En algún lugar, en algún momento...
VLAS WINDSOR
—Bienvenido, Vlas Windsor.
¿Esa voz? ¿De dónde venía? Me estaban hablando desde algún lugar, pero no podía ver nada, había despertado en un lugar desconocido, un lugar donde una infinita oscuridad abrazaba el ambiente, me sentía pesado, inhumano, demasiado extraño, no pude evitar recordar aquella sensación extraña que me invadió cuando Rhys usó su teletransportación en mi... Aquella sensación de cuando visité el Vacío Temporal.
—¿Dónde estoy? —pregunté, con un escalofrío recorriéndome el cuerpo, el miedo comenzaba a apoderarse de mí y comenzaba a no pensar con claridad.
Donde fuera que me encontrara no me traía nada de tranquilidad o seguridad.
Nadie respondió mi pregunta, tampoco podía identificar a alguien entre toda la penumbra que había frente a mis ojos, cada una de mis palabras se desvanecía en la infinita oscuridad, sin nada que me diera al menos una señal... Ni siquiera la sonrisa de Zenda, la mirada de Rhys, o las caricias de mamá... No había nada.
—Hola, ¿Hay alguien ahí? —llamé de nuevo.
El miedo me comenzaba a ganar cada vez más y más. No presentía que todo esto tuviera un desenlace bueno... Para nada.
Notando que no recibía respuesta alguna intenté ponerme de pie, sólo podía guiarme por el sonido de mis pasos, no había nada alrededor mío y no sospechaba que la salida estuviera cerca, temblaba cada vez más. ¿Acaso estaba ciego?
—Al parecer no tienes idea de donde estás, Vlas Windsor —dijo la voz que había escuchado al principio.
—¿Quién eres? ¿Y dónde te encuentras? —pregunté azotado por los nervios.
«Mierda, ¿Por qué carajos sigo atrapado entre tanta oscuridad?», no quise decirlo en voz alta.
—Aquí —respondió, tocándome el hombro.
Apenas hizo ese movimiento, y todo se volvió claridad. Por fin pude ver de nuevo.
Estaba en el cielo. Era imposible, refregué mis ojos varias veces porque no podía creer lo que estaba apreciando... Caminaba en un reflejo inmenso del cielo, solo veía el color azul y nubes que lo acompañaban, el suelo parecía invisible, o era un espejismo que reflejaba la intensidad de la cima, y era infinito. No tenía otra cosa más que hacer que quedarme anonadado admirando la belleza de ese lugar.
—Impresionante, ¿Cierto? —preguntó la voz detrás de mí.
Me di vuelta lo más rápido que pude, los nervios recorrían mi cuerpo y ya me esperaba lo peor.
—Nada de lo que ha sucedido en tu vida ayuda, ¿Verdad? —preguntó el extraño frente a mí.
Era un hombre joven, alto, quizás más alto que Rhys. Vestía una camiseta manga corta blanca, pantalones del mismo color y botas que hacían juego. Tenía el cabello alborotado, color plata, y ojos celestes, tan brillantes como el mismo cielo en el que me encontraba. Su presencia era tan cálida como sagrada, parecía una divinidad... O quizás lo era... Porque...
—¿Mi vida? ¿Qué sucede con eso? —pregunté confundido.
—Si, muchas cosas te sucedieron en el correr de tus dieciséis años, en consecuencia a esto tomaste una postura defensiva, pero quédate tranquilo, no estoy aquí para hacerte daño, puedes dejarte llevar, al menos por el tiempo que estés aquí —respondió el hombre, cruzando sus brazos.
Esbozó una ligera sonrisa que levemente comenzó a darme un poco de tranquilidad, pero todavía no en su totalidad.
—¿Cómo sabes eso? —pregunté más confundido que antes.
No iba a negar que tenía algo de razón, pero dentro de todo, a mis miedos no los dejaba salir, nunca, ni siquiera con Zenda, ni con Rhys... Nadie jamás supo que sucedía conmigo, nunca permití que eso me impidiera seguir adelante.
Pero él se veía extraño, no tenía un presencia que me hiciera sentir incómodo o inseguro, era armonioso, parecía alguien totalmente despreocupado de todo, y su carisma sobrepasaba las palabras.
Tardé en darme cuenta la razón por la que estaba en ese lugar, probablemente había sido por mis nervios que no me dejaban pensar con claridad al principio, pero luego de las siguientes palabras que lanzó el hombre, entendí todo.
—¿Cómo lo sé? Fácil... Lo sé todo —respondió, y mi mente se aclaró.
Ese mirada, esa voz, esa apariencia, esa presencia. Era todo tan obvio, ni siquiera podía aceptar haber tardado tanto.
Tanto tiempo había hablado de esto con Rhys, y esperado este momento con una intranquilidad inmensa para poder conocer al fin mi destino, y la razón de todos los sucesos en mi vida, el motivo por el cual debía perder a Zenda, el todo... Estaba frente a él... Estaba frente a «Dios».
—«Dios» —dije anonadado, no sabía que más decir, mis palabras se habían acabado para describir lo que estaba viviendo, tal y como me lo había dicho Rhys, la presencia de este ser era tal, que un ser humano jamás podría entender lo que significaba estar frente a él... Y yo no era la excepción.
—Vaya, he escuchado ese nombre muchas veces —declaró, soltando una risa.
—¿Cómo? ¿Pero eres «Dios», cierto? —Su respuesta no fue del todo certera.
Mencionó su nombre como si fuera algo erróneo, o en todo caso no muy adecuado para sí mismo.
—Quizás sí, quizás no... ¿Quién sabe? —respondió, moviendo la cabeza de un lado al otro.
—¿Qué? —La confusión ya comenzaba a sobrepasarme. No podía comprenderlo.
—Puedo ser «Dios» o «El creador», claro que puedo, pero a la vez que puedo ser la creación también puedo ser la destrucción, la verdad o la mentira, la vida o la muerte, el odio o el amor... Soy eso, Vlas Windsor... Soy el principio y el final, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el universo y el vacío... Soy todo y a la vez soy nada... Y estás frente a mí en este momento, el momento exacto para decidir tu destino.
Luego de todo lo que había dicho estaba aún más confundido, obviamente «Dios» fue un nombre puesto por los humanos a lo que creíamos ser nuestro creador, una deidad suprema que todo lo podía y todo lo sabía, pero obviamente llamarlo así era equivocado, ya que no había una forma de llamarlo, si fue quien lo creó todo, también creo los idiomas, nombres y atributos, no hay una forma de identificarlo con un nombre, por eso tiene tantas definiciones, «Dios» lo es todo y también es nada, ni los propios humanos entendíamos esos conceptos, ¿Cómo podríamos ser tan egocéntricos y querer dotar de humanidad a un ser tan inalcanzable? ¿O siquiera darle sentido a su existencia?
—¿Entonces? ¿Cómo debo de llamarte?
—¿Cómo quieres llamarme?
—Creo que tengo una buena forma de llamarte... ¿Puedo llamarte «Ser»?
Yo no quería ser el egocéntrico principal al intentar nombrar a «Dios» de una manera distinta a la de toda la humanidad. Solamente quería comprender un poco lo que me estaba sucediendo. «Ser», o «Dios», no importaba mucho después de todo, porque no le iba a encontrar respuestas a la verdadera razón de la existencia de este ser... Por eso, más allá de querer darle un nombre, solamente lo describí... Era un ser, no importaba que tipo de ser, solo importaba lo que era... Por eso lo llamé «Ser»
—Puedes llamarme como quieras, después de todo, esta es tu propia interpretación —respondió, tomando rápidamente mi atención.
¿Mi propia «interpretación»?
—¿A qué se refiere con eso? —pregunte confundido.
—Tú no sabes quién o qué es «Dios» o «Ser», o como quieras que me quieras llamar, de hecho nadie puede saberlo, nadie puede comprender la cantidad de conocimiento que hay detrás de sus suposiciones, no tengo forma física, ni voz, ni mente, ni personalidad, no tengo un alma que me dote de esas características como a ustedes, no soy nada —respondió dando algunos pasos y comenzando a caminar por el infinito lugar en el cual nos encontrábamos. Comencé a seguirlo—. Tome tu propia idea de lo que crees que soy, hay muchas maneras de las que puedo tomar presencia, pero al centrarnos en ti más que en mí, tomé esta versión, lo que tú crees que puedo representar entre los humanos, lo que estás viendo ahora es solo la forma que tomé para que me identificaras, si no lo hacía no habrías podido siquiera escucharme, ya que yo no existo —agregó, continuando su camino.
«Yo no existo». Esa frase me hizo eco en la cabeza, no pude pasarla desapercibida.
—¿No existes? —pregunté con curiosidad.
—Ustedes creen que soy el creador de todo lo que llaman universo, pero no formo parte del universo, soy externo a este, no soy parte de tu realidad, esa realidad en la que debería existir... Sólo vivo dentro de una realidad alterna, como esta, una realidad imaginaria que únicamente se proyecta en momentos específicos, como ahora mismo, en tu propia mente, no te puedo dar con exactitud mi verdadera condición, ya que te estaría dando las respuestas para muchas preguntas que te harás en el futuro, y que si las conoces ahora perderían todo sentido... Creo que me entiendes, Vlas —explicó.
—Vaya, tenía razón cuando pensé en que éramos demasiado arrogantes como para intentar darle razones o sentido a que tu existas... Es complejo.
—Ustedes siempre intentan encontrarle razones a todo... Es interesante, no voy a decir que eso sea malo, la curiosidad entrega avance, no hay que ceder ante la complacencia, y eso es algo que tú sabes, Vlas, ¿Conoces lo que significa la ambición, cierto?
—Algo por el estilo, no voy a negar que es algo que viene de familia... Creo que ya sabes lo que sucedió con Rhys y con mi padre por eso mismo.
—Claro que lo sé... Ya te dije que lo sé todo... Poseedores del Scire más que nada —respondió, entre risas.
—Ni que lo digas... Por cierto, ¿Dónde estamos? He notado que la apariencia del lugar cambio de repente —pregunté señalando alrededor mío.
Algunos momentos antes, todo lo que parecía ser un cielo infinito comenzó a convertirse en el espacio... Estrellas, constelaciones, planetas, era hipnótico.
—Esto es el Vacío Temporal, el lugar donde van a parar casi todas las almas luego de la muerte —respondió haciendo alusión a aquella vaga idea que me dio Rhys sobre el Vacío Temporal.
Al parecer no me había equivocado cuando al momento de aparecer en el lugar reviví esa sensación, ya había estado aquí antes.
—«Es la ausencia de tiempo en el alma humana», ¿Cierto? —pregunté parafraseando lo que Rhys me había dicho aquella vez.
—Tiene muchas definiciones, pero quizás esa sea la más acertada, porque la vida de los seres humanos está condicionada por el tiempo, es una carrera a contrarreloj, y cuando este se acaba, ya no se vive más, sólo queda la muerte... En el Vacío Temporal.
—Rhys me dijo que no todas las almas van a parar al Vacío Temporal.
—Tiene razón, eso se lo dije yo... Pero la explicación que él te dio fue la que él aprendió a través de sus descubrimientos gracias al Scire, ¿Cierto?
—Supongo que si... ¿Tiene algo que ver con que tu alma se consuma?
—Algo por el estilo... La explicación de Rhys Windsor no está del todo errada, él es muy perspicaz, y entiende un poco más a los seres humanos, eso es gracias a sus Rexyss, pero dejando de lado razones obvias, creo que decir que la razón por la cual no todas las almas van a parar al Vacío Temporal es por el límite de la realidad es mucho más acertada.
—Espera, ¿El límite de la realidad? ¿Qué es eso?
—Ya te dije que para existir debes de formar parte de una realidad, pero la mente forma parte fundamental entre el límite de realidades, sobrepasar una realidad no es algo normal, pero para nada es excepcional, ya ves que tú lo has hecho... El problema está en cuando no es algo que yo decida, tú sabes, controlo lo externo a tu realidad, por lo tanto debo hacerme cargo de cualquier falla en esta, y cuando un alma sobrepasa la realidad, hay que limitarlo de alguna manera, porque sin importar el motivo por el cual lo logró, si ese motivo se sale de control... La realidad se convierte sólo en un juguete.
—Claro, tú los eliminas de la existencia... O sea que eres algo así como una ley también, una ley para mantener a raya el ego humano.
—Ya te dije que soy muchas cosas, Vlas, pero eres muy perspicaz tú también, la actitud de Rhys Windsor cuando vino aquí es más comprensible ahora... Tú sabes, el poder de controlar la realidad es delicado, por eso estás aquí ahora, eres el elegido del Scire, puedo tomar partido en esto e impedirte ser un poseedor, así como puedo solamente hacer que esto jamás haya sucedido, pero el destino te ha traído hasta aquí, y no seré yo quien evite que decidas por este.
—¿Acaso eso es una ironía? ¿Cómo es posible que yo pueda decidir mi destino cuando estoy en este momento atrapado en un encrucijada por culpa de este mismo? Es hasta cruel.
—Puede ser... ¿Pero tú conoces tu destino?
—No.
—Ves, ahí está el detalle... No puedes decidir algo de lo cual no tienes conocimiento, Vlas Windsor... Si estás atrapado significa que no eres libre, por lo tanto, si no eres libre, tienes un destino... Veremos donde te lleva, elijas lo que elijas.
—¿Cómo elegiré mi libertad si antes de esta está mi destino?
—Entonces eso significa que esa nunca fue tu libertad... ¿No has pensado eso?
—¿Qué? Pero, Zenda... Ella... Ella no puede no ser mi libertad.
—Vlas, es complicado asumir algo de esa magnitud, y más cuando se trata de conceptos tan abstractos, como la libertad o el destino... Porque cada persona es distinta, y eso no es algo que puedas controlar.
—Entonces, el destino no puede ser la muerte.
—Tampoco es tan así, eso sí que sería muy trágico... Es difícil hablar del destino sin irte a lo injusto, porque a veces no tienes la culpa de lo que sucede con tu vida, pero tampoco puedes procurar que siempre se trate sobre algo predestinado... Existe la casualidad, Vlas, existe la suerte, existe el talento, existe la injusticia... Y debes pretender luchar contra todo eso si quieres realmente ser libre... Y de eso no encarga tu destino.
—Pero yo... Entonces, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué fui el elegido? ¿Qué tengo de especial.
—¿Recuerdas que te dije que hay respuestas que si te las dijera ahora perderían sentido más adelante? Bueno, esa es una de ellas... El Scire te eligió Vlas, llegaste hasta aquí por un motivo, creo que desde ahora eres tú quien debe darle sentido a eso.
—¿Todo queda en mis manos?
—Siempre estuvo en tus manos.
—Espera... El Scire, ¿Puede ser el universo?
—¿Quién sabe? Quizás sí... Quizás no... Aunque preferiría quedarme con esta frase, Vlas: No existe la individualidad, no intentes conseguir las respuestas a todo esto pensando sólo en ti, porque más allá de un ser humano, existe la humanidad, y si conseguirás el poder del universo, no será tan así como tú lo crees... Porque la humanidad no es parte del universo, la humanidad es el universo mismo... Y todo lo que te rodea, también es parte de ti.
—Soy yo... Espera... ¿O sea que sólo depende de mí? —pregunté notando que él había alzado su dedo índice, parecía comenzar a preparar algo, y no quise perder esa última oportunidad de conseguir una respuesta.
—Descúbrelo... Es el momento de que esto termine, Vlas Windsor, debes volver a tu lugar —declaró dándome una mirada.
Vaya, al parecer el momento ya había llegado.
—Tendré que decidirme —dije, sabiendo lo que eso significaba.
—Así es... Vlas Windsor, ¿Aceptas el poder otorgado por el Scire a cambio de la vida de aquella persona que más amas? —preguntó, y noté que no sentía la misma angustia que sentí antes de tener esta charla con él.
Sabía todo lo que pasaría cuando volviera, y sabía lo mucho que me destruiría todo lo que siguiera a este suceso, pero entender que no podía ser capaz de evitarlo y que además nada de esto sería mi culpa, me hizo darme cuenta que quizás, muy en el fondo, quería lo mismo que Zenda quería para mí... Ser feliz.
Ella me lo pidió con una sonrisa en el rostro, y también con lágrimas en los ojos, ella lo quería más que nadie, quería verme feliz, quería que yo fuera así de feliz como ella lo fue toda su vida, debía darle ese gusto antes de que no la viera jamás, de tal manera, sólo quería una última cosa antes de que se fuera para siempre.
—Acepto —dije sabiendo que ya no había vuelta atrás, lo había hecho... Nada iba a ser igual—. Pero sólo quiero una última cosa antes de que Zenda se vaya —agregué antes de que llevara a cabo el proceso en su totalidad.
Lo vi bajar su dedo levemente.
—Verla sonriendo, ¿Cierto? —preguntó él, con una sonrisa.
—Si, sólo eso —respondí encogiéndome de hombros. Era obvio que él conocería mi deseo.
—Eso no romperá con el trato, ni tampoco hará daño, pero debes saber que luego que eso pase, ella ya no vivirá.
—Lo sé, ya lo tengo asumido, pero sólo quiero verla una última vez —respondí cabizbajo. Me estaba destruyendo la garganta esa extraña sensación de querer llorar, pero no podía— Entonces, ¿Podré hacerlo?
—Si, podrás —respondió, tocándome el hombro, tal como al inicio—. Esto ya llegó a su fin, Vlas Windsor, y como tú lo dijiste... Ahora todo depende de ti —agregó, señalándome.
—Lo respondiste.
—No te iba a dejar con la duda —declaró, guiñándome un ojo—. Suerte, Vlas Windsor... Ya sabes que hacer —añadió, y su dedo descendió.
La cuenta regresiva había terminado.
Comencé a desvanecerme lentamente, apreciando como el paisaje hermoso que había divisado se desvanecía conmigo. Cerré los ojos y me dejé llevar, ya no era algo que me mantendría tranquilo, todo se volvería cuesta arriba desde este momento, y debería comenzar a encontrar eso que quería descubrir, eso que él no quiso decirme... Debía encontrar mi destino.
Al volver...
Remia, Crystel, Residencia Windsor - 1 de Julio - Año 525
Desperté en mi habitación, apenas volví a sentir mi cuerpo abrí mis ojos, y por instinto de nuevo mire a mi lado, ahí se encontraba ella, Zenda estaba sentada viéndome dormir. Eso era, ese sentimiento que sentía atrapado en mi pecho, volvió.
—Zenda... —dije apreciando su sonrisa, y esas brillantes lágrimas que comenzaron a caer por su rostro.
—Cumplimos nuestra promesa, Vlas... Gracias por regalarme todo lo que viví, y esa última sonrisa en tu rostro... Siempre confié en ti, mi amor —respondió, cuando me di cuenta que yo también estaba sonriendo y llorando—. Ya no siento mis piernas, y mi cuerpo se está durmiendo poco a poco, sólo quería saber si lo cumplirías, y tal y como siempre, me hiciste feliz hasta el último momento —agregó, intentando acercar su mano a mí. Pero fallando en el intento.
—Zenda, espera... —dije, atrapando su mano y sosteniéndola en mis brazos, más cerca de mi rostro pudo acariciar mi mejilla, su mano estaba cálida, era la última vez que la sentiría de esa manera—. Gracias a ti, gracias por aguantar hasta el final... Prometo ser feliz, y vivir por mí, prometo no decepcionarte, Zenda... Espérame en la cima del mundo, en cada estrella que mire y me recuerde a ti, no te defraudaré, yo lo lograré, Zenda... Te lo juro que lo lograré —declaré, dejando salir el llanto que guardaba hacía mucho tiempo, no pude evitarlo cuando noté como sus ojos comenzaban a cerrarse.
—Te amo Vlas... A ti y a todos los que formaron parte de mi vida... Por favor, dale esa carta a Kora, y nunca me olvides, te esperaré el tiempo que sea necesario... Te lo prometo.
Cada una de sus palabras extendía mi llanto, presionaba más y más mi pecho, no la quería perder... Pero ya no había marcha atrás... Y me resigné, pero sin dejar de llorar.
—Se la daré, tenlo por seguro, y ten más aún por seguro que jamás te olvidare, haré que todos te recuerden por siempre, tú eres la salvadora de mi mundo... Tú eres y siempre serás el amor de mi vida. —Mi voz entrecortada clamaba una pequeña promesa, y aunque ella estaba en mis brazos perdiéndose entre mis lágrimas que caían en su rostro, seguía con esa una sonrisa imborrable, ¿Cómo iba a olvidarme de algo así?— Duerme bien linda, estaré contigo pronto... Te amo, Zenda Allen... Te amaré toda mi vida. —Dejé salir, mientras apreciaba como sus ojos se cerraban completamente, y su alma dejaba paso a la libertad.
—Adiós, Vlas Windsor... Te estaré esperando.
Esas fueron sus últimas palabras.
Zenda había muerto.
Sostenía su cuerpo sin vida en mis brazos, ella me había dejado, y aunque había prometido ser fuerte, me encontraba devastado, mis lágrimas caían como un diluvio hacia su rostro angelical dormido en un sueño eterno. Lo sabía, lo esperaba, lo había asumido de tal manera que creí que no me afectaría tanto, creí que estaba preparado... Pero no, nunca se está preparado para algo así. No dejaba de llorar recordando los momentos que vivimos juntos, cada una de esas etapas de mi vida de las cuales ella formó parte, siendo esta, la última vez que la vería, a casi diez años de conocerla y permitirle entrar a mi vida.
Significó mucho, mi vida poco a poco se resumió en ella, y todo lo que alguna vez soñé para ser feliz se fue junto con su alma. Por eso, aunque ella fuera tan importante en mi vida, mi primer amor, la mujer de mis sueños y la salvadora de mi vida... Ya se había ido, y con eso daba una conclusión a nuestra relación, porque sí... La historia de mi vida con Zenda, había llegado a su final.
Me paré y la recosté sobre mi cama, miré a mi palma y vi el sello que me había quitado todo. Que ironía, aquello que te lo da todo, también te lo quita.
Viendo el amanecer desde mi ventana entendí que esa había sido la última vez que escucharía sus palabras, la última vez que Zenda Allen pronunciaría mi nombre, porque ella se había ido junto con las estrellas... Tal y como lo prometió.
—Adiós... Amor de mi vida.
Remia, Dunch, Distrito Central - 1 de Junio - Año 525
—Sucedió —musitó Rhys.
Había terminado su combate de una manera arrolladora. Acabando con todos aquellos rivales que se le cruzaron por el camino. Pero apenas se desconectó de su pelea se percató de esa señal que provenía desde Crystel, eso era nuevo... Y él sabía lo que significaba.
—No sé si halagarte por lo que acabas de hacer o comentar algo al respecto de lo que ambos nos acabamos de dar cuenta —soltó Cole aterrizando a sus cercanías.
Rhys no se dio la vuelta.
—Me has tenido aquí por algo... ¿Dónde está Rygal? —preguntó Rhys notando el hecho de que la barrera en su casa ya había sido desactivada, pero eso más que ser culpa de Rygal había sido culpa de Vlas. El estallido de poder que fue absorbido por él rompió su sello.
—No lo sé, yo estoy aquí porque quería probarte, pero no creo que sea una buena id...
No terminó de hablar porque algo impidió que su voz saliera.
—Mírame maldito... Si te mato ahora ya no necesitarás seguir probándome, creo que eso sí sería una buena idea —declaró Rhys, apretando su cuello con fuerza.
Cole no lo había visto venir, apenas había aparecido a su lado y ya lo estaba estrangulando. Él apretó las manos de su hermano intentando zafarse del agarre, pero ni aunque usara todas sus fuerzas, que en ese momento se le era imposible, no podía hacer nada. Rhys siguió mirándolo con frialdad, devorando a cada segundo su fuerza, hasta que no apretó más... Y lo soltó.
—No voy a perder tiempo contigo... No tienes la culpa de estar en el lugar el cual estás, quise ayudarte hace mucho tiempo Cole, pero decidiste tomar otro camino... No puedo hacer nada para desviar tu rumbo, solo dirígete hasta tu muerte, por lo que veo es lo que más anhelas —declaró Rhys alzándose ante Cole, con una leve mirada de decepción, mientras este se retorcía en el suelo entre arcadas y tos.
—¿Quién lo diría? A Rhys Windsor le dio un ataque de misericordia... Te has vuelto blando, Niño Maravilla —dijo una voz a sus espaldas.
Rhys sabía quién era, pero antes de darse la vuelta y retroceder diez pasos en su avance, solamente rio y desactivó su Scire.
—Te acabo de hacer un favor no matándolo, espero lo tomes como lo es, porque la próxima vez no tendré piedad —respondió comenzando a elevarse lentamente, debía ir a por Lara para luego dirigirse hasta su casa... Si dejaba más tiempo solo a Vlas este se volvería loco.
—Clio no se encuentra en casa, ella ya sabe lo que acaba de suceder, y la madrugada dejó paso a un ligero ambiente de tragedia... Si vas a ir por Vlas te recomiendo cuidar tus espaldas, Rhys... No debes de confiarte tanto —dijo Rygal.
Rhys sintió un leve tono de ironía en su voz, por eso no pudo evitar reír de nuevo.
—¿Acaso eso fue una amenaza? Por favor Rygal, deja de soñar... Has amenazas cuando tengas el poder para cumplirlas, porque si lo haces en este momento sólo lo tomaré como un chiste. —Activó su energía para ampliar su velocidad y dirigió su mirada a su padre una última vez—. La guerra ya comenzó Rygal, espero estés preparado —añadió, antes de desaparecer sin más.
—Así es, Rhys Windsor... Créeme que lo estoy —aseguró Rygal, esbozando una media sonrisa arrogante—. Desde hoy... Todo cambia.
Después...
Remia, Crystel, Apartamento «104» - 30 de Junio - Año 525
Rhys entró a toda velocidad al apartamento de Lara. Pero este estaba en silencio, a oscuras... No sintió ningún rastro de energía tampoco... Era imposible que estuviera vacío, porque Leah había estado ahí toda la noche. Fue ahí cuando recordó las palabras de Rygal, y que el sello se había desactivado antes de él comenzar su pelea... Conociendo el poder de Rygal, acabar con ellas no le hubiera tomado más de un instante... Y no... No podía ser verdad... ¿Por qué?
«Mierda». Comenzó a agitarse, al momento de empezar a recorrer los pasillos, y las habitaciones... Pero nada... La preocupación ya no era preocupación, era miedo, era ansiedad.... Era terror... Su mente no ayudaba nada tampoco, ¿Por qué eso tuvo que ser lo primero que pensaba? Justo en ese momento, con lo sucedido con Vlas también... Todo se le iba a venir encima, ¿Y qué haría?
—Maldita sea, ¿Dónde están? —su desesperada voz rogó respuesta... Casi al borde del pánico.
—Rhys...
Esa voz.
—Lara... —Volteó su mirada hacia el pasillo que se encontraba a su izquierda, ella salía de una de las habitaciones.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, mirándolo con confusión. Su mano siguió apoyada sosteniendo la puerta de la habitación de la que acababa de salir.
—Lara... Carajo, ¿Por qué pensé eso? —maldijo Rhys, dando hondos suspiros... Su preocupación fue desvaneciéndose lentamente a medida que se acercaba a ella—. ¿Estás bien? —preguntó, cuando llegó a ella.
—Estoy bien, ¿Pero qué sucede contigo? —Lara notó su agitación... Y su color de piel... Estaba tan pálido como una hoja de papel.
—Luego te explico... Pero necesito que me acompañes a casa... Sucedió Lara, y necesito de tu ayuda... No puedo hacerlo solo... Por favor. —Él tomó su mano con fuerza, su mirada, un poco perdida entre tantas cosas que su mente no dejaba de maquinar paró cuando se encontró con la de su amada.
—Acabo de hacer dormir a Leah, ella estaba nerviosa... Los chicos están en la otra habitación, junto a Dean... Ellos se quedarán aquí... Vamos... Pero yo manejo, tú no puedes manejar en ese estado... ¿Sí? —preguntó, y alzó sus manos hasta el rostro de Rhys—. Quédate tranquilo... Todo estará bien.
—Te necesitaba, hermosa —aseguró él.
—Ya veo... Pero debemos apurarnos.
—Sí... Vamos.
Minutos después...
—Mi amor, por favor, ¿No puedes ir más rápido? —insistió Rhys, ojeando el velocímetro, el auto no era tan rápido.
—Hago lo que puedo, cariño, ¿Por qué no usas tu teletransportación si quieres llegar rápido?
—Porque Rygal me dijo que cuide mis espaldas, y si se le ocurre atacarme no puedo gastar energía tan deliberadamente... Igualmente no importa, estamos a pocas manzanas... Si mi percepción no me falla sentí aparecer la energía de Vlas hace unos quince minutos, eso quiere decir que ya volvió en sí, y que ya vio a Zenda sin vida —explicó Rhys, tragando saliva ante la última afirmación—. Mierda, no sé porque sentí un nudo en mi garganta al pensar en eso —añadió, confundido.
—Te entiendo, apenas llegaste al apartamento de Leah y dijiste que ya había sucedido sentí lo mismo, supongo que es una ligera angustia... Es horrible pensar que una chica tan joven como ella perdió la vida... Pero no puedo evitar pensar en el martirio que Vlas está pasando ahora mismo, por eso intento ir lo más rápido que puedo —declaró Lara, pisando el acelerador con fuerza.
Rhys asintió y mientras miraba por el vidrio parabrisas divisó su casa a la lejanía.
—Llegamos —avisó sacando su celular—. Frena aquí —señaló, en un borde de la acera.
—¿Por qué aquí? —preguntó Lara confundida. En su casa tenían cochera.
—Debemos dejar lugar para que estacione la ambulancia —respondió Rhys, abriendo la puerta—. Toma... Está llamando al 911, pide una ambulancia por favor —añadió, lanzándole su celular.
—Tendremos que avisarle a sus padres también —recordó Lara, tomando el celular en el aire.
—Si, quédate tranquila, de eso me encargo yo —respondió Rhys, bajando del auto—. Iré, ¿Si? —preguntó, buscando una confirmación en los ojos de Lara. En esos momentos era cuando más necesitaba su brújula moral. Él casi nunca sabía qué hacer.
—Ve —asintió ella, dejando ver una ligera tristeza marcada en sus ojos—. Yo estaré aquí —añadió.
—Gracias bonita —dijo Rhys, y salió corriendo hacia la casa.
Remia, Crystel, Residencia Windsor - 1 de Julio - Año 525
Rhys entró a la casa, a esta la invadía un inmenso y solitario silencio, además de una oscuridad donde apenas entraban los rayos del sol del amanecer por las persianas. Subió las escaleras corriendo a toda velocidad, y siguió por el pasillo hasta la habitación de Vlas. Cuando encontró la puerta de la habitación de su hermano posó su mano en la perilla y dudó, pero por más que dudara debía hacerlo, y sin pensarlo mucho solo abrió la puerta... Y lo vio...
—Vlas... —lo nombró, como por instinto.
Este no reaccionó. Su hermano se encontraba de rodillas al lado de su cama con la cabeza sobre el cuerpo inmóvil de Zenda. Al darse cuenta de la presencia de Rhys levantó su rostro y con una expresión de dolor solo murmuró unas palabras...
—Está muerta...
Ante esta afirmación, Rhys sintió como una parte de su corazón se llenó de sentimientos que sólo había sentido en su pasado, cuando creyó que no iba a perder a nadie más. Pero más allá de eso, lo único que pudo hacer fue tomarse la cabeza y darse la vuelta para posarse en el umbral de la puerta. Esa pesadumbre se apoderó de él, porque desde ese momento... Las vidas de ambos habían cambiado de igual manera, y ya no podrían hacer nada para regresar a esos momentos en los cuales fueron felices.
Mas tarde...
Para las 6:30 a.m la ambulancia había llegado... Quizás fue el destino, pero trágicamente ese momento coincidió con el mismo en el cual los Allen frenaron frente a la residencia Windsor... Apreciando el momento justo en el cual los paramédicos sacaban el cuerpo sin vida de Zenda en una camilla.
—¡ZENDA! —gritó Kora, desesperadamente. Saltó del auto apenas se percató de lo que estaba pasando. Pero por más que destruyera su garganta con el nombre de su hermana, ella ya no la escuchaba, no la iba a escuchar jamás—. Por favor Zenda... No me dejes sola —rogó, cayendo de rodillas cuando vio pasar a su hermana, con su cuerpo cubierto por una sábana blanca. Solo pudo apreciar su cabello oscuro caer por un lado de la camilla. Eso destruyó su alma, cada una de sus emociones se convirtieron en una sola... Y el dolor la invadió en su totalidad
Devastada, sólo comenzó a llorar mientras era abrazada por sus padres. No podía creer lo que acababa de ver, ese recuerdo de su hermana en su mente se grabó permanentemente, y no paró de llorar.
Rhys y Lara miraban con angustia la situación. Ellos se encontraban parados en la entrada. Ambos comprendían lo que veían, ese sentimiento de impotencia y de que tu vida entera se rompa en pedazos, de sentir que ya nada tenía sentido, de perderlo todo. Vivirlo es la única manera de poder ver en su totalidad el panorama desolador que un suceso de esa magnitud era capaz de dejar en una persona.
—No puedo seguir viendo —dijo Lara, bajando su mirada, se tapó su rostro con su mano y negó ligeramente con su cabeza.
Rhys pasó su brazo por alrededor de su hombro y la llevó a él.
—Es triste, cariño... Pero ella ya está en un mejor lugar... Ahora solo debemos estar para Vlas.
—Espero él no se martirice por esto... No es lo mejor para nadie.
Tal vez el deseo de Lara se volvió una maldición, o un presagio, ya que mientras todo eso sucedía afuera, en la oscura habitación de Vlas todo era tristeza, escuchó los gritos de Kora aturdir su mente, y lo único que se le ocurrió hacer fue taparse los oídos, no quería seguir escuchando eso, ¿Por qué tenía que ser tan doloroso? Sentía culpa, demasiada, pero no podía retroceder el tiempo, y desde ese entonces debía comenzar a cargar con algo muy grande.
Alzó su mano apreciando como de ella colgaba el brazalete de plata que brillaba reflejando apenas un nítido rayo de luz que lo alcanzaba. Eso era lo único que le quedaba de lo que alguna vez fue el amor de su vida.
Las horas pasaron, el sonido del llanto de Kora que taladró su cerebro paró, pero su mete lo había grabado, y se lo recordaba a cada momento. Él tampoco se quedó sin lamentarse, en su solitaria habitación sólo lloró y lloró sin parar, pasaron horas, pasaron días, y ya no sentía nada. Su hermano, Lara y hasta su madre golpearon su puerta varias veces, pero ni siquiera podía moverse, estaba hueco, no era él mismo... Así se sentía estar vacío por dentro, así se sentía perderlo todo...
Debía dejar de sentirse así, pero no podía hacerlo, se sintió miserable por muchos días, no había vuelta atrás... Hasta que el día del funeral llegó.
Días después...
Remia, Crystel, Cementerio Privado - 3 de Julio - Año 525
VLAS
El llanto de Kora, la desesperación de su madre y la confusión de su padre. La angustia de todos nuestros amigos, la desolación del ambiente, el dolor de una pérdida... Mi vacío. Todo eso había causado la muerte de Zenda, una inmensa desgracia que azotó la vida de todos, de la misma manera que su presencia nos llenó de felicidad, su partida nos la arrebató.
Me encontraba en el funeral de Zenda, apreciando como cada persona que pasaba frente a mí me pedía perdón. Sabía que estaba equivocado, quien debía hacerlo era yo, pero no podía, ver el desconsuelo de Kora me hacía sentirme cada vez más culpable de lo que había pasado. Aunque yo sabía que no era así, sabía que me tenía que convencer de lo contrario porque solamente me haría más mal, pero la imagen de ella destruida no me dejaba avanzar... No podía dejarla sufrir sola.
Alcé un poco mi mirada por encima de mi hombro, ahí estaba la mano de Rhys, y él parado a mi lado, mirándome con una sonrisa, noté cierta mirada cálida bajo sus gafas de sol. No podía quejarme de él, había actuado como mi hermano mayor en todo momento, me había apoyado en cada uno de esos instante que habían significado un infierno, y esas horas eternas cada día. El día antes del funeral de Zenda tuve que salir de mi habitación. Me sentía mal y necesitaba vomitar, corrí hasta el baño y estuve ahí por horas, él estuvo en la puerta todo ese tiempo, esperando que saliera, para que cuando al fin lo hiciera darme un fuerte abrazo... Lo necesitaba tanto. No pude evitar llorar en sus brazos.
Tampoco podía dejar de lado a mamá, ella sostenía mi otro hombro. Cuando dirigí mi mirada a ella, acercó un poco su mano a mi mejilla, dio una ligera caricia, una de esas que yo amaba recibir, y luego la posó sobre mi cabello. La noche anterior al funeral, ella entró a mi habitación y tuvimos una pequeña charla, ella me hizo saber su tristeza por lo sucedido con Zenda, y también sobre el conocimiento que ella poseía sobre lo que me sucedió. Me pidió perdón, declarando que se sentía algo mal por haberme dejado afrontarlo solo, y que ante eso ella no quería que sucediera lo mismo que pasó con Rhys años atrás. Acepté sus disculpas con gusto, no iba a quejarme de ella, se encontraba atrapada entre lo que Rygal quería y lo que Rhys quería, no podía hacer nada, pero al menos estuvo para mí en ese momento también, como lo había estado los días anteriores. Sin contar que armó mi corbata antes de dirigirnos al cementerio, y en el viaje en carro no soltó mi mano en todo el camino... Comprendí sus actitudes, luego de lo de Rhys ella no quería volver a descuidar los sentimientos de un hijo, y valoraba mucho su esfuerzo, porque sabía que ella me amaba más que a su propia vida.
Lara también me ayudó. Recordé lo que hizo por mi cuando al volver mi mirada al frente, la vi del otro lado del ataúd, junto con Leah... Ambas recostadas la una a la otra. Ella me preparó comida la noche anterior, no había comido por dos días, y si seguía así me terminaría pasando factura, pero ella no me dejó de lado, e insistió que comiera. A ella le debía la vida, también me dio un fuerte abrazo cuando lo necesité, y me ayudó a elegir las flores perfectas para el funeral. Sabiendo que hizo eso sin esperar nada a cambio iluminó mi alma, ella sí que era una mujer de admirar.
En el correr de los dos días que hubo entre el séptimo impacto y el funeral no quería hablar con nadie, recibía llamadas a toda hora, no pude atender a nadie, no sabía cómo responder, ya que seguía sintiéndome culpable. Rhys fue quien enfrentó a los Allen cuando pedían una explicación sobre lo que había pasado, se lo agradecí más que nunca, no tenía el valor para ver a Kora a la cara, no podía hacerlo, le había mentido, y sabía que jamás me lo perdonaría, aun así, le había prometido a Zenda, antes de que ella desfalleciera en mis brazos, que le entregaría su carta el día de su funeral, y por más que mi corazón se negara a hacerlo, debía... Ya no podía seguir rompiendo promesas, había decidido cambiar, por ella, y ya no podía seguir culpándome de todo y siendo la misma persona que fui, se lo había prometido, y pasara lo que pasara, lo iba a cumplir.
Después...
—Lo siento, Vlas, sólo puedo decirte eso por ahora —dijo Rhys, apretando el hombro de su hermano.
Habían pasado unos minutos, él ataúd de Zenda ya había descendido hasta el fondo. Vlas apretó sus puños viendo esa escena, porque el llanto de Kora se oyó más fuerte que nunca en ese momento, y recordó todo eso que sintió con el llanto de ella en su mente esos dos días que tuvo de duelo.
—Gracias Rhys, gracias por estar aquí y acompañarme en otro funeral... Tu presencia no me permite caer —dijo, recordando el día en el cual Demian murió, y la misma sensación que sintió aquella vez atrapándolo de nuevo—. Pasé por esto una vez, pero sé que jamás estaré preparado, fueron dos días en los cuales mi cabeza ha estado en un trance, sin pensar en nada, y todavía tengo que entregarle esa carta a Kora, aún queda demasiado por delante, aunque hoy sólo quiero respetar la memoria de Zenda —declaró, dejando salir afuera esos sentimientos que tenía hacía días.
Rhys lo miró con un rostro comprensivo, y asintió.
—Lo sé, solo quería que lo supieras, si necesitas algo, Lara y yo estaremos por ahí — dijo, señalando un árbol lejos de la multitud.
Lara alzó su mano cuando Vlas dirigió su mirada hacia ella. Él respondió igual.
—Entiendo... Gracias hermano, yo me quedaré aquí hasta que todos se vayan.
—Te esperaré entonces, nos vemos más tarde.
—Sí.
Rhys se alejó caminando lentamente de su hermano. Cabizbajo, pasó al lado de sus padres, y sintió el chistar de Rygal apenas lo esquivó... Se tragó la rabia y siguió su camino, por respeto a la chica, a los Allen, y a su hermano, no hizo ningún movimiento, no era momento de crear un escándalo.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Lara, al verlo llegar y pararse a su lado.
—Está extrañamente más tranquilo y sensato... Mejor así, no quiero decir que dejarse llevar un poco por las emociones es malo, pero al menos salió del pozo en el que se encontraba días atrás —respondió Rhys, sacando una caja de cigarrillos de su bolsillo.
—¿Qué haces? —preguntó Lara, notando como encendía uno.
—Lo siento, estoy nervioso, sólo será este, lo prometo —se disculpó.
—Hace mucho tiempo no te veía fumando... ¿No tomaste tu medicación? Estás estresado, y se nota.
—Ya sabes que mi medicación altera mi sistema nervioso, no puedo estar bajo los efectos de un ansiolítico en momentos como este, si mi energía llegara a funcionar mal podría desencadenar en una situación no del todo deseada.
—Okey, pero apenas regresemos tirarás esa caja, no me gusta que fumes.
—Quédate tranquila, lo haré —aseguró Rhys.
—Kit y Dean me contaron que ya tomaron el vuelo de regreso a Fons, probablemente mañana Leah vuelva también... ¿Has pensado cuándo vamos a volver?
—Hmm... Lo antes posible, pero creo que deberías de ir tu primero... Y acompañar a Leah.
—¿Tú crees?
—Si, seguramente lleve a Vlas conmigo, no lo voy a dejar aquí a merced de Rygal, y necesitaría que prepares una habitación para él, donde se sienta cómodo.
—Claro... Lo haré... ¿Tú crees que querrá vivir con nosotros?
—Es lo mejor, no voy a dejarlo solo, así que si no quiere intentaré hacer lo posible para convencerlo, no voy a cometer el mismo error dos veces, Lara.
—Entiendo, entonces quizás tome el viaje de mañana en la tarde, le diré a Leah, ¿Cuántos días te quedarás aquí?
—Máximo tres, eso sí, sí puedo convencer a mamá ella también vendrá conmigo... Estarán todos más seguros a mi lado.
—Eso será complicado Rhys, no quiero decir que tu madre prefiera quedarse al lado de Rygal, pero después de todo Remia es su hogar, quizás prefiera irse a la casa de su clan... O volver a Rem.
—Si, probablemente lo haga, pero de todas maneras lo intentaré, no pierdo nada.
—¿Vas a entrenar a Vlas?
—Primero hay que ver que es lo que él quiere... No voy a obligarlo a nada, pero si me preguntas que es lo que yo quiero... No voy a negar que me gustaría que él se hiciera fuerte, tú sabes, podría servirle mucho como aprendizaje, y podría volverse competente en el uso del Scire, para defenderse también, si algún día llego a faltar yo.
—Ey, no digas eso, no pienses en algo así en este momento... Es lo último que necesitamos.
—Solo decía, no es que yo quiera morir ahora mismo, pero nadie tiene asegurada su vida, y si en algún momento llegara a suceder, es mejor que todos estén preparados.
—Basta tonto —protestó Lara, dándole un empujón en su espalda.
—Perdón, linda, sabes que jamás te dejaría sola —declaró Rhys, acercándose a ella y llevándola hacía él en un pequeño abrazo.
—Gracias Rhys. —Lara aceptó el abrazo, y se recostó a él.
El funeral siguió su curso, hasta el atardecer, cuando poco a poco los presentes comenzaban a irse del lugar.
Unas horas después...
VLAS
Se había acabado, los asistentes se habían retirado en su totalidad, y sólo quedaba yo frente a la lápida de Zenda. Cientos de flores de todos colores la adornaban, al parecer mucha gente la quería, porque esta estaba llena de cartas y presentes, con el tiempo estos se desgastarían pero al menos ahí estaban. El cariño por Zenda tenía sentido, después de todo ella era única, con un carisma inigualable, sabía ganarse a las personas a su manera. Esa siempre fue su mayor característica.
—Eres muy popular Zenda, supongo que tu deseo de ser recordada por todos no será algo imposible, espero que donde sea que te encuentres estés feliz, yo no puedo evitar extrañarte cada día más, igualmente, todavía tengo que cumplir la promesa que te hice —dije, sacando la carta del bolsillo de mi abrigo. Posiblemente eso fue una señal, porque apenas lo hice escuché pasos a mis espaldas, de una persona en específico.
—No te veo hace dos días, Vlas —declaró Kora, detrás de mí.
—Estuve pensando que hacer conmigo mismo, necesitaba estar solo y procesar todo lo que había sucedido —respondí, sin darme vuelta.
—Con que eso... ¿Y no te harás frente a ti mismo? —preguntó, con el tono sarcástico que había escuchado ciento de veces.
Pero ante su pregunta, no pude evitar no comprenderla.
—¿A mí mismo? ¿A qué te refieres? —pregunté, confundido.
—Ella era todo para ti, lo sabía todo el mundo... Ahora lo que me pregunto es: ¿Cómo harás para no perder la cabeza sin ella? ¿Se enfrentaran el Vlas sin Zenda y el Vlas con Zenda? Alguno de los dos deberá ganar, ¿No es cierto? —preguntó, siendo cada vez más confusa.
—¿Qué estás diciendo Kora? No te entiendo —dije, poniéndome de pie y dándome la vuelta, esto hizo que la terminara por mirar a los ojos, estos se veían vacíos, sin el brillo azul que los caracterizaba, y sus ojeras, marcaban sus ojos como si de una cicatriz se tratara. Ella era quien más lo había sufrido, Zenda tenía razón, Kora no podía estar sola en esto. La estaba afectando demasiado.
—No te mientas a ti mismo, Vlas... Tu sabías que esto pasaría, no estás actuando como actuarias si esto te hubiera tomado de sorpresa —declaró, acercándose a mi— ¿Qué fue lo que paso con Zenda? ¿Por qué me mentiste diciendo que todo estaría bien y que no sabías lo que sucedía con ella? ¿Tienes algo que ver, Vlas? —preguntó parándose apenas a unos centímetros mío. Tantas preguntas en tan poco tiempo me abrumaron, y sólo la miré algo retraído, ella todavía sostenía su mirada.
Sabía que Kora notaría que algo raro había sucedido, ella era muy perspicaz, y ciertamente tenía razón, estaba muy tranquilo como para haber perdido a Zenda de tal manera. No sé cómo habría actuado si me hubiera tomado de sorpresa, quizás habría sido peor que la vez que me enteré que esto pasaría, o quizás ni siquiera lo habría podido aguantar, por esa razón, debía darle la derecha a Kora, no estaba siendo el mismo Vlas que ella conocía. Y sabía que ella no se movería de su lugar hasta recibir una respuesta de mi parte.
—¿No me responderás? —preguntó, notando que me había quedado en silencio.
Su tono de voz era demandante. Estaba muy enojada, furiosa, la vi cerrar sus puños cuando tampoco respondí esa respuesta, pero no quería que me golpeara, por eso encontré la mejor respuesta.
—No está en mi decírtelo, porque Zenda me lo pidió, pero también me pidió algo más, no sabía cómo hacer esto, así que creo que este es el mejor momento... Toma, Kora —dije, estirando mi mano y entregándole la carta—. Sólo léela, si no quieres verme luego de que la leas te entiendo, sólo quiero que me perdones por todo... Perdón Kora, perdón por romper la promesa, perdón por amarla hasta el final, ignorando todo lo que los demás iban a sufrir, fuimos un poco egoístas, pero no queríamos llorar, ni lastimar a nadie más... Quiero que sepas que ella fue y siempre será lo más importante de mi vida, y nunca me olvidaré de ella, ni de todo lo que hizo por mí... Tampoco de ti, adiós y gracias por todo, Kora... A pesar de todo, espero que al menos tu seas feliz —agregué, antes de darme la vuelta alejarme del lugar, no sin antes dejarle una rosa blanca en su lapida. Como despedida.
Alejándome del lugar supe que lo que acababa de hacer estaba mal, la había dejado a su suerte con la carta que su hermana le escribió, en soledad, con una declaración que cambiaría su vida, no pude evitar preocuparme por ella con sólo una pregunta en mi mente: ¿Podría asimilarlo?
Una angustia comenzaba a formarse en mi pecho, no pensé en ella y traicioné la confianza de Zenda, aun así, no era ningún héroe ni nada por el estilo, yo también me sentía vacío, insatisfecho conmigo mismo, había tocado techo y sabía que lo que me estaba pasando era algo necesario, no podía sólo dejar de lado el dolor que sentía, eso era lo que me iba a convertir en la persona que esperaba ser, necesitaba eso, más que nada, sólo me quedaba sufrir, hasta entender de lo que estaba hecho, hasta llegar hasta ese límite, para así al fin poder utilizar aquel poder que Zenda me había dejado... Pero que también me lo había quitado todo.
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