Lucía frunció el ceño al no entender por qué la joven chica que debería estar feliz de haber encontrado a su familia estaba siendo tan cautelosa.
—¿Por qué haríamos eso? Somos tu familia, ¿no? —preguntó al intentar acercarse para tomar las manos de su hermana, pero Luci dio un paso atrás. Parecía recelosa de la afectividad que Lucía le mostraba.
—¿Viviste una vida miserable allí afuera? ¿Es por eso que eres tan susceptible? —preguntó Lucía, sin intentar acercarse más pero haciendo su mejor esfuerzo por mostrar que le importaba—. Puedo parecer una maleducada impertinente, pero prometo que no te haría daño. Eres mi hermana, siempre he orado a Dios para que te trajera de vuelta a mí. —Trató de sonar preocupada, pero no sabía cómo. Se mordió los labios cuando Luci la siguió mirando pero no respondió.