—Gracias a Dios —murmuró y se levantó de nuevo.
—¿Mamá? —Escuchó su voz.
Se detuvo y se volvió hacia él. —¿Archi? —llamó en voz baja y caminó de regreso a su lado.
Le acarició suavemente la cabeza. —¿Qué sucede? —preguntó.
Él resopló y murmuró algunas palabras incoherentes. Ella suspiró —Oh Archi —le acarició el cabello con ternura.
Él abrió suavemente los ojos, sus ojos se posaron en Dora y frunció el ceño. —Mi Madre —resopló.
Ella extendió sus brazos y él se acercó y la abrazó.
—Todo va a estar bien, lo prometo, todo va a estar bien.
—Quiero que mi madre regrese —su voz se quebró—, solo quiero que ella esté conmigo —resopló nuevamente.
Dora se quedó sin palabras y no pudo encontrar las palabras para consolarlo.
—¿Quieres cenar? Ya la he preparado —le dijo.
Él la miró y asintió. —Está bien.
Ella lo tomó en sus brazos y lo llevó al comedor.
—Ven y come algo.
Llegaron al comedor y ella le ayudó a sentarse. —Aquí —colocó su plato frente a él.