embargo, sintió algo pegajoso en la parte posterior de su cuello.
El olor a sangre se hacía más intenso. Extendió la mano.
¡Sus manos blancas se tiñeron de rojo con la sangre!
La sangre... Fue por ese palo...