Una joven mexicana estaba recostada en su silla, en su habitación de residencia estudiantil en una de las universidades más prestigiosas de México. Tenía una ligera sonrisa burlona en su rostro, que por lo demás era bonito, mientras cerraba su aplicación de mensajería instantánea.
Acababa de enviar a una ingenua y tonta princesa de las drogas una lista de videos que eran extremadamente inapropiados, pero no de la forma en que la princesa pensaba que serían. Y se había hecho con un dulce millón de dólares por hacerlo. De hecho, la chica cuyo nombre de usuario era "Redactado" era bastante hábil con las computadoras, y especialmente en el hacking.