Remia, Crystel, Ayuntamiento de Crystel - 23 de Junio - Año 525
—Así que ya sabes que estás aquí. —Rygal miró a Cole, parado frente a él, al otro lado de su escritorio—. Contesta Cole —ordenó, al darse cuenta que él se había quedado en silencio.
—Hice lo que me dijiste, debilité al clan Windsor —Cole comenzó a explicar.
—Eso no fue lo que te dije yo —Rygal lo interrumpió, su voz grave volvió a dejar a Cole en silencio.
—Sólo quería probar a Vlas Windsor, padre... —admitió, bajando su mirada al notar el movimiento de su padre, este se había afirmado a la silla. Se iba a poner de pie.
—Mierda, te dije que no te entrometieras donde no debías, Cole... Rhys Windsor no debía saber de tu presencia en Remia hasta el día del séptimo impacto. —Comenzó a caminar de un lado al otro, detrás de su escritorio, a una distancia considerable de su hijo—. ¡Pero no! —Alzó la voz. Cole rápidamente se irguió en su postura, y alzó su mirada. Rygal lo observaba con frialdad, y su mirada era tan afilada que parecía que lo cortaría en dos—. Yo te di ese poder, Cole... Yo ordeno lo que debes hacer con él... Ahora Rhys Windsor está detrás de ti, ¿Y quién debe protegerte? Yo... Debí saberlo... Debí saber que no estarías a la altura.
—Espera, padre... Yo... —Cole quiso decir.
—¡Cierra la maldita boca... Cole! —Rygal ordenó, alzando su voz de nuevo, y apuntando a su hijo con su dedo.
Fue tan demandante que Cole volvió a quedarse paralizado, y tragó saliva. Sólo eso se oyó en la habitación luego de lo dicho por Rygal.
—Quiero que te escondas lo que resta de días para el séptimo impacto... Si Rhys Windsor te encuentra... Te matará... Y eso lo sabes más que nadie... Te llamaré el día antes, necesito que hagas algo por mí. —Volvió a sentarse en su escritorio—. Pero hasta ese momento, Cole. —Alzó su mirada, y en sus ojos plateados se apreció su amenaza. Cole sintió que tenía una daga en su cuello, a punto de traspasarlo—. Hasta ese momento... No existes —concluyó. Bajó su mirada otra vez, y como si nada hubiese pasado, volvió a su trabajo.
—Lo que digas, padre... —Cole asintió. Bajando su rostro, y dándose la vuelta.
Comenzó a caminar hacia la puerta, intentando hacer el menos ruido posible. Su cuerpo entero estaba tenso, su padre era incluso más intimidante de lo que era Rhys Windsor. Y eso, aun sabiendo que no estaba en peligro. Rhys Windsor era un monstruo, él lo sabía, lo podía confirmar... Pero Rygal Di Rem... Rygal Di Rem había creado a ese monstruo.
Y era mucho más monstruoso que él.
Al otro día...
Remia, Crystel, Apartamento «104» - 24 de Junio - Año 525
—No pude dormir anoche pensando en él, por suerte llegaste esta mañana, estaba a punto de volverme loca —declaró Clio, mientras su hijo la dirigía por los pasillos del apartamento, hacia la habitación de Vlas.
Rhys lo sabía, su hubiese sido por él, habría ido la noche anterior, antes de ir a visitar a Lara. Pero ese día, las heridas de Vlas aun seguían algo expuestas, y él sabía cómo era su madre, y lo mal que se sentía cuando veía a sus hijos dañados. Por eso, espero a que pasara el día, para ir a buscarla, ya que las heridas de Vlas habían cicatrizado gracias a que pudo concentrarse mejor en su regeneración, y para impedir que su madre se angustiara al verlo en ese estado.
—Perdón, por lo menos debí avisarte —Rhys se disculpó, frenando frente a la puerta de una habitación.
—Está bien, no querías preocuparme más de lo que ya estaba, sabía que él estaba a salvo porque se trata de ti —aseguró Clio, frenando al lado de su hijo.
—Es aquí... —señaló Rhys, apoyando la mano en la perilla de la puerta. Al girarla, esta se abrió, y él entró primero, su madre lo siguió—. Ahora está bien, curé todas sus heridas, y Leah me ayudó a limpiar su cabello y rostro... También le cambié la ropa... Pero sigue durmiendo —indicó, caminando hacia la cama de su hermano.
—Él... Él nunca le hizo daño a nadie... Lo que hizo ese chico fue muy malo. —Clio siguió de largo luego de que Rhys parara, camino hasta el borde de la cama, cerca del cabezal—. Mi niño... —Acercó su mano al rostro de su hijo, y con suavidad, lo acarició, como siempre—. Por cierto... Rhys —dijo, sin quitarle la mirada de encima a Vlas.
—Dime.
—¿No le hiciste daño, cierto?
—¿A quién?
—A ese chico.
«¿Cole?», pensó.
¿Por qué su madre preguntaría algo así? Si él lo hubiera hecho, no se lo diría, porque sabía que, al igual que cuando se entera que sus hijos están heridos, su madre se angustiaba cuando él cometía un asesinato. Seguir sumándole preocupaciones a ella no era algo que quería, así que se iba a encargar de hacer justicia por Vlas, con sus propias manos... Como siempre lo hizo, ya que, se encontraba con la obligación de hacer pagar a aquellos que lastimaban a quien él más amaba... Aunque fuera su sangre... No importaba... Cole aceptó correr ese riesgo al atacar a su hermano, por lo tanto, debía correr con las consecuencias de la misma manera.
—Huyó... Lo estoy buscando —respondió.
—No lo hagas... Déjalo en paz... No es necesario —pidió su madre.
¿Qué? ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué debía perdonarle la vida luego de él haber amenazado la de su hermano? Entendía el punto de su madre, conocía su personalidad, y sabía que ella jamás tomaría represalias contra alguien que le hizo daño, a ella, o a quienes amaba. Pero él no era su madre, y estaba seguro de hacerlo, porque era su alma la que lo pedía, y no se iba a sentir tranquilo si esa persona estaba por ahí, a sus anchas, con ese pensamiento, tal vez... Planeando hacerlo de nuevo. Si quería proteger a quienes más amaba, debía arrancar de raíz cualquiera amenaza, por eso, cada una de las personas que lo hicieron en el pasado... No pudieron contarlo, y perecieron ante sus manos... Él lo decretó... Cole no iba a ser la excepción... Debía pagar.
—Mamá... ¿Qué dices? Casi mata a Vlas, se burló de él luego de darle una paliza... Tu no lo viste, mamá... Lo dejó irreconocible... Y lo hizo sólo por placer propio, no ganaba ni perdía nada haciéndolo, porque sé que atacar a Vlas jamás sería una orden de Rygal... Lo hizo bajo su propio juicio... Y por eso... Debe hacerse cargo del error que cometió.
—Rhys, no seas egoísta... ¿Tú crees que todo se va a resolver matando a ese chico? Eres inteligente, sabes que no... Además, no lo haces para hacer justicia por Vlas, lo haces para sustentar tu propia idea de justicia... No es la que él quiere... Es su hermano, Rhys... ¿Cómo crees que se sentiría si supiera que mataste a su hermano porque lo atacó? ¿Crees que no se sentiría culpable? Que a pesar de no conocerlo, no lo vería de esa manera... Sé lo que quieres decir, Rhys... Sé que no quieres que ninguno corra peligro, sé que quieres hacer pagar a aquellos que atentan contra nuestro bienestar... Pero Rhys... Hacerlo sin pensar en lo que él otro quiere... Es egoísmo... A pesar de que lo hagas como forma de justicia... Sigue siendo egoísmo... Porque sólo lo ves desde tu visión... ¿Y la de Vlas qué? ¿No cuenta?
«¿Qué? ¿Por qué no puedo refutar lo que dice? ¿Le estoy dando la razón? Ella, ella... No tengo argumentos... ¿Por qué? Si siempre lo hice de esta manera... Lo hago por ellos... Lo hago por su bien... No es egoísta... ¿Cierto?», Rhys se halló en una encrucijada.
Años atrás, cuando dejó de asesinar personas a pedido de Lara, supo el error que había cometido, y en lo que se había convertido. Supo que ese no era el camino que quería seguir, que mancharse las manos de sangre era sólo su última opción. Y ese pensamiento lo acompañó un buen tiempo... Fueron años sin tener la idea de matar a alguien en su cabeza, sin la necesidad de hacerlo... Pudo encontrar otras opciones... Pudo salir de ese camino oscuro, y usar ese poder que tenía, de una manera que jamás se planteó hacer... Hasta ese día... Hasta que Thomas murió.
En esos años, proteger a quienes más amaba no era una obligación que se había impuesto, era una decisión de sí mismo, porque ellos eran la razón por la cual seguía adelante. Y mantenerlos a su lado, era su propósito. Pero ese propósito desapareció cuando se quebrantó su primer promesa... Cuando Thomas fue asesinado, y por no matar a alguien... Rompió el corazón de Lara... Y sus manos se mancharon de sangre... Esta vez... De un ser querido... «Matar no es una opción... Es una obligación», decidió tomar esa idea... Decidió volver a ser el mismo. Y toda la guerra nació de ese pensamiento... Y volvió a quedarse solo... Volvió a mancharse las manos de sangre... Volvió a ser el Demonio de Remia... Esa era su única opción... Su maldición... Y su destino.
Encontró un balance entre no matar, y hacerlo cuando era necesario luego del final de la guerra, al decidir el verdadero camino que quería tomar... Al volver al lado de Lara, y asumir, con la base de su existencia, una promesa que no rompería jamás... Y que si lo hacía... Pagaría con su vida. Y así... «Matar no es una opción... Es una obligación» se convirtió en «Matar sólo para asegurar su bienestar... Es la única opción». Y así... Aunque la mayoría de tiempo intentara no dejarse llevar, cuando su mente estaba al límite, y sus seres queridos corrían un peligro de vida... Por sólo ese instante... Permitía dejarse envolver por la oscuridad... Y hacer eso que odiaba... Matar... Y volver en sí... Una y otra vez... Porque ese era su pensamiento... Porque esa era su decisión... Y porque de mantenerlos a su lado dependía su vida, y su existencia... Y luego de todos sus pecados... Era la única utilidad de su poder.
—Mamá... Yo... Lo hago por ellos... No lo hago por mi —dijo... Aunque no tan convencido como antes.
—Rhys... No lo hagas... Y esta vez... Sé que estoy siendo un poco optimista... Y sé también que el chico cometió un error que tú no perdonarías jamás... Pero... No quiero que lo hagas por mí, ni por ti... Quiero que lo hagas por Vlas... Porque él también tiene voz, y tiene opinión... Tiene la responsabilidad de su propia vida, y de su propio perdón... Tomar esta decisión sobre qué hacer con su victimario, sin consultárselo... Es egoísmo, porque le quitas poder y valor a sus decisiones... Porque le quitas confianza... Y ahora, que está al límite de su vida, con una decisión de vida o muerte... Cuando más necesita de esta, y de saber que su decisión sí importa... Le afectaría demasiado... Y no quiero eso para él.
Clio esta vez miró a Rhys... Él, casi sin palabras... Invadido por dudas, como no le pasaba hacía años... La miró también, casi sin creerlo... Que ella le hubiera dado ese golpe de realidad... Le hubiera replanteado sus propios principios... Su madre... Otra vez... Sólo ella.
—Por favor, Rhys. —Clio se paró frente a Rhys.
—Mamá... ¿Por qué eres tan buena? —él preguntó... Y se le escapó una sonrisa.
—Ves... Sé que no quieres hacerlo... No te obligues a cometer esas locuras... No eres tú cariño... Déjate aconsejar por los demás, y cuando tengas dudas... Permítete pedir una confirmación... No te tragues la angustia, no te tragues el desagrado... Ya sufriste mucho en el pasado por hacerlo, y esos errores que te persiguen y te atormentan no pueden seguir alimentándose... ¿Sí?
—Te amo... Siempre sabes que decir.
Su respuesta vino con un abrazo al que Clio respondió. Orgullosa de su hijo... De sus hijos... Feliz de saber que ellos aún poseían esa humanidad que ella adoraba apreciar en sus sonrisas.
—Por cierto... ¿Se lo has contado a la chica? —preguntó.
—¿Te refieres a Zenda? —Rhys la miró confundido.
—Sí... Ella lo debe saber... Vlas me contó que habían hablado sobre lo que harían hasta el día de su decisión... Y decidieron estar el uno al lado del otro sin importar nada... Ella se va a preocupar... Es mejor que lo sepa.
—Sí... Tienes razón... La llamaré. —Rhys caminó hacia la puerta—. ¿Te quedas con él? —preguntó.
—Sí... Avísame cuando ella llegue... Y los dejo solos.
—Bien... Ahora vuelvo —dijo, antes de salir de la habitación.
Horas más tarde...
—Gracias por llamarme, Rhys. —Zenda salió de la habitación donde Vlas descansaba, hacia el pasillo. Ahí vio a Rhys recostado en la pared, estaba tomando un vaso de café, parecía pensativo.
—Si a Lara le sucediera algo parecido quisiera ser el primero en saberlo... Además de que no quería que te preocuparas, no sé cuánto tiempo estará en ese estado... Sólo espero que si despierta, sea antes de ese día —respondió Rhys, alzando su mirada.
Zenda lo miró con una triste sonrisa, él comprendió su reacción.
—Gracias por devolverme la memoria, ya me parecía extraño que sintiera como que algo me faltaba, nunca me di cuenta que era eso —dijo riendo.
—Sí, lo siento por haberlo hecho en primer lugar, pero quería contárselo a Vlas con un poco de tranquilidad, y me aseguré de que nada externo nos interrumpa... Luego de que él te lo contara desactivé el bloqueo en tu mente... Perdón.
—No pasa nada, hasta cierto punto estoy agradecida, pude comprender mejor la situación luego de que Vlas me explicó todo... Sé que todo fue por él... Eso me hace también querer agradecerte por cuidarlo y pensar tanto en su bienestar... Es difícil el momento por el cual está pasando, pero él es fuerte, sé que podrá superarlo —aseguró la chica.
—¿Él? No me digas que...
—Sí —ella lo interrumpió. No era necesario que lo dijera, ni ella quería oírlo—. Ya hablamos del tema con Vlas... Y ya aceptamos nuestro destino... Y su decisión —ella lo dijo con serenidad, y cierta aceptación.
Rhys la miró sorprendido, nadie diría algo así con tanta tranquilidad.
—¿Estás totalmente segura de eso? Es una decisión sin vuelta atrás, Zenda, muy dolorosa, y con muchas consecuencias... Vlas vivirá con ese pensamiento el resto de sus días.
—Son cosas que no se pueden evitar, Rhys... Supongo que es lo único que nos queda, sólo eso, alguno de los dos deberá seguir adelante sin el otro.
—¿Por qué quieres ser tú?
—Porque lo amo, ¿Tú no darías tu vida por la persona que amas? —preguntó ella, con una sonrisa.
—Claro que sí... Pero él también te ama, y él es quien tomará la decisión, ¿Cómo sabes que no se elegirá a él?
—No lo sé... Creo que es porque confío en él —indicó, encogiéndose de hombros.
—¿Por qué tú, Zenda? Ahora quiero una respuesta real, ¿Por qué quieres hacerlo? —insistió Rhys.
«Porque lo amo» no era suficiente, él sabía lo que el amor era capaz de hacer pensar, de hacer sentir... Tomar decisiones abruptas o sin pensarlo mucho era una constante que se repitió mucho en su vida en base al amor que siempre sintió por Lara. Pero aunque alguien tuviera ese tipo de pensamientos, llevarlos a cabo costaba demasiado, y no era solo una razón vacía, debía haber más.
—Hace mucho tiempo me propuse hacerlo feliz, encargarme de que él no sufriera de nuevo luego de todo lo que pasó en su vida, me propuse salvarlo de la oscuridad las veces que fueran necesarias, sin importar lo que él pensara de mi... Sé que él me ama, y sé que no dejará de hacerlo jamás, sus sentimientos son los más importantes, incluso para mí, pero, ¿Lo has pensado Rhys? Sé que lo has hecho, eres una persona muy inteligente después de todo, ¿No crees que esto tiene una razón más allá de ser sólo una «elección»?
La pregunta de Zenda era certera, Rhys supuso que algo así vendría luego de un poco de análisis de la situación, Zenda no era necia, ella podía darse cuenta.
—Si, lo creo... Y puedo asegurarlo —respondió Rhys, con una arraigada firmeza.
—Esa es la razón... No creo mucho en situaciones del destino, pero tampoco creía en los poderes sobrenaturales antes de lo sucedido contigo o con Vlas... Así que sólo me queda aceptar mi extrema imposibilidad de ignorar el asunto, pero confió en Vlas, sé que él lo logrará, sé que lo podrá superar sin mí... Yo nunca podría, es demasiado, la situación me superaría, no tengo ni la voluntad, ni el talento, ni la fortaleza necesaria... No tengo el valor... Sin él... Creo que yo realmente moriría por dentro —dijo casi susurrando, ella bajó su mirada y apretó sus manos.
Rhys vio como jugaba con sus dedos, ella tenía miedo.
—Aceptar la muerte es el acto con más valor que una persona podría hacer... No sabes lo difícil que puede llegar a ser, incluso más difícil que vencer una enfermedad, o salir de una adicción, hasta de superar una perdida... Aceptar la muerte es aceptar el fin de tu vida, que es lo más importante en esta misma, porque solo pasa una vez en toda la eternidad, y porque pase lo que pase en ella, nunca sentirás nada igual... Eres fuerte Zenda, eres valiente y tienes una gran voluntad, no intentes convencerte de lo contrario, porque no es así.
Años atrás, incluso antes de obtener su Scire, Rhys estaba seguro de entregar su vida por las personas que amaban, él iba a ser quien se sacrificaría por ellos, lo tenía muy en claro. Pero distintos eventos evitaron que eso aconteciera.
Hoy en día seguía con la misma idea, y por eso sabía lo que significaba el pensamiento de Zenda, incluso el de su hermano cuando tenía pensado hacerlo él mismo. El miedo a la muerte era demasiado, el más grande, era imposible no sentirlo cuando esta se acercaba, inhibía los demás sentimientos, limitaba el amor, no querer lastimar a nadie era la principal idea, por eso alejarse era la primera acción a tomar. Lo que Zenda y Vlas habían hecho en primer lugar, a su manera, pero lo hicieron.
Zenda había dicho que no quería lastimar a Vlas, que no quería hacerlo sufrir, pero aunque intentara pensar lo contrario sabía que no ocurriría así, y no sólo lastimaría a Vlas, también lastimaría a su hermana, a sus padres, y a todas las personas que la querían... Pero como ella lo había dicho... «Son cosas que no se pueden evitar».
—¿Él no estará solo, cierto? —preguntó la chica, buscando la confirmación en los ojos de Rhys al dirigir su mirada hacia él.
—Nunca... Estaré con él en todo momento... ¿Sabes? Hace no menos de dos días me hizo prometerle que te cuidaría, creo que tendré que repetirte esa promesa a ti hoy —respondió Rhys, entre risas.
—No es necesario, Rhys... Sé que lo harás... Sé que amas a tu hermano quizás hasta más de lo que lo amo yo.
—Yo amo a mi hermano tanto como tú amas a tu hermana... ¿Qué sucederá con ella? También le afectará, ¿No crees?
—Kora... —musitó ella, con una sonrisa—. Sí, le afectará mucho, y que me perdone por lo que voy a hacer, pero no puedo decírselo antes... No me dejará ir... Lo sufriría el doble... Y si eso pasara, yo no me podría ir... Amo a Kora... Pero no quiero verla sufrir... ¿Sabes lo duro que es sentir algo así, cierto? Y asumir que todo se viene abajo... Asumir tu muerte.
—Claro que lo sé... Duele... Duele demasiado, nunca nada llenará ese hueco en tu vida, pero hay que aprender a dejar ir ese dolor, aunque sea necesario no es indispensable, porque la muerte viene para todos igual, no vamos a cambiar ese destino... Pero sí podemos encontrar un camino más agradable para llegar a él, y al final, no terminar solos, al final... Sentir que la vida valió la pena.
Remia, Crystel, Apartamento «104» - 26 de Junio - Año 525
—Despertaste. —El alivio invadió a Zenda cuando vio a Vlas abrir sus ojos. Lo miró con una sonrisa de par en par.
—¿Eh? ¿Qué haces aquí, linda? —preguntó Vlas, confundido, e intentando alzar su cabeza en la almohada.
—Tu hermano me contó todo, quédate tranquilo —respondió Zenda, ayudándolo a sentarse—. ¿Recuerdas algo de lo que sucedió o tu pregunta fue totalmente sincera? —preguntó, alcanzándole un vaso de agua. Vlas lo vació de un trago.
—Sí, recuerdo la mayoría... Ese maldito... Fue todo tan rápido, ni siquiera me pude defender —maldijo Vlas, apretando el puño con impotencia.
—Ey, cálmate, ya pasó, ahora estás bien, eso es lo importante. —Zenda tomó su mano. Intentando calmarlo.
—Zenda. —Vlas alzó la mirada. Cierto... Ella estaba a su lado... Recién caía. Ella le sonrió y su corazón volvió a latir, se sintió agradecido, y la quería sentir, a ella... Sólo a ella.
—¿Si? —preguntó Zenda, confundida. Vlas ya la había abrazado incluso antes de terminar la pregunta, y ella necesitaba un abrazo de Vlas, ya lo extrañaba... Su preocupación fue mucha y al fin se había ido—. ¿Estás bien? —preguntó riendo.
—Pensé que no te vería más... Imaginé lo peor antes de perder la conciencia, no quería que nos separáramos sin despedirnos... No quería... Mierda. —Vlas se aferró a ella. Esa suavidad en su respuesta lo hizo despejar dudas, lo hizo sentirse en el cielo.
—Ey —dijo ella, separándose de un poco de él, necesitaba mirarlo a los ojos para decirle lo que quería decirle—. Ya hablamos de eso... Y creo que quedo claro lo que al menos yo quiero. —Lo miró con cierta conformidad.
—Sí... Entendí perfectamente tu postura, pero también hicimos una promesa, y como dije anteriormente... «No quería irme sin despedirme de ti» —Él repitió sus palabras... Esta vez, más sinceras que nunca.
Zenda lo comprendió y sonrió en señal de entendimiento.
—Dejemos eso para más tarde, ¿Sí? Quiero saber cómo te sientes, ¿Estás bien? —preguntó ella, analizándolo con la mirada. Estaba mucho mejor que días atrás, Rhys no hacía nada más que curarlo, por lo que sus heridas ya habían dejado de verse.
—Mejor que nunca... De hecho esperaba verme peor —dijo él levantándose de la cama, caminó hasta la esquina de la habitación y se miró en un espejo. No tenía una sola cicatriz.
—Rhys fue quien te salvó, también te curó... Antes de irse me dijo que cualquier movimiento inusual que note le avisara lo más rápido posible, estaba muy preocupado —contó Zenda.
—Le tendré que agradecer cuando vuelva... Por suerte está aquí, no sé qué hubiera pasado si no él no llegaba —dijo Vlas, bajando el rostro. Dejó de ver su reflejo.
—Rhys nunca permitiría que alguien te haga algo malo... Hablé con él mientras estabas dormido, le expliqué lo que pensaba sobre todo lo que estaba sucediendo, y lo entendió perfectamente... También noté que se preocupa mucho por ti, aunque no lo demostrara tanto estaba nervioso esperando a que despertaras... Sacaste la lotería con un hermano como él.
—Lo sé, estoy agradecido de que así sea, porque después de todo lo que tuvo que pasar, él más que nadie se merece lo que tiene, una esposa como Lara que lo apoya en todo y siempre está con él, alguien como Leah que le devolvió lo que era el calor de una familia, y todas las personas que lo siguen y confían en él, su gran voluntad y perseverancia lo hicieron llegar a donde está ahora, y así debería haber sido antes de la muerte de Demian... Antes de cometiera todos esos errores de los que nunca dejará de arrepentirse —aseguró Vlas, con un poco de aflicción marcada en su voz. Zenda estaba a su lado, tan solo con mover un poco su mano encontró la de ella... Y la apretó.
Zenda se dio cuenta de que él no estaba del todo animado, se notaba en su rostro y en su propia actitud que no se sentía seguro con todo lo que estaba sucediendo. Su relación era tan fuerte que solo con esa acción, la de tomarle su mano, ella sabía que debía hacer algo por él, debía ayudarlo a despejarse e ignorar la situación actual, necesitaban un tiempo a solas.
—¿Quieres que salgamos los dos solos? —sugirió Vlas.
A ella la tomó por sorpresa, estaba por preguntarle lo mismo.
—Estaba esperando que lo dijeras —respondió ella, con una sonrisa.
—Mejor así, ¿Puedes esperarme afuera? Me iré a cambiar... Debo de tener algo de ropa por aquí —dijo Vlas, dando una mirada alrededor de la habitación—. Espera... Esta no es mi casa, ¿Dónde estamos? —preguntó, percatándose que era un lugar desconocido.
—Creo que es el departamento donde Leah se está quedando, o algo así dijo Rhys —respondió, Zenda señalando una foto colgada.
—Son Lara y Rhys —dijo Vlas, acercándose al portarretratos
—Sí... Y Leah... Vaya... Son una familia hermosa —dijo Zenda, parándose a su lado.
—Ni que lo digas... —respondió él, mirando fijamente la foto.
Eran Lara y su hermano, saliendo de algún tipo de salón, sus manos estaban juntas, en los brazos de ellos estaba Leah, ella se veía más pequeña que en ese momento, la foto era vieja. Tal vez un par de años... Estaban vestidos como una pareja recién casada, y su felicidad se notaba incluso desde la foto. Zenda tenía razón, eran una familia hermosa.
Vlas no podía creer el trasfondo que esa foto tenía detrás, después de todo, los tres habían estado solos, lo habían perdido todo, su pasado los había lastimado, y se encontraban perdidos, no tenían a nadie alrededor, sólo había personas igual de lastimadas que ellos, y así fue como sucedió... Esos sentimientos de dolor fueron los que los hicieron tan unidos, cada uno era la vida del otro, cada uno amaba al otro, cada uno significaba demasiado para el otro... Eran los tres pilares de una sola fuerza.
Vlas no se equivocaba al pensar que su hermano había cambiado, Rhys era impresionante, luego de haberlo perdido todo se levantó del golpe más duro de su vida, ayudó a las personas que lo rodeaban y estaban en su misma situación, a ser felices junto a él, les prometió un futuro donde iban a poder vivir sin preocupaciones... Él se lo había planteado, ese era el destino de Rhys, ese era el destino que él había buscado, esa era su manera de cambiar su mundo y de arreglar su camino... Aquel que perdió tiempo atrás... Él sueño que tantas personas buscaban, y que por esa misma razón lo seguían, porque Rhys era el único capaz de lograrlo... Y él debía ayudarlo... Zenda se lo había dicho, ese también era su destino, él había sido elegido para eso... Y no iba a poder cambiarlo.
Pero quizás si Zenda.
—Bueno, voy a salir... Te espero afuera.
Zenda estaba por abrir la puerta cuando oyó la voz de Vlas detrás de ella.
—Zenda, espera —él la interrumpió.
Ella se volvió hacia él. De espaldas... Lo miró confundida... ¿Le estaba hablando?
—¿Qué sucede?
—¿En serio tú quieres que tome esa decisión? ¿Quieres que ponga mi vida por encima de la tuya? —él preguntó, sin quitar la mirada de la foto de su hermano.
—Creo que quedo muy en claro lo que pienso Vlas, sigues con lo mismo.
Él seguía de espaldas, sintió que él valor vino sin mirar a Zenda. Ella lo notó y caminó hasta él.
—¡Necesito que me lo digas! ¡Dime qué quieres que te eli...! —pidió... Estaba a punto de voltear.
—Quiero morir por ti... —Ella llegó primero, e interrumpió su ímpetu, posando su mano en la espalda del chico. Vlas sintió ese suave tacto y se dio la vuelta, la firme e inalterable mirada de Zenda lo atrapó—. Quiero hacerlo, no soy una suicida, pero así es la vida, así es mi vida... Todo ocurre por algo, ¿Cierto? —preguntó... Y su sonrisa volvió.
—Pero Zenda... ¿Por qué? No puedo entender por qué, si lo tienes todo para ser feliz por el resto de tu vida, ¿Por qué terminarla así?
Esa cuestión era la que intentaba deducir desde que ella le dijo que aceptaría su muerte. Nunca pudo comprender la razón detrás de esos deseos.
—Porque así lo decidí Vlas, tengo todo para ser feliz... Sí, lo sé... Pero también tengo todo para que ustedes sean felices, ¿Crees que sin ti este futuro será claro? Tu hermano te necesita... Y esto lo hago por el bien de todos, ya te lo había dicho... Por el bien de Kora y de mi familia, por tu propio bien, y el de los que me rodean, prometí que viviría para que me recuerden, Vlas... Si muero de esta forma sé que todos sabrán de mí por siempre, y que nunca me olvidarán, eso es lo que anhelo... Quiero que mi vida haya tenido sentido... Un sentido que yo elegí.
Él no podía dejar de admirar la determinación en sus ojos... Era única, no podía contra ella. Nunca lo haría.
—Pero yo sí te recordaría, sea como sea tu muerte, yo nunca me olvidaría de ti, jamás, pase lo que pase siempre vivirás en mí —aseguró el chico.
—Lo sé, por eso no puedo permitir que tu mueras antes que yo... Lo siento si te dejo solo, pero tampoco quería que tú me dejaras sola a mí, fui egoísta en ese sentido, creí que serlo alguna vez en mi vida no haría mal... Aun así, ya estoy preparada, ya conseguí todo lo que quería, quizás me quedaron cosas por hacer, pero lo importante siempre estuvo ahí... Personas que amo y me aman, ya fui la mejor en lo que más me gustaba, quizás nunca fui la chica más seria del mundo, pero porque intenté vivir todo el tiempo con felicidad, y no puedo quejarme de eso, ya que mi actitud me hizo pasar los mejores momentos de mi vida, ya aprendí y enseñé, reí, lloré, tuve miedo y tuve valor... Conocí la felicidad y la tristeza... Pero lo más importante en mi vida siempre fue el amor... Ese amor que conocí diez años atrás —dijo, tomando el rostro de Vlas y secando sus lágrimas. El chico siempre se ponía sentimental en esos momentos—. Diez años atrás conocí al amor de mi vida... Esa persona que me hizo ver el mundo desde un punto de vista diferente, con quien tengo los mejores recuerdos y experiencias, con quien agradezco haber pasado tanto tiempo, quizás lo único que siempre tuve miedo de dejar ir, creo que aunque lo conocí más que nadie, nunca fue una comprensión total, porque él supo encontrar su camino, él supo conocerse a sí mismo también... Mi contrario, pero mi otra mitad, una parte de mí que incluso yéndome de este mundo no podré olvidar —agregó, mirando fijamente a Vlas.
Él había parado de llorar y solo sonreía. En pausa. Quizás no había más explicaciones para su amor, ya lo había descrito de tantas formas que los sinónimos se le acabaron... Pero siempre lo fue, nunca dejó de serlo jamás... Siempre fue eso que nunca quiso perder, pero que en algún momento llegaría a su final, porque cada inicio tenía su final, pero si podía elegir ese final no perdería la oportunidad... «Una última vez Zenda... Una última vez», rogó dentro de sí.
—¿Y quién es esa persona? —preguntó él, sin borrar su sonrisa.
—Vlas Windsor —respondió Zenda, devolviéndole la sonrisa. Con la brillantez de sus ojos deslumbrándolo.
—Que afortunado... Lo envidio —él replicó, riendo.
—Eres un tonto, ¿Lo sabes? —Ella se acercó a él.
—Sí, un tonto que te ama, gracias por todo, Zenda... Esas palabras no significan nada comparado con todo lo que te debo. —Él la tomó de la cintura.
—No me debes nada, todo lo que hice fue porque te amo, te ayudé al igual que tú a mí, no hay intereses detrás de eso, gracias por ayudarme a cumplir mi deseo, ahora soy yo quien está en deuda contigo.
—Me salvaste la vida, jamás podré devolverte eso, jamás tendré tu brazalete de regreso.
—Eso no importa, Vlas, este brazalete te pertenece a ti, por eso luego de que ya no esté quiero que lo uses, si no lo haces tú... Que no lo haga nadie.
—Me hiciste renacer, después de todo no estaba tan equivocado con lo que pensaba cuando te lo entregué, ¿Qué habría sido de mi sin ti?
—Eso ya es imposible de saberlo, lo importante es que estamos aquí y ahora, juntos, y sabemos que por más que pase lo que pase no nos separaremos jamás.
—Nunca aprendí a estar solo, me acostumbré a ti, por eso creo que jamás volveré a ser el mismo luego de que no estés, aun así, me estás regalando tu vida, demostrando que sí... Tú siempre serás el amor de mi vida.
El discurso de Vlas fue interrumpido cuando los labios de Zenda tocaron los suyos. Esta vez era diferente, no era igual que en la playa, esta vez sabía que no era un sentimiento de necesidad, sino de agradecimiento, de comodidad, el beso que había esperado tanto tiempo. Nunca olvidaría eso, era imposible para él olvidarse del primer beso con la persona que tanto amaba, y que en poco tiempo iba a perder.
El beso se aplazó por un tiempo donde ninguno de los dos quiso separarse del otro, aunque después de todo, era inevitable que así sería, mejor disfrutar el momento.
—¿Ya despertó? —Se escuchó una voz resonando en la habitación, y los sorprendió a ambos—. Oh, lo siento, vuelvo en otro momento.
Era Leah. Apenas los vio, salió de la habitación lo más rápido que pudo y cerró la puerta detrás de ella. Se quedó parada apoyada en el picaporte, no sabía si girarlo de nuevo, quizás había interrumpido un momento intimo entre ellos.
«Carajo, ahora voy a parecer una entrometida que no tiene respeto», pensó, apretando su mano con firmeza, esa duda de abrir de nuevo la puerta seguía ahí, pero esta desapareció cuando de adentro se sintió un forcejeo en el picaporte, ella estaba impidiendo que la puerta se abriera, por lo que lo soltó. Ahí fue cuando Vlas abrió la puerta y quedaron mirándose cara a cara.
—Oh, Leah... Eras tu —dijo él, soltando algunas risas— ¿Necesitabas algo? —preguntó con soltura.
A Leah le sorprendió que a él no le importara demasiado que ella los hubiera visto segundos atrás.
—No... Sólo quería saber si estaban bien, escuché voces y supuse que ya habías despertado —respondió Leah intentando evitarlo con la mirada—. Pero parece que ya estás bien, que suerte... Perdón por interrumpirlos, si necesitas algo sólo tómalo, estás en tu casa —agregó, bajando la cabeza y dándose la vuelta, sin esperar respuesta de parte del chico solamente desapareció por el pasillo.
—Sí, claro, gracias Leah —agradeció Vlas, al verla alejarse con rapidez la miró confundido. Ella había actuado muy extraño.
—¿Qué sucede? —preguntó Zenda, apareciéndose detrás de él.
—Nada... Era Leah, quería saber si ya había despertado, al parecer escuchó nuestros murmullos.
—Oh, ya veo... ¿Sabes? Me gusta el estilo de Leah... Su ropa es bonita, sé que es cara, las marcas que usa son de lujo, probablemente sea ropa que Lara le compra, pero sólo ella sabe usarlas de esa manera... Ella es una chica muy hermosa, ¿No crees? —Al escuchar esa pregunta de Zenda, Vlas se dio la vuelta y la miró con una sonrisa—. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
—Por nada, sólo me pareció extraño que me hicieras esa pregunta... Y si, la verdad que es linda, solo un ciego podría negarlo —respondió él, alzando sus hombros con obviedad.
—Vlas... ¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió Zenda.
—Si, claro... ¿Qué pasa?
—¿Tú sabes que yo no tengo ningún problema con que decidas ser feliz, cierto? —preguntó, en un bajo tono de voz, parecía reflexiva.
—Emm... ¿A qué te refieres con «ser feliz»? —Vlas preguntó confundido. Esa pregunta lo había sacado de foco.
—Digo, tú sabes... Quiero que sigas con tu vida más adelante, con otra persona, o solo si prefieres, pero no quiero que vivas desdichado, ¿Tendría sentido que todo acabe así para nosotros si tu terminas siendo infeliz?
—Si, claro que lo entiendo linda, pero, ¿Te replanteaste todo esto ahora que viste a Leah?
—No, bueno... Es que... Quizá sí... La vi y pensé que probablemente tú te fijarás en otras chicas como ella alguna vez... Después de todo eres joven, atractivo, y tienes cierto lado tierno y sensible que es bastante cautivador... No quisiera que vivieras el resto de tu vida en una soledad negativa, no quiero que pierdas tu luz.
Ella no se escuchaba triste, más bien prudente, su deseo parecía más un consejo que una inseguridad, Vlas no pudo evitar sorprenderse.
—No lo sé, linda, será extraño, algo complicado, ¿Enamorarme? Vaya, decirlo de esa manera suena algo imposible... Pero no te preocupes, no voy a vivir en una soledad negativa, estarán Rhys y Lara, Kora, mamá... Quizás me falte la mitad de mi mundo, pero... ¿Qué más podemos hacer?
—No pensar en eso... Distrayéndote, haciendo cosas que te gusten, divirtiéndote... Algo así como, pasar todo el día fuera, conmigo... ¿Qué dices? —Ella sonrió al pasar sus brazos por alrededor del cuello de Vlas. Y arrimando su rostro al de él, le dio un beso.
—Claro que sí, linda... ¿Me esperas afuera? Me cambio y voy —preguntó, entrando a la habitación de nuevo.
—Okey, apúrate —insistió Zenda.
—Lo haré.
Algunas horas después...
Remia, Crystel, Distrito Central - 26 de Junio - Año 525
Vlas y Zenda decidieron salir a recorrer la ciudad juntos. Pasaron por todos los lugares que frecuentaban cuando siempre que salían: El parque de diversiones, una heladería, y el centro comercial. Pasaron toda la tarde riendo, y sin recordar todo lo que estaba pasando a su alrededor. Les hacía bien estar juntos e ignorar el hecho de que solo faltaban cuatro días para que sus vidas cambiaran para siempre. Vlas recordó las palabras de su hermano y entendió que había momentos donde se necesitaba ser egoísta, y sólo pensar en él y ella.
Luego de pasar un día inolvidable junto con ella, agradeció haber dejado de ser tan terco y permitirse ceder a sus sentimientos, Rhys tenía razón, ellos dos se necesitaban, y Vlas lo notó cuando después de tanto tiempo, por fin pudo demostrar una sonrisa no forzada. Por fin dejó de sentirse vacío.
—No me divertía tanto hace mucho tiempo —declaró Zenda, recostada al hombro de Vlas.
Él tenía su mano posada sobre la suya, acariciando su brazalete con cuidado. Cuando ella alzó un poco su mirada notó que él tenía sus ojos brillosos.
—Yo tampoco, necesitaba un día así, más que nada —él respondió, esta vez bajando hasta tomar su mano. El sol cayendo ante ellos dejó paso a un hermoso atardecer.
—¿Volvemos? —preguntó Zenda.
—Vamos —respondió Vlas, poniéndose de pie.
Ella se quedó sentada, y se llevó una gran sorpresa cuando de la nada Vlas la levantó en sus brazos.
—Espera... Eso me tomó por sorpresa —dijo Zenda riendo.
—Déjame llevarte así el resto del camino —pidió Vlas, acompañándola en las risas.
—¿No te cansarás?
—No, tengo una resistencia bastante alta —aseguró, sonriente.
—No tienes que decírmelo, entonces sí... Si no te molesta puedes llevarme, de hecho, yo tampoco quería caminar —asintió Zenda, recostándose en el pecho de su chico.
—Mejor así entonces —dijo Vlas, levantando la mirada—. Oh, mira el cielo —agregó señalando las estrellas que hacían presencia en la noche.
—Jamás miramos las estrellas juntos, ¿Cómo nunca lo hicimos? —preguntó Zenda, su mirada también se alzó, y lo acompañó en su apreciación.
—Ahora lo estamos haciendo... Estamos haciendo todo lo que alguna vez no —respondió él, bajando su mirada hasta los ojos de ella. El brillo de la noche los hacía ver tan hermosos.
—Seguramente recordarás todo lo que hacíamos cuando ya no esté —declaró ella, con una cálida sonrisa.
—¿Me escuchaste ese día? —él pregunto, algo asombrado.
—Nadie se duerme en menos de un minuto —respondió Zenda—. Aun así, tu sabías que estaba despierta, por eso lo dijiste, ¿Cierto?
—No tenía sentido que te dijera algo así de importante y que no me escucharas. —Él sonrió
—«No te soltare jamás» —ella parafraseó lo dicho por él ese día—. Gracias por esas palabras, las necesitaba, no te lo había agradecido en el momento, por eso te lo digo ahora. —Su mano ya se encontraba acariciando el rostro de Vlas.
—No es necesario que lo hagas —dijo él, acercando su rostro al de ella—. Sólo prométeme que cuando no estés y yo mire las estrellas para recordarte, estarás ahí, esperándome, y siempre que pida por ti me darás una señal —agregó, con sus labios a centímetros de los de la chica que tenía en brazos.
—¿Tengo que decírtelo? —preguntó Zenda, sonriendo. A lo que Vlas asintió, apoyando su frente en la de ella—. Es algo obvio, pero allá voy... Prometo que cada vez que mires al cielo estaré viendo todo lo que hagas, te felicitaré con señales en las noches y estaré orgullosa de todo lo que logres, estaré para ti cuando lo necesites, solo mira el cielo y cuando identifiques la estrella más brillante, esa seré yo —agregó, dándole un suave beso en sus labios.
—La más brillante... Tal como lo fuiste toda tu vida... Zenda.
Después...
Remia, Crystel, Residencia Allen - 26 de Junio - Año 525
—Puedes dejarme aquí —Zenda indicó, cuando Vlas paró en la puerta del apartamento en el que se estaba quedando su familia.
—¿Tus padres están dentro? —él preguntó, bajándola de sus brazos.
—Probablemente... ¿Por qué lo preguntas? —Lo miró con insinuación—. ¿Acaso quieres pasar a mi habitación? Vaya que eres astuto, Vlas Windsor. —Su sonrisa dejó ver toda su sugerencia.
—Ey... No pienso en eso. —Él bajó su rostro, que rápidamente se había tornado color rojo—. Sólo preguntaba... No quería dejarte sola.
—Está bien... Kora está dentro, si la necesito sé que vendrá a mi lado... Pero tranquilo, luego del día de hoy seguramente me vaya a la cama con una sonrisa.
—Que bien... Entonces... ¿Mañana paso por ti?
—Sí... Te llamaré cuando despierte... Quiero ir a un jardín botánico... Vi que hay una cerca del Distrito Comercial... ¿Me llevarás? —preguntó, dejando salir toda su emoción.
—Claro que sí, linda... Te llevaré —Vlas asintió, con una sonrisa. Verla de esa manera siempre lo ponía en ese estado... Pero evitar sentirse melancólico era imposible... Y no quería romper en llanto frente a ella—. Bueno, tendría que irme... Mi madre se preocupará si llego muy tarde, y luego de lo que pasó... Es mejor que no siga haciéndolo.
—Sí, claro... Te amo... Saluda a tu mamá de mi parte —ella se despidió, a medida que entraba a la casa.
—Lo haré... Nos vemos... Mi amor.
Antes de que ella cerrara la puerta, vio su sonrisa por última vez en el día, y al fin... Pudo suspirar, y casi, dejarse llevar por el llanto... Pero no lo hizo... No lo iba a hacer... Ella ya lo sabía, y ya lo habían decidido... Por lo que... ¿Qué sentido tenía seguir haciéndolo? Si el destino ya estaba marcado... Y ella... Se iba a ir... Desde ese día, no iba a parar... Todos los días los pasaría con ella, haría lo que ella le pidiera, la llevaría a donde ella le pidiera... Sin soltar su mano, sin dejar de apreciar su sonrisa... Los últimos momentos que le quedaban... Los viviría como si al otro día no pudiera despertar... O quizás... Eso era lo que quería.
—Mierda... ¿Cuándo se va a acabar esta pesadilla? Quiero dejar de llorar.
Seguir haciéndolo tenía sentido... Y dejarse llevar era su único consuelo... Esas lágrimas por Zenda eran su mayor acto de amor... Acompañado por el recuerdo que la nostalgia por el brillo de esa estrella inextinguible le causaba.
Ese brillo que apreciaría por el resto de su vida.
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