Le indico a Ning que se acerque cuando Rui se ha recuperado un poco y puede vigilar.
–¿Te acuerdas de este sitio? Aquí nos conocimos– le pregunto.
Estaba excitada cuando la he llamado. Ahora baja la cabeza y asiente.
–¿Te acuerdas de lo que dijiste?
–Más o menos– responde ella en un susurro.
–Dilo de la misma forma que entonces– le ordeno.
Ella duda. Quizás recordando. Quizás no atreviéndose. Quizás avergonzada.
–¡Oh! ¿Los esclavos también se bañan?– dice insegura. Intenta hacerlo con desdén, aunque le sale más bien poco convincente.
–¿Y después?– pregunto.
–Liu dijo que salieras. Yo me quejé porque estabas desnudo– continúa, mirando de reojo a Bei Liu y Bi Lang.
–Sigue.
–Ella insistió. Yo le dije que era una perra en celo. Luego nos fuimos– explica, sin dejar de mirar mi cuerpo desnudo.
–¿Qué hubieras hecho si hubiera salido? ¿Si me hubiera acercado a ti desnudo? ¿Si te hubiera cogido de las muñecas?– le pregunto mientras lo hago.
–Yo… No sé… Me hubiera resistido… Me habría negado a mirarte– dice, entre desconcertada y excitada.
–Quiero ver cómo te resistes– le susurro al oído.
Ella intenta librarse de mi agarre. Aunque no pone mucho empeño. Yo la empujo contra un árbol. Compruebo que está mojada. Ella gime cuando la toco.
–¿Tan rápido te hubieras rendido? ¿Hubieras estado tan rápido mojada? Vamos, actúa como entonces. Quiero ver cómo hubieras hecho si te hubiera violado– le susurro. Ella me mira excitada.
–No… Yo… ¡Aaah! ¡Detente! ¿¡No… No sabes quién soy!? ¡Para su… sucio esclavo!– exclama.
Se mete poco a poco en el papel. Duda cuando me insulta. Yo la penetro con un dedo. Ella gime.
–¿Y por qué iba a parar? Ahora te voy a enseñar quien es la esclava– amenazo.
–¡No! ¿¡Qué vas a hacer!?– intenta parecer asustada. Aunque no puede disimular la excitación.
–Domarte. Hacerte mía– sentencio.
La penetro entonces. De golpe. Hasta el fondo. Con qi. Sin contemplaciones.
Ella grita de placer. Con sus dos manos agarradas por la mía. Contra el árbol. La otra la agarra firmemente de su nalga. Su cuerpo empujado por el mío. Ella a veces hace como que se resiste. Como que no quiere. La mayor parte del tiempo gime de placer. Mientras simulo que la violo. Mientras la follo con algo de brutalidad. Aunque no para hacer daño a alguien de su cultivación.
La dejo caer al suelo cuando se corre. Le doy la vuelta. Levanto su culo. Vuelvo a penetrarla. A cuatro patas. Ella con la cabeza contra el suelo. Rendida. Empujo con fuerza en cada embestida. Chocando contra sus nalgas. Vibran obscenas. Salgo casi por completo para volver a penetrarla una y otra vez.
–¡¡Aaaaahhh!! ¡Siiiiií! ¡Noooooo! ¡¡¡AAAaaahhh!!!
Ella parece confusa entre lo que quiere y su papel. El placer la supera, como siempre. Disfruta siendo follada. Y yo disfruto de dominarla. Del pequeño juego. Aunque no es muy buena actriz. De poseerla. Incluso de azotarla. Como castigándola.
Agarro sus nalgas con fuerza. Marcando mis dedos en ellas. También marco mi miembro de nuevo en su interior. En cada embestida. Con cada descarga de qi. Haciéndola estremecerse a mi voluntad. Reclamando de nuevo que es mía.
Queda en el suelo tumbada. Jadeando. De su vagina sale un líquido blanco. Su boca saliva. ¿Quizás debería llamar a Hai? ¿O debería despertarlas ya? Se va a hacer tarde. Aunque, antes de decidirme, veo a Rui acercarse corriendo.
–Alguien viene. Son cuatro– me informa.
La meto con Ning dentro. Informo a las chicas que estén preparadas, por si acaso. Aunque probablemente no pasará nada, mejor ser precavidos. A Liu y Lang también las meto dentro. Dormidas. Sobre una cama. Liang las vigila. Nunca lo sabrán. Espero.
—————
–Como era de esperar, ha sido una pérdida de tiempo. Ya te lo había dicho– valora uno de los recién llegados.
Está en la etapa tres de Alma. Otros dos en la uno y la dos. El tercero, en la ocho de Génesis. Es el que estaba inconsciente antes. Hay manchas de sangre en su túnica.
–Pero hermano…– protesta precisamente el de la ocho.
–Tendrían que ser muy estúpidos para estar todavía aquí. No te preocupes, le daremos una lección otro día. Sabemos quién es– le tranquiliza el primero.
O, qué bien… Eso debe ir por mí. Además de lo de ser estúpido por estar aún aquí. Supongo que parte de razón tiene. Quizás debería haberlos matado a todos para evitar problemas. Aunque es tarde para arrepentirse. Además de que las circunstancias no eran favorables.
–¿Y esas putas?– pide el hermano pequeño.
–No me hagas perder el tiempo con dos miserables putas. Si tantas ganas tienes de follar, ve al prostíbulo. Vámonos, no perdamos más tiempo– se exaspera el hermano mayor.
El otro no insiste. Aunque no parece contento. Al menos, parece que las dejarán tranquilas. Aunque tendrán que ir con cuidado.
Suspiro. Las traigo de nuevo cuando ya se han ido. Las despierto.
–Ya va siendo hora de irse– les susurro.
–Aún no, déjame dormir un poco más– pide remolona Bi Lang.
–No hay prisa. Quédate con nosotras– sugiere Bei Liu con voz adormilada.
En serio… Supongo que es hora de una pequeña venganza. Al fin y al cabo, antes me han tirado al agua.
–¡Aaaaaaahh! ¡¡Kong!! ¿¡Qué haces!?– Se levanta Liu de golpe.
–¡Está fría! ¡Me las vas a pagar!– amenaza Lang.
Tampoco es para tanto. Solo las he mojado un poco. Y disfruto viéndolas levantarse de golpe. Correr hacia mí. Amenazantes. Desnudas. Sus modestos pechos rebotando. Sus preciosas piernas totalmente visibles. Y lo que hay entre ellas.
Las cojo a cada una con un brazo de la cintura. Ellas me pegan con los puños. Sin mucha fuerza. Me muerden con suavidad. Acaban besándome.
–Tenemos que irnos. Es mejor no estar fuera mucho más– les digo, intentando ser serio.
Ellas me miran. Parecen sorprendidas.
–¿Ha pasado algo?– pregunta Liu.
–Uno de ellos ha vuelto con su hermano. El que está en la ocho. No nos han visto, pero es mejor ir con cuidado– les informo.
–El idiota de Zhi Mu… ¡Tienes que tener cuidado con su hermano!– exclama Lang, un tanto asustada.
–No te preocupes, no pasará nada– le aseguro, aunque sí estoy algo preocupado –. Vestiros, tenemos que volver.
En otras circunstancias, me hubiera costado algo más convencerlas. Pero ahora parecen algo nerviosas. Se vuelven a poner su fina y atrevida ropa interior. Me las quedo mirando mientras se visten. Despacio. Sugerente. Lang me guiña un ojo. Liu me saca la lengua.
No tardamos en tomar el camino de vuelta. Se ponen cada una a un lado. Me cogen de la mano. Se sonrojan al hacerlo. A pesar de haber tenido antes sexo apasionado. Tienen curiosos contrastes.
Me prometen no salir en un tiempo. Dejarme comprobar la situación. Se lo pediré a Ken. Ella ya se encargará del resto. Si tiene que ver con sus amigas, lo hará de buena gana. Y aprovechará para meterse con ellas. Aunque lo cierto es que también lo haría si solo se lo pido yo.
—————
Las acompaño hasta la cabaña de Liu. Las acabo follando de nuevo. O ellas a mí. Es difícil de decir. Era demasiado tentador. Saben como seducirme. Como provocarme. Todo el camino rozándome con sus cuerpos. A veces besándome. Insinuándose. Mostrándome sus escotes descaradamente. Acariciando mis dedos.
Las dejo a las dos en la cama. Desnudas. Llenas de mí. Aún es pronto. Pero no creo que se levanten hasta mañana. Son unas perezosas adorables.
Cuando llego a la mía, me encuentro con alguien frente a la entrada. Es una esclava. No la conozco. Su ropa es sencilla, pero mejor que el resto de esclavos. Es una de las esclavas de la facción ilusoria. Me mira cuando me acerco. Me hace una reverencia.
–Estudiante Kong, tengo un mensaje para usted– me recibe educadamente.
Me da una caja de madera y una carta doblada y sellada. Me hace otra reverencia y se da media vuelta.
–¡Espera! ¿Sabes algo de Sai, An o Dandan? ¿Están bien?– le pregunto.
Ella se gira. Me mira de nuevo. Por primera vez, sonríe.
–Están bien. La carta es de Sai. En verdad eres como dicen. Ha sido un placer conocerte. Soy Lien– se despide.
Entro en la cabaña mientras abro la carta a toda prisa. Estaba un poco ansioso. No había mucha información sobre ellas. Solo que estaban recluidas. Cultivando. Empiezo a leerla:
"Hola Kong. A mis hermanas les falta poco. Yo ya estoy preparada. Cuando quieras venir, te estaré esperando. Solo tienes que entregar la tarjeta y te llevarán hasta mí. Tómate uno de los frutos al menos una hora antes. No tardes mucho. Si vas a tardar, avísame, porfa. ¡Te espero!"
Abro la caja. Hay tres frutos. Esperaré un poco a dárselos a Wan. Por si acaso. Por ahora, me follo a Hai y Bronceada. Aunque sea un poco más pronto de lo normal. Las hago cabalgarme. Les prohíbo sujetarse los pechos. Quiero verlos botar. Mientras disfruto de la textura de su piel. De su interior frotándome. De sus cuerpos eróticos entregados a mí.
Hai está totalmente "domada". Bronceada sigue teniendo reticencias. Pero ha ido mejorando. De todas formas, aún no puedo fiarme de ella del todo.
Después, llamo a las chicas. Les explico que tengo una cita con Sai. Shi, Song y Liang parecen aliviadas. También estaban un poco preocupadas. Las demás no la conocen.
Fruncen el ceño cuando les explico lo que ha pasado hoy. Con los que acosaban a Liu y Lang. Aunque no por ello me libro de explicar cada detalle. Espero no darles ideas. ¿O quizás sí?
Me dicen que tengo que ir cuanto antes. Así que tengo que adelantar trabajo. Entre risas, se ponen todas a cuatro patas. En un círculo. Todos sus culos expuestos.
–Vamos, empieza ya.
–¿A qué esperas?
–Date prisa, que soy la tercera.
–¿Falta mucho?
Me apremian entre risas. Mueven sus culos sensualmente. Incluso las más tímidas. Con menos decisión. Trago saliva. Es un espectáculo imposible de resistir.
Las penetro a una tras otra. Jugueteo con las dos de al lado. Las penetro con los dedos. Tras acariciar el culo de la que penetro en toda su redondez. Sus gemidos retumban en la habitación. Los comentarios y burlas del resto no cesan. Unas me dicen que me de prisa. Las que estoy "atendiendo", que me tome mi tiempo.
No sabría decir que culo es más tentador. Que vagina es más placentera. Que gemidos son más eróticos. Todas ellas son diferentes. Especiales. Únicas.
Disfruto de poder dominarlas, hoy que me dejan. De imprimir totalmente el ritmo. De poder jugar con ellas. De reírme con sus ocurrencias. Sus provocaciones. De descargar dentro de cada una de ellas.
Me despiden cada una con un beso. Shun es quizás la más insegura. Lang, Wan y Yi algo más tímidas. Aunque sus lenguas llegan hasta el fondo. El resto, simplemente me devoran con sus labios y lengua.
—————
Me acerco a la lavandería. Ken me ve. Consigue un momento para hablar conmigo. Le explico por encima el problema.
–Preguntaré por ahí. Te diremos lo que encontremos– me asegura, enfadada.
Le doy un beso antes de que se vaya. Sonríe.
Después, voy directo a la entrada de la facción ilusoria. Hay una pequeña muralla rodeándola. Aunque es más bien ornamental. Son formaciones las que protegen la facción. Quizás podría pensarse que no se necesita dentro de la secta. Nada más lejos de la realidad. Hay otras facciones que compiten con ellos. Con la del placer, son enemigos declarados. Los rumores dicen que algo pasó entre sus líderes.
Entrego la tarjeta que venía con la carta. Me miran de arriba abajo. Son dos estudiantes masculinos los que guardan la entrada. Uno de ellos chasquea la lengua. Siento hostilidad. ¿Les he hecho algo? ¿Quizás les molesta que Sai y sus hermanas me hayan elegido? Ya me avisaron. ¿Pero qué esperan? Si hubieran tratado mejor a las esclavas, quizás hubieran tenido alguna oportunidad.
Me dejan pasar, reticentes.
–Sigue el camino hasta la pagoda verde. Pregunta allí. No te entretengas– me medio amenaza uno.
Asiento y entro. No gano nada con enfrentarme a ellos. Con darles una excusa. Como ex-esclavo, estoy acostumbrado a ignorarlos.
Llego a la pagoda. Allí son estudiantes femeninas quienes guardan la entrada. Son bastante guapas. Una esbelta, con pechos medianos y firmes. La otra más baja, con más carne, con pechos más grandes y esponjosos. Sus rostros parecen suaves y delicados. Si no fueran por su mirada un tanto de desaire.
–¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo qué quieres?– pregunta agresivamente una de ellas.
Da la impresión que desenvainará la espada a la menor oportunidad. Suspiro para mis adentros. Les entrego la tarjeta. Se miran. Me miran. Parece que hay menos hostilidad y algo de interés.
–Espera un momento. Ahora vendrá alguien a acompañarte– me indica una de ellas.
Su tono es algo menos duro. Aunque tampoco amable. La espera resulta algo tensa. No me miran ni dicen una palabra. Quizás de reojo.
Al cabo de unos minutos, aparece una esclava. Me mira con interés. Al menos no quiere matarme. Algo es algo.
–Kong, ¿verdad?– me pregunta.
–Sí, yo mismo.
–Ven conmigo. Te llevaré con Sai.
Su tono es amable. Aunque tampoco es muy habladora. En su caso, parece timidez. Está algo nerviosa.
–Es aquí. Espera un momento– me pide.
Nos detenemos delante de una de las muchas puertas. Tras algunos largos pasillos. Y un par de escaleras.
–¿Sai, estás ahí?– llama ella a la puerta.
–Sí, Meixiu. ¿Sucede algo?– pregunta una voz conocida.
–Tienes visita. Es Kong– responde esta con un tono quizás sugerente.
De repente, se oyen ruidos. Algo se cae. Pasos apresurados. Meixiu se aguanta la risa. Me mira de reojo. La puerta se abre. Aparece Sai. Está aún más preciosa que la última vez.