—¡Mamá, ahora estoy en una feroz batalla de equipos! ¡Cuidado con los de atrás! Oye Chesty, ¿cuántas veces has muerto ya? ¡¿Por qué eres más frágil que el cristal?!
Cherry, que estaba sentada en el sofá, despreció a sus compañeros de equipo con rabia, sin siquiera levantar la vista.
Resignada, Nora se acercó a abrir la puerta. No era Justin el que estaba fuera, sino un hombre que parecía tener unos 20 años. Llevaba un traje blanco informal y estaba apoyado en la pared mientras jugaba a un juego en su teléfono móvil. Sus ojos profundos, parecidos a los de Justin, estaban ligeramente enfocados, y en sus rasgos faciales se percibía una sensación brillante e inofensiva. Parecía un chico bien educado de una familia rica.
Al ver que la puerta se abría, Chester bajó la voz y dijo en la llamada con su equipo de juego: —Líder, de todas formas ya estoy muerto, así que cuento contigo para esta ronda.