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80.92% Alma Negra / Chapter 157: 157

Capítulo 157: 157

Luego de hacer el trabajo, regresé a la camioneta.

—Te llevaré al hospital.

—No es necesario, he tenido peores heridas.

—¿No tienes ni una idea de dónde pueda estar tu pendejo novio?

—No, ¿Por qué?

—Lo necesito con urgencia. Es experto en explosivos y quiero que haga estallar un lugar especial. Atacaré directamente al nido de ratas, los quiero muertos a todos.

—Cuando dices nido de ratas, ¿A qué te refieres?

—A la familia restante, por supuesto. ¿Conoces algo sobre una banda llamada Escorpión Rojo?

—¿Por qué la pregunta?

—Curiosidad, es otro nido que hay que fumigar.

—Ahí está tu mujer, ¿No?

—Sí.

—Al fin estás dispuesto a ayudarla, ya era hora.

—¿Y quién te dijo que voy ayudarla?

—¿Eso qué significa?

—Yo solo quiero vengarme de ese tipo, aunque eso la destruya a ella.

—¿De qué estás hablando?

—Ella está enamorada y saliendo con el líder de esa banda, así que quiero matarlo delante de sus ojos. Quiero destruirlo por arrebatarme todo.

—¿En qué momento pasó eso?

—Es una historia larga, ya te lo hice corta.

—Con razón te ves tan distinto, hasta tienes el pelo suelto, cosa que no lo había visto antes. Te queda bien así.

—Se acercan varios cambios, y este es uno de ellos.

La llevé a la casa que anoche compré y le ayudé a curar la herida. Fue rasguño realmente, y no estaba sangrando tanto.

—¿Qué harás ahora?— me preguntó.

—Tengo que buscar la dirección de esa familia, pero para eso, necesito interrogar a Steven. Es un empleado de confianza, que está encargado de una de las bases. Necesito hacer todo rápido, antes que vayan con el chisme de que Allan también está muerto.

El dinero lo guardé bajo tierra, obviamente es un sitio estratégico y lejos de la casa. En un lugar donde estará completamente seguro. Luego llamé a mi amigo y quedó en ayudarme a localizar a la familia de Steven.

Sebastián

—Quiero que consigas un bebé, gata.

—¿Otro más?

—Sí, esa mujer está insistiendo mucho, y hasta que no vea un bebé, no va a estar tranquila. Está desobedéciendome demasiado, y me está colmando la paciencia. La amo mucho, pero es muy necia. Desde que se reencontró con ese hijo de puta, se ha vuelto más imprudente. Quiero que elimines a ese estorbo. Si ella lo ve muerto, se olvidará por completo de él.

—Si le hubieras dicho la verdad, de que ese engendro lo perdió ese mismo día que la trajiste contigo, no tendrías que fastidiarte tanto guardando esa mentira. Por otro lado, es normal que no lo olvide. Ese hombre tiene algo que hace que todas las hormonas se alboroten. Ese hombre es muy sexy. Ya estaba deseando poder encontrarlo, pero no se deja ver fácil.

—Si le llego a decir eso, estaría buscando la forma de huir, ¿No te das cuenta? Eso es lo que la ha mantenido aquí. Además, ¿Qué tiene ese hombre que no tenga yo? La trataba bien, pero últimamente su comportamiento no me agrada del todo, y he tenido que disciplinarla. Ella misma se lo busca. Yo no quería lastimarla nunca, pero es necia como ella sola.

—Déjame decirte que terminarás por matarla, porque esa mujer no creo que te corresponda como quieres. Ya va casi un año, y aún no siente nada, ni siquiera se refiere a ti con cariño. Deberías matarla y salir de ella.

—No, ella es mía y se quedará conmigo. Ahora que por fin la tengo, no la dejaré ir. Vas a hacer el trabajo tú, gata. Mata a Alma Negra. Quiero su cabeza mañana mismo.

—Pero déjame disfrutar al menos primero con él. Sería un desperdicio matarlo así como si nada.

—Las órdenes son claras, avísame si no la comprendes para repetirlas de otra forma.

—Está bien, mañana mismo tendrá a Alma negra aquí.

Daisy

La noche siguiente:

—Espero esta noche hagas todo bien. Es un buen billete lo que darán por ese trabajito— me advirtió Sebastián.

—Sí, cariño.

—¿Por qué no me miras?— porque me causa asco.

Lo miré para evitar problemas.

—Lo siento, estaba pensando en el trabajo.

—No deberías mentir— llevó su pulgar a mis labios—. Si haces bien el trabajo, verás a tu hijo mañana.

—¿De verdad? ¿Te refieres a fotos?

—No, en persona— sonreí emocionada—, pero quiero algo a cambio.

—¿Qué cosa?

—Quiero que te cases conmigo.

—Yo no puedo hacerlo. Estoy casada por si lo has olvidado.

—No lo he olvidado, pero pronto no lo estarás— sonrió malicioso, y me di cuenta que algo raro estaba pasando.

—Ya lo encontré — escuché a la perra de Rosy, y retrocedí—. No sabía que estabas ocupado— sonrió nerviosa.

—No lo estoy. Haz lo que tengas que hacer— dijo Sebastián, y sonrió.

Algo raro está pasando aquí.

Rosy salió, y quise irme detrás de ella.

—¿Y mi beso?— preguntó Sebastián, y me detuve.

—Lo siento— lo besé, y salí del estudio.

Limpié mis labios. Esto es asqueroso, no lo soporto.

—Kian, antes de ir al encargo, quiero que sigamos a Rosy. Estaba actuando raro y siento que algo está sucediendo o va a suceder.

—Espero no nos vea o les dirá al amo, y será un problema.

—Nos mantendremos a una distancia prudente— ella se subió en su motora, y yo en la mía.

La seguimos a una distancia prudente, y la vi hablando por teléfono. Se detuvo en una barra, y a los minutos salió, en dirección a un callejón. No entendía su comportamiento.

—Parece que tiene otro encargo— comentó Kian, viendo que en el edificio de enfrente del lugar, estaba Pol con un rifle.  

—Sí, eso parece — respondí.

—Tenemos que irnos, no tenemos mucho tiempo— miré el reloj, y era cierto.

—Tienes razón, tenemos que irnos.

Cuando planeabamos irnos, vi a John saliendo de la barra, lo que me estuvo doblemente raro. Estaba con Alexa y caminó al auto, cuando Rosy se acercó a él, agarrando su brazo.

—¿Esto qué significa?

—¿Qué sucede?

—Ese es mi esposo. No sabía que ellos dos se conocían.

Al ver que lo alejó del auto, fue cuando caí en cuenta y todo cobró sentido. El objetivo es John.

—¡Vengo ahora! ¡No te vayas!

—¿A dónde vas, Daisy?

John

—¿A qué debo el honor de ver tu horrorosa cara? Veo que viniste acompañada— miré al edificio, y sonreí.

—Si aceptas irte conmigo a otro lugar, le digo que baje el arma.

—¿Puedo saber qué demonios haces aquí, Rosy? — preguntó Alexa—. Tienes mucho que explicarme.

—No vengo por ti, no te metas, mujer.

—¿Cómo ves que si me meto?

—¿Vendrás o no, John?— insistió.

—Sí, me encantaría ir a dónde deseas llevarme.

Voy a hacerla pedazos también, al final de cuentas, ya no me sirve para nada.

—No interfieras, hermanita. No me interesas tu. Vámonos, John— no terminó de decirlo, cuando una bala aterrizó justo en la sien.

Alexa fue la primera que se bañó en la sangre de su querida hermana. Su cuerpo cayó al suelo y el charco que se formó, fue increíblemente placentero. Jamás había presenciado un tiro tan certero.

Miré en dirección al edificio y vi a Daisy, ni siquiera tenía el casco la muy despreocupada. No sé cómo ella llegó ahí o porqué mató a Rosy, pero estaba impactado con esa escena. Se supone que sintiera rabia o quizá molestia por haberla visto, pero esa expresión que tenía era como si estuviera preocupada.

Todos alrededor comenzaron a gritar y correr, justo después del disparo, pero yo estaba quieto sin poder desviar la mirada de ella, como algún tipo de hechizo o no sabría cómo llamarle.


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