Esa noche, cuando Jazmín se fue a dormir, tuvo una pesadilla particularmente macabra. Como cuando Alex había afligido anteriormente a Aisha con la idea de perderlo a manos de Ali. Había decidido emplear su estrategia una segunda vez, en vez de simplemente molestar a la chica en su sueño, quien para ese entonces ya consideraría tal cosa como un buen sueño.
El escenario de esta pesadilla era sencillo. Irán había sido invadido por varios de sus enemigos. Y Omán, recientemente forjando una alianza con Arabia Saudí, era naturalmente uno de estos enemigos. Durante la noche, la alianza enemiga lanzó un bombardeo sobre los cielos de Irán, uno que dejó su capital en un mar de llamas.
Y era en una noche en la que Jazmín y Alex habían quedado para cenar, nada menos. Mientras Jazmín miraba horrorizada el edificio en el que Alex había acordado encontrarse con ella, podía ver en las llamas dos figuras distintivas.