«Este lugar está más podrido de lo que esperaba», pensó William para sí mismo mientras seguía a aquel trabajador de vuelta a su habitación. Allí encontró gente del restaurante Golden Fork que acababa de llegar, entregando comida a Tomás.
—Justo a tiempo —William hizo una pausa, robando una ojeada breve al trabajador antes de añadir—, empaquen todo. Nos vamos.
—Esto... —tal decisión no solo sorprendió a Tomás, sino también al trabajador que estaba al lado de William.
—Soy libre de hacer lo que quiera —William le lanzó al trabajador una mirada helada. Se podría comportar bien al tratar con los Transformadores. Pero no se contendría al tratar con un ser humano tan insignificante.
William desconfiaba de los Transformadores, pero también conocía su punto débil contra alguien como él. No podían forzarlo a teletransportarse a su lugar. Y eso se hizo evidente cuando lo invitaron a pasar a través de portales y llegar allí.