Remia, Isla Rem, Hospital Central - 27 de Abril - Año 497
La noche caía y dejaba paso a la madrugada de primavera. La suave brisa golpeaba en la ventana y se colaba por algunos agujeros que esta tenía entre las puertas.
El llanto de un bebé que se había estado escuchando por horas se había calmado. Dentro de la habitación de hospital se oía el canto de una madre que hamacaba a su hijo en sus brazos. Un niño hermoso, piel pálida y suave, un poco de cabello que apenas se veía, castaño claro como el de su madre y unos casi cerrados ojos verdes, como esmeraldas... También igual a los de su madre.
Con suavidad y ternura ella acariciaba el rostro de su hijo. La emoción seguía dentro de ella después de horas. Él había nacido en la tarde, y era la madrugada, pero en todo ese lapso los médicos habían estado con él, examinándolo y viendo que hubiera nacido sano y salvo. Y así fue. También en todo ese lapso el bebé no dejó de llorar... Hasta que con su madre volvió.
Esa sonrisa en el rostro de la chica no se borraba, no podía creer que lo tenía en sus brazos. Ella era madre, tenía a su bebe en brazos, su sangre, su unión, su familia... Ya no estaría sola otra vez. Y él tampoco.
—Debes descansar Clio... No has dormido desde anoche que vinimos al hospital... Puedes dejarlo en la cuna, yo estaré aquí para cuidarlo.
La habitación había estado en silencio hasta que una fuerte voz retumbó en ella. Era su esposo.
Alto, esbelto y de un firme semblante. Ella lo veía guapo, así como todas las chicas del reino. Tenía facciones delgadas y delicadas oculta detrás de su mediano y desordenado cabello negro como ébano, con algunos mechones grises, eran así por naturaleza. Sus rasgados ojos color plata parecían ocultar una eternidad al mirar dentro de ellos, jamás se apagaban, pero eran igual de fríos que su persona.
De igual manera, aunque tuviera una personalidad solitaria y arrogante, Clio amaba a Rygal... El príncipe heredero al trono de Remia. El padre de su hijo. Él era joven, tenía veinte años, ella diecinueve. Sus familias realmente se habían opuesto a su matrimonio al principio, y aún más cuando llegó la noticia del embarazo. Pero Rygal era un ser terco, no le gustaba ni permitía que decidieran sobre él... Por esa razón siguió adelante con ella. Sin importarle lo que un reino entero tuviera para decir.
—No puedo despegarme de él, Rygal... Déjame estar a su lado un rato más —pidió Clio apretando a su hijo en sus brazos. Era tan pequeño y tan sensible que sintió que debía estar con ella para siempre.
—Lo comprendo Clio, pero tu salud también importa, y para que lo puedas cuidar en condiciones óptimas debes descansar bien... No lo digo para separarte de él, lo digo por ti... Ambos me importan de igual manera. —Rygal se acercó a ellos y se sentó al lado de la cama, acarició el cabello de su esposa y besó su frente—. Esto apenas es el comienzo de la familia que formaremos mi amor —aseguró apretando su mano. Clio sonrió e inclinó su cabeza hasta apoyarla en la de Rygal.
Clio era una chica hermosa... Resaltaban sus grandes y brillantes ojos verdes heredados de su madre. Largo cabello levemente ondulado que llegaba hasta la mitad de su espalda, color castaño claro. Su piel era como la de su hijo, suave y pálida, casi delicada, tal como su rostro de muñeca y facciones finas resaltando sus pequeños labios y nariz. Irradiaba alegría, su figura contagiaba luz, ella era un ángel en la tierra. Y eso Rygal lo sabía más que nadie. Cuando se enamoró de ella, nunca imaginó todo lo que Clio le haría sentir. Incluso con tanta oscuridad dentro de él.
—¿Lo has pensado? —preguntó Rygal en voz baja. Clio lo miró confundida.
—¿Qué?
—Su nombre... ¿Has pensado alguno para él?
—No... Creí que tú ya lo habías hecho. —Miró a su hijo quien dormía plácidamente—. Siento que aunque piense mil nombres ninguno será digno de él... Solamente verlo en mis brazos me hace darme cuenta de eso. —Sonrió.
El pequeño rostro de su hijo escondido entre sus brazos de la nada se vio iluminado por una sonrisa. Respondiendo inconscientemente el halago de su madre. Otra vez la emoción recorrió de un lado al otro el cuerpo de Clio. Ella no podía dejar de estar tan feliz.
—He pensado algunos... Quiero que su nombre sea en idioma indyl... Son nuestras raíces después de todo —explicó Rygal.
—¿Cómo todos los de tu familia?
—Así es.
—Supongo que no los has pensado por alguna razón al azar... ¿No es así Rygal Di Rem? —preguntó ella riendo.
—No... ¿Quieres que te los diga y también su significado en indyl?
—Por favor —asintió Clio.
—Bien... Vamos por el primero; Ryux, significa «Rayo de luz»; Rodryck, significa «Aquel guerrero inmortal»; Y por último está Rhys, que significa «El rey que se eleva por encima de todo» —expuso él.
Clio escuchó con atención. Y sus ojos comenzaron a brillar cuando entraron por su oído las palabras que la hicieron decidir.
—Ese —señaló, interrumpiendo a su esposo.
—¿Cuál? Dije tres.
—El ultimo... «El rey que se eleva por encima de todo»... Mas que un significado lo veo como un presagio.
—¿Quieres que nuestro hijo sea un rey? —preguntó Rygal con insinuación.
—No es algo que yo vaya a decidir Rygal... Tú eres el heredero al trono, por lógica tu primogénito también debería serlo... Y si él algún día va a ser rey quisiera que sea el mejor rey de todos.
—Eso espero Clio... Se siente extraño que ni siquiera podamos decidir sobre nuestro destino, pero si este es el mandato del cielo se nos ha dado no podemos hacer nada más que cumplirlo —Rygal disminuyó el tono de su voz a medida que hablaba. Clio lo miraba con armonía. Ella comprendía a lo que él se refería, y aunque se sentía emocionada por la forma en la cual se pudiera ver a su hijo en el futuro, a su vez sentía una extraña tristeza sobre este mismo. Él nunca tendría el poder de decidir sobre su vida, y eso la angustiaba—. Ven... Déjame cargarlo, lo llevaré a su cuna, como dije antes, debes descansar. —Él se puso de pie y estiró sus brazos esperando que Clio le alcanzara el bebé.
—Bien... Ten cuidado. —Clio levantó sus brazos y lo dejó en cuidado de su padre.
—Descansa cariño. —Le dio un último beso en la frente a su esposa y se dirigió hasta la otra esquina de la habitación, donde se encontraba la cuna. Bajó la mirada y la situó sobre su pequeño hijo, al cual todavía sostenía en sus brazos—. Así que tú serás mi heredero, Rhys. —Sonrió al dejarlo dentro de la cuna—. El rey que se elevará por encima de todo seguirá mi legado... No me decepciones hijo mío —advirtió cubriéndolo con una manta. En ese momento su sonrisa se apagó.
Se dirigió hacia Clio otra vez y ella ya había caído en un sueño profundo. Su corazón se encogió cuando divisó su hermoso rostro. Él se había enamorado de ella porque ambos habían sufrido en sus vidas, fue la única liberación que encontró cuando ya no quería seguir pensando en su día a día, ella lo sacaba de ese lugar y lo hacía pasar extraordinarios momentos alejados de todo. Únicamente ellos dos, juntos, pero tan solos al mismo tiempo. Clio era su distracción a la violencia de su padre y al sufrimiento de su madre. Clio era esa realidad en la que él había deseado vivir. Pero aunque ella significara un mundo para él... Llegó demasiado tarde, y no pudo salvarlo de sus propios demonios internos. Los cuales lo terminaron consumiendo.
—Lo siento por lo que sucederá Clio, cuando tú te enteres de todo ya no volverás a verme como me has visto desde que nuestra relación se formó... Pero quiero que nunca olvides lo que significaste para mí, quiero que sepas que siempre fuiste lo más importante de mi vida... Incluso más que mamá.
Sólo siguió el silencio. Apagó la lámpara de la habitación y con su esposa e hijo descansando se alejó de ellos hasta parar en la puerta. Dio una última mirada.
—No permitiré que se conviertan en mi debilidad —aseguró girando el picaporte y saliendo de la habitación en seguida.
Ni un sonido, ni una luz... Vacía y oscura, como su alma. Al final, la habitación también se convirtió en un presagio.
Una semana después...
Remia, Isla Rem, Parque Real, Cementerio Privado - 3 de Mayo - Año 497
—Que descanse en el cielo... Nos abandonó físicamente pero siempre estará con nosotros... Comprometámonos con su alma a vivir como él hubiera querido que lo hiciéramos...
«¿Por qué en los malditos funerales siempre llueve?», pensó Rygal apreciando como el ataúd de su padre descendía hasta el fondo del pozo que se había cavado horas antes.
No había muchas personas en el funeral privado que se había organizado para el rey Ryhan Di Rem. No pasaban los treinta concurridos. Los nuevos líderes de los cinco clanes fundadores; El clan Windsor, clan Dire, clan Zaro, clan Xitch y clan Hunter... También algunos familiares, la Familia Real, y por último, los líderes militares del reino.
Rygal miró a Clio a su lado. Ella estaba sosteniendo el paraguas que los cubría a ambos. Su rostro se veía impasible, incluso en el funeral de su padre, ella no estaba triste, más bien desconcierta... Hasta aliviada.
Ella notó su movimiento y alzó la vista, sus miradas cruzaron y le sonrió cálidamente. Se pegó más a él y tomó su brazo bajando su mano hasta la suya para entrelazar sus dedos. Tenía la mano fría, la de ella se escondió dentro de la de él, no eran comparables en tamaños. Con sólo ese hecho ella se sintió extrañamente protegida.
«¿Estás bien?», ella no lo pronunció, pero sólo leyendo sus labios él comprendió el mensaje. Asintió, y ella, poniendo un leve rostro de alivio, volvió su mirada hacia delante... El funeral continúo.
Horas más tarde...
Remia, Isla Rem, Palacio Real - 3 de Mayo - Año 497
—¿Te sientes bien Rygal? —Clio cerró la puerta detrás de ella luego de entrar a su habitación.
La oscuridad estaba a medias, sólo se veía una nítida luz que venía desde una esquina del dormitorio. Al lado de ella, una sombra en movimiento... Ahí se encontraba él.
Caminó alrededor de la cama y se sentó al lado de su esposo. Rygal se encontraba desatando su corbata y desprendiendo algunos botones de su camisa. Cuando la escuchó le lanzó una mirada y sonrió.
—Si, claro... ¿Por qué lo preguntas? —preguntó al quitarse sus zapatos y lanzándolos lejos.
—Quizás porque hace tres días mataron a tu padre, hoy tuvimos su funeral, mañana tienes una reunión en el palacio para hablar de su sucesión y si todo sigue su curso en menos de una semana estarás al frente de la nación... Como el rey de Remia... ¿No te sientes presionado ni nada por el estilo? ¿Estrés quizás? —preguntó preocupada apoyando su mano en la espalda de su esposo.
Rygal la escuchó y soltó una mansa risa.
—Tu padre también fue asesinado hace tres días, y también tuvimos su funeral hoy... Vi que no hablaste en todo el lapso que estuvimos ahí... ¿Te sucedió algo?
—Ignoraste mi pregunta Rygal. —Ella se movió y se agachó frente a él—. Me importas demasiado Rygal, si tienes algún problema puedes decírmelo, haré lo imposible para ayudarte... ¿Has entendido?
Rygal alzó su mirada y apreció los brillantes ojos verdes de su esposa mirándolo con compasión. Cerró un nudo en su garganta que le impidió expresarse con facilidad, en ese momento fue cuando sintió por primera vez la represión de sus emociones ante Clio. En su lugar, únicamente... Sonrió.
—Clio... ¿Recuerdas lo que te dije antes de nuestra primera noche juntos? —preguntó apoyando su mano sobre la de ella, que se posaba sobre su regazo.
Ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando esas palabras hicieron presencia en su cabeza dos años después... ¿Qué significaba lo que Rygal le quería decir?
—¿A qué viene todo esto Rygal? —preguntó Clio lentamente retrayéndose de él.
—«Cuando el momento de decidir llegue, ya no habrá vuelta atrás, tendré que aceptar mi naturaleza y mi sueño, ya no seré el mismo luego de eso... Por eso, aléjate de mí cuanto antes, te amo demasiado y no quiero lastimarte... En todo el mundo, tú eres la única persona que no se lo merece» —citó sus mismas palabras, con un punzante tono de voz—. No pude apartarte de mí, debí hacerlo porque sabía que este momento llegaría, sabía que algún día lo haría y sabía que la persona más afectada en consecuencia de mis acciones serías tú... Esta será la última vez que lo escucharás de mí Clio... —Otra vez su garganta se cerró, pero de nuevo la mirada de su esposa le trajo calma, y prosiguió—. Lo siento por todo lo que sucederá desde ahora... Pero es mi legado, y no permitiré que nadie se entrometa en mi camino... Ni siquiera tú o Rhys.
Clio se puso de pie rápidamente. Él estaba extrañamente serio mientras decía eso. Ella pensó que la muerte de su padre le había afectado hasta ese punto, pero a Rygal nunca le había importado tanto su padre, como si lo hizo su madre alguna vez. Hasta el día de su muerte.
Esa frialdad y solemnidad que siempre mostraba era consecuencia de aquel hecho... Pero en ese momento esta se había acrecentado. Clio se sintió, por primera vez en años, amenazada con la presencia de Rygal. Hasta que cayó en cuenta.
—No serás rey, ¿Cierto? —preguntó con una creciente inseguridad.
—¿Cuál es el sentido de serlo? —preguntó alzando sus hombros—. Sentarme todo el día en un asiento, bastante incomodo, fingir que me importa lo que me rodea, disfrutar de mi riqueza, lanzarme a la lujuria y a la gula... Puedo y voy a dar más que eso, y siendo un rey jamás lo lograré... No me va a limitar una corona de oro Clio... No lo hará nada.
Clio vislumbró la ambición crecer en sus ojos con sólo observar cómo sus pupilas se dilataban. Vio su metamorfosis en sólo una frase, y ese miedo que alguna vez la invadió... Renació.
—¿Y Rhys? —ella apenas lo pudo preguntar, así fue como Rygal se percató del incipiente miedo proviniendo de ella.
Él se puso de pie y caminó hacia ella quien no podía disimular las terribles sensaciones que estaba padeciendo en ese momento. Se tropezó con sus pies cuando los nervios la traicionaron intentando retroceder ante el movimiento de su esposo. No cayó, él la sostuvo impidiendo su desliz.
Al tomarla del brazo su tacto sintió su piel erizada y fría. Sus dedos estaban tiesos, así como el resto de su cuerpo, pero sin esconder su estremecimiento.
—No pretendía asustarte... No pretendía lastimarte... No pretendía llevarte hasta este lugar... Fui egoísta y no estoy arrepentido por eso... Pero fuiste tú quien tomó la decisión de quedarse a mi lado Clio, tu sabías lo que pasaría, sólo lo ignoraste.
—Porque te amo, Rygal... Fuiste tú quien me mostró un mundo que yo no conocía por culpa de lo sucedido en mi pasado... Yo me enamoré de ti porque eras distinto a todos los demás, pero al parecer ese contraste que poseías en torno al resto de la sociedad no era el que yo pensaba... ¿A dónde se fue ese Rygal Di Rem? —la pregunta de Clio resonó en la habitación, con un silencio como continuación.
Rygal desvió su mirada de ella y la fijó en la foto de su madre que se encontraba colgada en la pared de la habitación.
—¿Alguna vez existió? —preguntó y su mirada se volvió borrosa.
Lentamente la figura de su madre se difuminó. Volteó su rostro de nuevo a Clio, ella tenía lágrimas en sus ojos.
—Yo sé que existió... No pretendo aceptar que viví en una mentira —respondió Clio, su voz nostálgica y melancólica resaltaron su tristeza. Ella se dio cuenta en ese momento que esa conversación no era más que el principio del final.
—Pues quédate con eso, Clio —dijo Rygal dándose la vuelta y comenzando a caminar hacia la puerta. Se paró cuando esta estaba media abierta, se reclinó en ella y con su mirada baja sintió al fin como ese nudo en su garganta y punzada en su corazón desaparecieron—. Quizás recordarlo te traiga algo de consuelo después de todo —añadió saliendo de la habitación. El sonido de la puerta cerrándose fue el último rastro que dejó.
El mundo de Clio se vino abajo y el llanto sólo se dispuso a surgir sin impedimento. No lloraba desde hacía mucho tiempo, más concretamente desde que lo conoció. En aquellos tiempos su felicidad jamás se vio amenazada, luego de dieciséis años bajo el yugo de su padre su sufrimiento se acabó cuando el príncipe prometió protegerla. Ella se lo creyó, de ahí su pertinaz negación hacia lo que él decía sobre ellos. Ella sabía que lo perdería, sabía que Rygal tenía una naturaleza oculta que en algún momento saldría a la luz, eso sólo la angustió el doble... Nunca sería capaz de hacer algo para remediar lo sucedido.
Esa era la razón de su llanto y de su derrumbe emocional, cuando al fin consiguió su mayor anhelo todo se vino abajo y su corazón no aguantaba más. Sentía su cuerpo debilitarse cada vez más, oprimía su pecho intentando no ahogarse con su propio sufrimiento. Cuando notó que su aire disminuía precipitadamente cayó en cuenta... Estaba teniendo un ataque de pánico.
—¡Rygal! —gritó con desesperación. Nadie la oyó, él ya no estaba en la casa—. ¡Rygal, por favor! —rogó, pero su exasperado pedido se perdió en el silencio del resto de la casa.
Esa fue la respuesta del destino... Ella ya se encontraba sola.
La habitación se cerró sobre ella. Y la oscuridad, como un monstruo cerniéndose a su alrededor, la asedió. Frustración y desconsuelo, abatida por una estruendosa sensación de sentimientos destructivos haciendo presencia en su alma... ¿Acaso ella estaba destinada a eso? ¿Sufrir por todo lo que la vida le quite? ¿O alguna vez encontraría la felicidad? Quizás eso era lo único que la iba a hacer seguir adelante... Quizás...
Un llanto... Todo se volvió luz en ese momento para ella, su agitación paró, esos pensamientos ruines desaparecieron, y su mente se alivió al instante... Ese llanto, ella sabía de dónde venía... Su hijo.
Se puso de pie rápidamente, sus fuerzas habían sido recobradas. Abrió la puerta y corrió por el oscuro y estrecho pasillo invadido de puertas, parecía una odisea de nunca acabar, pero ahí la vio, esa puerta blanca que brillaba entre tanta negrura. La habitación de Rhys.
Abrió la puerta y encendió la luz a su izquierda. Todo había pasado tan rápido que había olvidado la principal razón por la que estaba ahí. Rhys dormía, ese llanto que había escuchado solamente había sido una ilusión.
Se acercó lentamente a la cuna de su hijo y sus manos se posaron sobre las barandas arrodillándose a su lado, con sutileza inclinó un poco su cabeza hacia la derecha y sonrió. ¿Por qué se hizo esa pregunta en primer lugar? La respuesta estaba frente a sus ojos, ella no se encontraba sola, no iba a sufrir y sería feliz siempre que Rhys estuviera a su lado... Él sería lo único que la haría salir adelante... Nada más.
—¿Tu cuidarás a mamá cariño, cierto? —preguntó ante su hijo. Él no tuvo reacción, se encontraba en un profundo sueño. Ella estiró su dedo índice y lo posó sobre su frente, hasta que ligera luz brillante saliendo de este se apagó. Entregándole su dicha y bendición—. Yo sé que lo harás, sé que tú podrás cuidarnos a todos mi amor, toda mi voluntad se encuentra en ti... Eres el rey que se elevará por encima de todo... Eres Rhys Windsor... La última esperanza.
Remia, Ajax, Distrito Central - 24 de Mayo - Año 525
—¿No crees que estamos llegando tarde? —preguntó Zenda, luego miró su reloj y notó que ya habían pasado las 9:00 a.m.
—No, es la hora que normalmente llegamos —respondió Vlas con despreocupación, al menos hasta que extrañamente sintió una vibración en su oído.
No, no fue tan extraño después de todo, era su percepción, y esta no se equivocaba nunca. Cuando levantó su mirada, Zenda hizo lo mismo, y la inmensa coalición de varios edificios creó una increíble explosión que se plantó en las pupilas de ambos. Zenda apretó la mano de Vlas y él la miró rápidamente. Su rostro era de espanto frente al fuego y la destrucción que comenzaba a propagarse por los edificios alrededor de ellos. Aunque todo estaba sucediendo en las alturas, los escombros que caían en llamas contagiaban el lugar.
—¡Maldita sea! Ven, volvamos rápido —dijo Vlas retrocediendo en sus pasos, sin soltar la mano de Zenda, ella parecía haberse quedado paralizada.
—Vlas... ¿Qué fue eso? —Zenda no paraba de mirar hacia atrás y el desastre que se estaba comenzando a formar, tenía mucho miedo y eso comenzó a reflejarse en su voz al hacer esa pregunta.
—No lo sé linda... Pero no mires atrás, sólo sigue corriendo conmi... —fue todo lo que pudo decir.
Humo, eso fue lo último que ambos llegaron a ver antes de sentir que eran empujados por una gran onda expansiva. Vlas apretó la mano de Zenda lo más fuerte que pudo apenas la perdió de vista, y no sintió que la soltó hasta que al caer al suelo se golpeó la cabeza, quedando inconsciente.
Dos horas más tarde...
En algún lugar de Remia...
Al abrir los ojos lo encandiló una brillante luz blanca sobre él, apretó fuerte sus parados mientras intentaba ignorar el dolor de cabeza. Se movió un poco en la cama que estaba acostado, intentado no forzarse tanto, porque todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento era inaguantable. Tardó en comprender muy bien lo que había pasado, o lo que estaba haciendo. Hasta que se sentó en la cama, y abrió los ojos logrando divisar la sonrisa de Zenda, sólo ese gesto lo trajo de nuevo a la realidad, y supo que estaba bien.
—¿Dónde estamos? —preguntó, identificando con su mirada una habitación inmensa, casi como un gimnasio de baloncesto, con muchas camas y en ellas personas heridas.
—En una zona de refugiados —respondió Zenda examinando su cuerpo mientras él intentaba bajar los pies por el borde de la cama—. ¿Estás bien? —Su preocupación se hizo notar.
—Si... Tan solo me duele la espalda y la cabeza... Parece que el golpe fue duro. —Tocó su nuca y notó algunas vendas, también las distinguió cuando se sacó su camiseta, alrededor de todo su abdomen.
—Caíste sobre una roca... Eso te hirió en las costillas y el torso, me dijeron que no era nada grave pero que intentaras no moverte demasiado.
—Ya veo... ¿A qué se debió todo eso?
—Asteroides... Cayeron tres en Ajax, dos en el Distrito Central y el otro a las afueras de la ciudad, hacia el norte, llegando a Dunch. —Zenda sacó su teléfono y se lo dio—. No hay señal, no hay electricidad ni servicios, intenté comunicarme con mi familia pero no existe ninguna forma —señaló, mostrando el cartel que marcaba su celular: «Sin señal».
—Maldita sea... Ahora parece que no solamente el daño ha sido enorme, si no que estamos aislados de la ciudad... ¿Estarán todos bien?
Era agobiante para Vlas pensar en una forma de volver a sus hogares. La única esperanza que tenían era que luego de buscar por tantas zonas de refugiados sus padres los encontraran en esa.
—Mejor sólo esperemos, ambos estamos heridos y sin ubicación, quizás hasta corremos el riesgo de que algo nos suceda afuera... Además aquí nos tenemos el uno al otro, estaremos bien —dijo ella, con su suave voz.
Esas palabras tranquilizaron un poco a Vlas
—Si, estás aquí conmigo. —Sonrió él, para luego recostarse en el hombro de Zenda.
Ella rio ante el movimiento de Vlas, y con la mano que le estaba sosteniendo el hombro logró alcanzar su cabeza, y comenzó a acariciar su cabello con suavidad. Él se quedó quieto a su lado, eso terminó por tranquilizarla a ella también.
En su mente, Vlas notó que lo que acababa de ocurrir tenía un elemento familiar con un recuerdo suyo... Quizás podría ser eso que estaba pensando, no quería sobreanalizar la situación demasiado, pero las coincidencias eran muchas. Si confirmaba sus sospechas, lo que les esperaba no era más que un período lleno de sorpresas, pero sólo podía hipotetizar.
Al otro día...
Remia, Zona de refugiados - 25 de Mayo - Año 525
Tres asteroides habían impactado en la ciudad de Ajax; la ANSE, siglas de Asociación Nacional de Sucesos Extraterrestres, no consiguió explicar el origen de estos su aparición fue considerada desconocida, algunos también dijeron que sólo aparecieron «de la nada». La parte central de la ciudad había sido prácticamente reducida a escombros y la noticia se había esparcido por el resto de la nación en pocas horas.
Vlas Windsor junto con Zenda Allen fueron trasladados a una zona de refugiados en Remia cuando los bomberos buscaban sobrevivientes entre todo el caos causado por los impactos. Primero encontraron a Zenda, pero como Vlas se encontraba inconsciente, ambos terminaron por ser trasladados al mismo lugar, a pedido de ella. Luego de certificar que estaban incomunicados decidieron pasar la noche en ese lugar, sus ausencias se harían notar en sus familias y no pasaría mucho tiempo hasta que alguno de sus padres llegara al lugar... Y así sucedió para Vlas.
—Despierta Zenda. —La movió un poco en su hombro mientras la chica dormía plácidamente—. Ya es la mañana y tengo buenas noticias —añadió entusiasmado.
—¿En serio? —preguntó media dormida, mientras refregaba sus ojos—. ¿Qué sucedió? —volvió a preguntar.
—Mamá... Nos encontró, ya nos podemos ir —respondió Vlas con emoción.
Esa respuesta la despabiló rápidamente y se sentó en la cama mirando a Vlas.
—¿Sí?
—Vamos... ¿Puedes caminar? Yo te llevo. —Vlas se agachó y la levantó en sus brazos sosteniéndola desde las piernas y la espalda.
—De hecho si podía caminar —respondió Zenda bajando su mirada, su rostro se había ruborizado luego de que él hiciera eso.
Se sentía romántico que él la llevara de tal manera en sus brazo, y aunque lo hubiera hecho muchas veces, la hizo avergonzar un poco igualmente.
—No importa, ahora ya lo hice, vamos hacia la camioneta —rio Vlas mirando hacia delante. Él no había notado la reacción de ella.
Mientras caminaba con ella en sus brazos Vlas pasó al lado de algunos doctores y les agradeció la hospitalidad. Ellos no habían notado quien era hasta que les entregó su identificación y sólo vino uno reverencia de respuesta... ¿En serio lo veían tan necesario? A él no le gustaba que actuaran así. Aunque ya estaba demasiado acostumbrado.
Al salir del lugar buscó en sus alrededores a su madre, se suponía ella había llegado una hora antes, por lo que debía estar cerca. Tuvo su mirada de un lado al otro, hasta que logró divisar una gran camioneta negra, era una de las que usaban en el Parlamento, por lo que era la que lo había ido a buscar. Y como supuso, apoyada sobre el vehículo se encontraba ella... Clio Windsor. Su madre.
—Vlas, aquí estamos. —Clio se hizo notar en el lugar levantando su mano.
Varias personas que estaban afuera voltearon hacia ella y comenzaron a sacarle fotos, algunos tenían un rostro de sorpresa, otros de admiración.
«Siempre tomando la atención, mamá», pensó Vlas, con una sonrisa.
—Mamá, gracias por venir. —Él se acercó al coche, mientras su madre abría la puerta trasera.
—¿Qué sucede con Zenda? ¿No puede caminar? —preguntó Clio preocupada cuando Vlas pasó a su lado.
—Puedo caminar perfectamente Clio, sólo que Vlas está muy cuidadoso hoy. —Sonrió ella acomodándose en el asiento luego de que Vlas la dejara sentada en el borde.
—Solamente quería asegurarme, ayer no podías pararte —respondió Vlas sentándose a su lado.
—Tú tampoco —recordó Zenda.
—¿Están seguros que se encuentran bien ambos? La ciudad está sumida en el caos, pero puedo llevarlos a un hospital y hacer que sean atendidos rápidamente —sugirió Clio mirando hacia atrás entre los asientos.
La propuesta de Clio quedó en el aire unos segundos mientras Vlas y Zenda lo analizaban. Pero fue suficiente con sólo cruzar sus miradas para que ambos entendieran que tenían la misma respuesta.
—No mamá... No es necesario —decidió Vlas.
—Entiendo... Héctor, llévanos a casa entonces —ordenó Clio volviendo a su lugar.
—Así será jefa... —respondió su chofer arrancando el auto y alejándose del lugar.
Después...
Remia, Ajax, Residencia Windsor - 25 de Mayo - Año 525
—Llegamos. —Clio se bajó del auto y abrió la puerta trasera para que Vlas y Zenda se bajaran—. ¿Quieres que te ayude, cariño? —preguntó tomando la mano de Zenda.
—Sí, gracias Clio. —Zenda bajó del auto con cuidado mientras Clio la sostenía de la mano, Vlas había bajado por el otro lado, pero cuando ella pudo comenzar a caminar hacia la entrada de la casa, Vlas la siguió tomándola de la mano de nuevo—. ¿Qué pasa? —preguntó confundida.
—Vamos... Te acompaño hasta tu casa —respondió este dándose la vuelta—. Gracias por irnos a buscar y traernos a casa mamá —agradeció viendo como su madre se subía a la camioneta de nuevo.
—Sí, gracias Clio —agradeció también Zenda.
—Por nada chicos... Ahora mismo tenemos una reunión en el Parlamento a causa de todo este desastre... Zenda, tus padres están con nosotros, aun así tu hermana está en tu casa... Vlas, tú puedes esperar en casa, el personal esta avisado de que hagan todo lo que pidas —informó Clio a través de la ventanilla.
—Bien mamá, yo acompañaré a Zenda a su casa y luego iré a la nuestra —respondió Vlas.
—Entonces ten cuidado, nos vemos —se despidió Clio, al mismo tiempo que el auto arrancó de nuevo y se alejó del vecindario.
Vlas siguió su camino hacia la casa de Zenda hasta que pararon en la puerta. Ninguno dijo nada, pero sabían lo que querían hacer. Zenda tomó la iniciativa, y lo abrazó primero, los brazos de Vlas pasaron por su espalda devolviéndole el abrazo, se sentía muy reconfortante para ambos.
—Tuve mucho miedo Vlas... Estaba muy preocupada por lo que te sucediera, no sabes lo feliz que estoy de que estés bien. —Alivio, sólo eso se podía percibir al oír sus palabras.
—Está bien linda... Yo también estaba preocupado por ti, ¿Realmente estás bien? Si tienes algún daño puedes decirme.
—No, estoy bien... Sólo fue el susto del momento, ayer no podía caminar porque me había doblado el tobillo, pero ya está mejor —dijo levantando su pantalón, dejando ver una venda en su tobillo—. Descansaré unas horas más... Hasta que mis padres vuelvan.
—Bien... Te recomiendo que entres rápido, Kora probablemente esté muy preocupada por ti.
—Sí, lo sé... Nos vemos luego —se despidió dándole un último abrazo.
—Adiós linda. —Vlas la vio entrar a su casa y el alivio lo invadió de nuevo.
Caminó hasta la suya y al entrar se dirigió a su habitación para recostarse en su cama un rato, quizás podía comer algo luego, pero estaba tan cansado tras pasar toda la noche despierto que simplemente al cerrar sus ojos un segundo cayó rápidamente en un profundo sueño.
VLAS
Después de todo lo sucedido pude estar tranquilo por un momento, estuve todo el tiempo pensando en Zenda y cuidándola, procurando que se sintiera bien y descansara luego de sus heridas. A ella la conozco desde que somos pequeños. Nuestros padres trabajan juntos en el Parlamento de Remia, ubicado en Ajax, la capital de la nación. Sus padres, Dexter y Georgia Allen son diplomáticos, antes de asentarse en Ajax por motivos de trabajo, ellos y sus hijas vivían en Basil, una de los tantas ciudades de la nación, al oeste de Ajax, es un destino turístico muy famoso y concurrido mayormente en verano, ya que ahí se encuentra la costa oceánica de la nación. Zenda nació allí, junto a su hermana gemela, Kora.
Nos conocimos cuando sus padres se mudaron al vecindario, también fuimos al mismo colegio en primaria, y asistimos a la misma secundaria. Zenda es muy característica, ella es una chica totalmente extrovertida y sociable, tiene un gran estilo del humor, y es demasiado optimista, es normal pensar que contrasta demasiado con su hermana. Kora es tetracampeona mundial de ajedrez, siendo la actual campeona y con tan solo dieciséis años, muy extraordinario a su edad. Aun así, por más que sus personalidades sean el antítesis de cada una, a Zenda nunca nada le impidió relacionarse con su hermana, ellas se aman a pesar de todo. Pero con la forma de ser de Zenda es normal poder llegar a ser su amigo, o relacionarse con libertad y apreciar su carisma, ella tiene muchos amigos, y se relaciona con todos de la misma manera. De todas formas, sin contar a su hermana, la única persona con la que ella realmente es diferente... Es conmigo.
Nuestra amistad se formó hace diez años. Podría decirse que fue total casualidad, aunque la casualidad más hermosa que jamás me hubiera sucedido. Cuando ella llegó a mi vida yo había entrado a un declive emocional luego de algunos problemas familiares que me azotaron en poco tiempo, pero cuando vi en la mirada de esa chica las ganas de comerse el mundo y esa pasión por las cosas sencillas de la vida entendí lo mucho que terminaría por significar en mi vida... Olvidarme de ella acabaría por ser imposible.
Una tarde caminaba a casa, quizás fue el peor momento de mi vida, estuve a punto de ser atropellado por un autobús, pero ella me salvó. Ahogado en mis pensamientos no vi el color rojo del semáforo y sólo cruce la calle inconscientemente, escuché un claxon y fuera de mí, procedí a quedarme parado, creía que eso era lo máximo que podía dar y que ahí terminaría mi vida, hasta que el momento sucedió, sentí un empujón y caí en la acera, solamente me limité a mirar a la persona que había caído encima de mí. Una hermosa chica de ojos azules, cabello café y finas facciones delicadas no me quitaba la mirada de encima. Yo tampoco podía hacerlo, tenía apoyada sus manos en mi pecho y mi corazón no paraba de latir, ella era hermosa... En ese momento noté que estaba llorando, el alivio que sentía era inmenso, por ella, ella me había salvado, y yo estaba aliviado por su accionar, sólo pude agradecerle con palabras, pero entendí muchas cosas luego de que el tiempo pasó y ella no cambió nunca su manera de ser. Un sentimiento genuino de empatía fue lo que la invadió ese día... Lo sé, es algo que sé hace mucho tiempo, por esa misma razón me terminé enamorando de ella.
Diez años antes…
ZENDA
Remia, Ajax, Distrito Central - 15 de Agosto - Año 515
Se estaba haciendo tarde, mis padres se iban a preocupar, mejor apuraba mi paso. De camino a casa miraba la hermosa tarde de la ciudad de Ajax se apagaba, una ciudad única realmente, altos rascacielos que parecían llegar hasta el cielo, las luces invadían el ambiente y la noche parecía ser día, el aroma urbano y denso también penetraba en la ciudad, y el sol se escondía cayendo en el horizonte.
Me mude aquí hace unos meses, luego de dejar Basil. Al dejar mi hogar me sentí mal, los seis años de mi vida estaban ahí, amigos y familia que tuve que dejar atrás, aun así, sé que mis padres tomaron esta decisión para que mi hermana y yo tuviéramos un mejor futuro y más oportunidades en la vida.
Cuando caminaba por la avenida que llevaba a casa apreciando el cielo carmesí gracias la puesta del sol, bajé la mirada unos segundos para ver una horrible escena que pronto sucedería frente a mí... Mi corazón se congeló. Una persona estaba parada en la mitad de la calle y un autobús estaba por atropellarlo. No lo pensé dos veces y comencé a correr hacia él, el tiempo me daba perfectamente para empujarlo hacia la acera y salvarlo, parecía ser un chico de mi edad, ¿En qué está pensando?
Corrí hacia él mientras escuchaba los gritos de las personas a su alrededor, ¿Cómo puede ser que sólo se queden mirando y no intenten ayudarlo? Que personas insensibles, si el chico no reaccionaba a un claxon, menos reaccionaría a gritos de desconocidos, es inútil hacérselo a entender a distancia. Cruzando la calle recordé, las palabras de mi padre; «Siempre que tengas la oportunidad de ayudar a alguien, no la desperdicies, algún día esa empatía y solidaridad se te será devuelta». Así es padre, algún día.
—¡EY CUIDADO! —grité antes de empujarlo hacia la acera y caer sobre él.
Le había salvado la vida a una persona, no podía creer lo que había hecho, se sentía satisfactorio, más sabiendo que sólo actué por impulso... Pero lo había logrado.
—¿Estás bien? —pregunté jadeando.
No me respondió.
—Oye, te estoy hablando, ¿Estás bien? —insistí empujando su pecho, su corazón latía demasiado rápido.
—Gracias —musitó cabizbajo—. No sé en qué estaba pensando —agregó ahora con la voz más clara, pero no del todo, se quebró luego de esa declaración.
Estaba llorando.
Era tan solo un niño, notando el tono de su voz me di cuenta que estaba totalmente desconsolado, algo malo pasaba con él, su voz se sentía desesperada. Cuando levantó su cabeza vi unos ojos llorosos, color verde, aun así se veían apagados, era un niño muy atractivo, tenía el cabello castaño claro y desordenado, algo ondulado, los afilados ojos verdes antes mencionados, labios y nariz pequeños, también parecía ser alto, demasiado para su edad. Demostraba ser de buena posición, ya que su uniforme era el de mi colegio, donde van los hijos de las personas más poderosas y ricas de toda la nación de Remia. También noté un pequeña insignia de una corona roja en su solapa.
—Por nada, ¿Te sucede algo malo? No es normal que te hayas quedado parado en la calle cuando un autobús estaba por pasar y poner en riesgo tu vida... ¿Cuántos años tienes? —pregunté.
Él me miraba atentamente, como analizándome con su mirada, noté que intentaba encontrar una respuesta a algo en su cabeza.
—Tengo seis años... Espera, ¿Tú no eres Zenda Allen? —preguntó con curiosidad.
Así que eso estaba intentando responder con su rostro de confusión.
—Sí, ¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté yo aún más confundida.
—Soy tu vecino... Tus padres y los míos trabajan juntos en el Parlamento —respondió cuando caí en cuenta quien era.
—Eres Vlas Windsor... El príncipe de Remia.
Con que eso significaba esa insignia que tenía en su solapa, era el emblema de la casa Di Rem. Por consiguiente, del Reino de Remia. Jamás lo había visto, pero mis padres y en el colegio se hablaba mucho de él, por lo que entendí era el hijo menor del Primer Ministro y la presidente del Ministerio de Economía... En pocas palabras era hijo de las personas más influyentes e importantes de la nación luego de la Familia Real.
—Sí, soy yo... Gusto en conocerte Zenda... —dijo sonriente.
Pude ver a través de esa sonrisa la sinceridad de sus palabras, no comprendí muy bien lo que me pasó en ese momento, pero yo también sonreí en respuesta a lo que había dicho.
—Gusto en conocerte también Vlas... He escuchado mucho de ti... ¿Quieres que te acompañe al vecindario? Para que no vayas solo —ofrecí mi ayuda por interés.
Pero no interés en el sentido de esperar algo a cambio de él, si no que me había dado interés su persona, pocas palabras hicieron que me cautivara él y todo lo que lo rodeaba... Fue algo inconsciente.
—No me negaré... —rio. Él era muy lindo—. Después de todo vamos al mismo lugar —agregó poniéndose de pie.
—Así es... —dije tomando su mano—. Vamos Vlas. —Lo llevé conmigo por la acera hasta nuestras casas.
Luego de lo sucedido, yendo hacia el vecindario pude conocer mejor al verdadero Vlas Windsor, cada frase que sumaba al relato de su vida demostraba que en realidad, a pesar de ser un chico que lo tenía todo estaba vacío por dentro. Trágicamente en el último mes se habían ido dos de las personas más importantes de su vida, sus dos hermanos mayores, al mismo tiempo, sus padres parecían cada vez más alienados con respecto a él y se las tuvo que arreglar solo.
Quizás ese intento de suicidio fue la única salida que encontró a sus confusas emociones, me dolió verlo hablando de eso, así que tomé una decisión, que en ese momento parecía inocente, pero viéndolo en retrospectiva estoy agradecida de haberle dicho...
—Mañana pasaré por ti para ir al colegio...
En la puerta de su casa sellé el comienzo de lo que iba a ser mi historia con Vlas Windsor. Realmente algo que nunca esperé, pero que me terminó llenando de vida.
Vlas dejo en mí una marca que después de diez años sigue sin ser borrada. No pasó mucho tiempo luego de ese primer encuentro cuando empezamos a hacernos más y más cercanos, él me apoyaba mucho en las locas ideas que tenía y yo le devolvía lo que él me daba de la misma forma... Apoyándolo en todo. De todas maneras creo que lo más significativo y lo que más representa nuestra relación fue el hermoso brazalete de oro con un Ave Fénix de plata que me regaló en mi cumpleaños número quince.
—Pensé demasiado algún símbolo para poder representar nuestra relación, nuestra amistad y todo lo que pasamos juntos... Elegí el Ave Fénix por un sentimiento algo egoísta, pero yo sé que me entenderás... Lo pensé de esta forma... Tú me ayudaste a levantarme luego de todo lo que pasé en mi vida... Juntaste mis cenizas y me hiciste nacer de nuevo... Es demasiado metafórico, pero así lo sentí yo Zenda... Por lo que en agradecimiento a todo lo que alguna vez hiciste por mí y darme la amistad más hermosa del mundo tengo que darte esto.
Esas palabras resonaron en mi vida como yo resoné en la suya. Hicimos una promesa, el día en el que él me salve la vida, yo tendré que devolverle el brazalete, así quedaremos a mano... Yo sé que él no quiere este brazalete de nuevo, me protege demasiado y sé que a su lado nunca correría peligro de vida... Junto a Vlas nunca llegará el día en el que tengamos que separarnos... Una unión más allá de la muerte.
Presente...
VLAS
Ella era la persona más importante de mi vida, había algo en nuestra relación que la hacía más fuerte que la que tenía con mis padres, o con otros amigos, Kora incluida. Nos ayudamos mutuamente y podemos salir adelante las veces que nos sentimos perdidos, únicamente apoyándonos entre nosotros, gracias a ella llegué a donde estoy ahora. Aunque también debería nombrar las ventajas que me dio haber nacido en una de las familias más poderosas del mundo, ya que son demasiadas.
Mis padres... Rygal Di Rem y Clio Windsor son los príncipes de Remia y tienen el título nobiliario del ducado de Ajax, titulo heredado de mis abuelos, que fueron parte de la Familia Real, mi abuelo, Ryhan Di Rem fue el rey de Remia y fundador de la nación luego de la Cuarta Guerra Mundial. Después de su muerte, mi padre, su primogénito, era el heredero al trono, pero renuncio a ser el rey para vivir una vida más normal y terminó dejándole el cargo a su hermano Ryder. Luego de esto fundó el Parlamento en la ciudad de Ajax y el rey lo nombró el líder del resto de la nación de Remia.
Posterior a que mis padres se casaran, mi padre tomó el apellido de la familia de mi madre para sus hijos; Windsor, para que así no tuviéramos ningún tipo de inconveniente con la Familia Real, siendo nuestro verdadero apellido; Di Rem. Tuvieron tres hijos; Rhys Windsor, el mayor; Demian Windsor, el segundo; Y yo, el menor. Aun así, muchos problemas ocurrieron y ya nada es como antes.
Mi padre, como líder del Consejo creado por el rey, es el Primer Ministro de Remia, siendo totalmente externo a todo lo que conlleva ser parte de la Familia Real, ya que Rem, la isla donde se encuentra el palacio y hogar de las casas reales, está totalmente aislada de toda la nación, rigiéndose con diferentes normas y donde sus líderes son el rey y las cabezas de los clanes que representan las casas reales. Al ser líder de la nación, se suma ser gobernante de Ajax, la capital de Remia y dándole el mando también del Parlamento, el Consejo y el control de los poderes legislativo y judicial, dejándole el poder ejecutivo al rey y su Consejo Real. A su vez, mi madre es la heredera de una de las cinco familias fundadoras del reino, el clan Windsor. Ella también es la presidente del Ministerio de Economía de Remia. Los dos poseen influencia en casi todo el reino, quitando quizás la Isla Rem, de todas formas son dos de las personas más poderosas de la nación y con esa línea sanguínea atrás, probablemente, la segunda familia más rica de todo Remia, sólo por detrás de la Familia Real.
En mi caso, en el colegio soy el estudiante con mayor promedio y el único en ser capaz de obtener promedio perfecto doce años seguidos desde mi inscripción, adquiriendo el reconocimiento no solamente del colegio entero, sino de todo el sistema educativo de la nación. Esta fama de ser considerado, «un genio que nace una vez por generación» es el mayor logro de mi vida. Todo lo que soy se resume en esfuerzo y disciplina, lo comencé a hacer para poder llegar a ser lo que alguna vez fue mi hermano, Rhys Windsor... Su nombre fue reconocido en el mundo entero por su gran capacidad en todas las ramas de la actividad humana... Él si era el verdadero prodigio dentro de nuestra familia, de hecho, el título del Chico Prodigio sigue en vigencia gracias a él, pero desde su partida diez años atrás no hemos sabido nada mas de él.
Porque sí, mi vida no fue perfecta. Cuando era pequeño mi hermano mayor, Demian, murió, y debido a esta pérdida Rhys decidió dejar la familia e irse de viaje por el mundo por su propia cuenta. Después de todo lo sucedido en el lapso de un mes entre la muerte de Demian y la partida de Rhys, la relación de mis padres y mi hermano se arruinó completamente, ya que él siempre culpó a nuestros padres por el accidente de Demian y hace diez años que no sé nada sobre él. Siempre fue mi ídolo y desde pequeño fue mi modelo a seguir, y luego de que se vaya sentí un vacío enorme, él me había prometido estar siempre para mí luego de la muerte de Demian, pero al final, él también se fue. A causa de que en menos de un mes había perdido a las dos personas más importantes de mi vida todo se vino abajo... Tenía seis años, estaba solo, mis padres pasaban la mayor parte del día en el trabajo y no tenía nadie a mí alrededor para guiarme, así que el único pensamiento estúpido que pasó por mi cabeza fue un fallido intento de suicido que una persona impidió... Y si, desde ese día en el que Zenda me salvó la vida y entró en esta nada fue igual... Cambié demasiado, ella me hizo salir adelante y no me dará la vida para devolverle ese favor, por eso la amo y amaré por siempre.
Ahora mismo considero que soy feliz, pero aun así todavía siento que me falta una única cosa para que pueda estar completo y esa es lograr volver a ver a mi hermano, es para lo único que he trabajado todos estos años, para que al fin me reconozca, para mostrarle todo lo que conseguí, para presentarle a Zenda y hacerlo sentir orgulloso... Para luego poder despedirnos como se debe, pero esta vez quizás para siempre.
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