```
—¿Qué? —preguntó alguien, sorprendido.
—¿La Manada del Río Sangriento tuvo una rebelión? —inquirió otro con incredulidad.
—¿Es esto en serio? —una voz más se añadió a la confusión.
Un coro de sorpresa y conmoción resonó entre las numerosas manadas que se habían reunido esa noche. El Alfa de la Manada de la Luna Roja simplemente mantenía una sonrisa en su rostro.
El Alfa de la Manada de Arena Obsidiana, Elías, entrecerró inmediatamente los ojos hacia el otro Alfa por haberle quitado la oportunidad de revelar los defectos y fallas de la Manada del Río Sangriento.
Leland no parpadeó y simplemente miró al Gran Chamán. No se sentía intimidado y no le importaban las reacciones de la otra manada. Sentía que no necesitaba explicar nada. Su mirada no vacilaba y habló con calma.
—Uno de los Ancianos de la Manada del Río Sangriento intentó tomar el papel de Alfa y ascender a la gloria. Exmiembros tontos se unieron y murieron por cientos —informó Leland.