Jasper sintió cómo su ira aumentaba mientras Britney continuaba provocándolo. Su sonrisa burlona rasgaba sus nervios, pero sabía que no podía responder de la misma manera. Todo lo que ella había dicho era cierto, y él no tenía manera de refutar sus palabras.
—Pero déjame decirte una cosa, Jasper —Britney advirtió, su rostro endureciéndose en un ceño fruncido—. No pienses nunca en engañarme solo porque estoy discapacitada. Elegiste esta vida voluntariamente, y tienes que serme fiel.
—No necesito que me lo recuerdes —Jasper replicó con aspereza, su voz teñida de molestia—. Sé lo que estoy haciendo.
—Huh… —Britney rió entre dientes y empujó su silla de ruedas hacia la cama—. ¿Puedes ayudarme a subir a la cama? —preguntó, su voz volviéndose dulce y suplicante.