—¿Por qué están aquí? ¿Qué tienen contra nosotros?
—Me escuchaste, si Nyx debe morir, tú también debes morir —sus ojos se oscurecieron.
—¿Morir? —la voz de Archi se quebró.
—No escuches nada de lo que dice, solo está escupiendo tonterías —intentó consolarlo Dora, abrazándolo más fuerte.
—Saben que digo la verdad, solo les digo la pura verdad, no hay nada malo con que un cachorro maneje la verdad —se encogió de hombros Andrew, sonriendo con suficiencia.
—¡Déjanos en paz! —ella apretó los puños con rabia.
—¡Hasta que haga lo que vine a hacer, no me voy a ninguna parte!
—¿Qué? ¡No tienen nada que ver con nosotros! —Dora estaba perpleja.
—Oh, lo sé, esa es la razón por la que quiero que dejes este pequeño y espeluznante mundo, de todos modos no te queda bien —se rió con una carcajada.
—¿Qué tal si eres tú el primero en irte? —preguntó ella, con un brillo travieso en sus ojos.
—¿Oh? ¿Qué vas a hacer?