—¡Kyelle! —la llamó—. ¡Espera!
Ella se giró, sorprendida, pero sonrió al verlo trotando para alcanzarla y caminar a su lado. —¿Qué pasa, Lhars? —preguntó con facilidad.
Siempre había sido fácil para él tratar con ella, incluso en lo peor de sus conflictos con Zev, Kyelle siempre había permanecido como amiga. Aunque tenía la incómoda costumbre de intentar que ambos se vieran el uno al otro de manera diferente.
Y él había tenido que evitarla cada vez que su aroma comenzaba a impregnarse en su deseo por su hermano. Era simplemente demasiado doloroso.
Pero no había nada de eso ahora. Los ojos de Kyelle estaban en el bosque al otro lado del claro.
—¿Puedo hablar contigo? Puede que tome unos minutos —dijo él, su voz demasiado tensa. Ella iba a notarlo. Pero esperaba poder disimularlo como tensión por Sasha y Zev.