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82.22% VIGGO / Chapter 273: Midgar y el templo de Tyr 2.267

Chapter 273: Midgar y el templo de Tyr 2.267

—Es…— dijo Viggo —triste ¿Necesitas ayuda?—

—No, muchacho— dijo Kratos, calvo, tatuado y con una barba espesa que volvía aún más seria su expresión.

—Padre— dijo Atreus, un niño de diez años con el cabello cobrizo, vistiendo con pieles de animales y portando un arco —es Viggo, nos puede ayudar—

—No, es no, muchacho— dijo Kratos con una mirada fría —nosotros tenemos nuestro camino, él tiene el suyo—

—Está bien, Atreus, era solo una pregunta— respondió Viggo con una sonrisa suave, llevo su mano y le peino el cabello —el maestro siempre ha sido un hombre desconfiado, es un milagro que todavía me hable—

—Muchacho— dijo Kratos como si soltara un gruñido, pero Viggo no le hizo mucho caso. Para este último, Kratos no era una mala persona, solo había vivido una vida demasiado dura.

Viggo miró a Rosewisse y tendió su mano izquierda. Rosewisse le tomo la mano y se puso a su lado. Viggo miró a Atreus y Kratos y les dijo —ella es mi esposa, se llama Rosewisse— después miró a Rosewisse y continuo —ellos son mi pequeño hermano, Atreus y mi malhumorado maestro—

—Es…— dijo Rosewisse mirando a Kratos y sobre todo esa mirada fría —muy parecido a tu descripción—

—Que no te engañe su apariencia— dijo Viggo con una gran sonrisa —es un gruñón, pero ama a su familia—

—Viggo— dijo Kratos

—Sí, sí, lo sé— dijo Viggo un tanto cansado por la terquedad y seriedad del viejo calvo —como sea, ella es mi esposa, es vanir, de Vanaheim, una valkiria—

Atreus tomo una mejor mirada de Rosewisse y sin ninguna cortesía se acercó y la comenzó a rodear mientras mirar sus alas cubiertas por la aparatosa armadura.

—Muchacho— dijo Kratos llamándole la atención

—Tranquilo, maestro— dijo Viggo, miró a Atreus y continuo —Atreus, puedes mirar sus alas, pero no las toques. Es algo especial que las valkirias solo le dejan tocar a sus cercanos. Además, ahora tiene la armadura puesta y las plumas de oro te pueden cortar—

—Viggo, es un niño, no te preocupes— dijo Rosewisse, ahora que tenía a Bell, compartía con Uriel, Solomon y Kenshin, la curiosidad de los niños no le molestaba tanto. Ella cerró sus ojos y desvaneció la armadura de sus alas, dejando sus alas de plumas blancas.

—Wow— dijo Atreus sin poder creer lo que había pasado por delante de él.

Rosewisse soltó una risita y le dijo —puedes tocar mis alas, pero no arranques las plumas o me enojare—

—Sí, sí— dijo Atreus sin apartar la vista de las hermosas alas blancas, él le dio una breve mirada a Rosewisse y volvió a mirar las alas a medida que decía —permiso— y toco las suaves plumas con cuidado —wow, esto es más genial de lo que pensaba ¿Puedes volar?—

—Claro que puedo volar— respondió Rosewisse con una gran y hermosa sonrisa —es solo que aquí no es bueno. Hay muchos elfos oscuros y están de mal humor—

—¿Elfos oscuros?— preguntó Atreus

—Si continuas por el puente y viajas rio abajo, encontraras algunos de ellos. Ten cuidado cuando los encuentres—

—Lo tendremos— respondió Kratos al frente de Viggo y Rosewisse. Esta última al escuchar una voz tan gruesa e intimidante lo miró y no pudo evitar fruncir el ceño. Kratos tenía una actitud muy fría y amenazante.

Viggo sonrió, acercó su boca al oído de Rosewisse y le susurro —es por el niño, lo protege con todas sus fuerzas. Si lo piensas así, llega a ser tierno ¿No?—

Rosewisse se quedó congelada por un momento, pero después se cubrió la boca y se rio por lo bajo. Después miró hacia adelante, evaluó nuevamente a Kratos y después miró al niño que acariciaba las plumas de las alas como si fuera un gran tesoro. Ella por fin sonrió para Kratos, pero a este último no pareció hacerle gracias, porque solo miró a otro lado y soltó un gruñido.

Kratos miró a Viggo con el ceño fruncido y le pregunto —¿En qué andas, muchacho?—

—Por aquí y por allá, recolectando información ¿No sé si te acuerdas de mi intención inicial?—

—Sí— respondió Kratos por lo bajo con los ojos entrecerrados. Tomo una profunda respiración, miró a Viggo, lo evaluó y pensó que podía defenderse. Al menos no había estado de vago sin hacer nada. Se notaba el entrenamiento en cada parte de su cuerpo. Eso lo hizo sentir tranquilo y dijo —ten cuidado y ocupa tu cabeza. Recuerda, no es tan simple como solo ser fuerte—

—Lo recuerdo, maestro— dijo Viggo —cada año que pasa me vuelvo más sabio—

Kratos hizo una modesta sonrisa y soltó un bufido por la nariz a modo de risa —lo que digas, muchacho, solo cuídate— dijo

—Bueno, parece que te conoce muy bien— comento Rosewisse desde el lado con una sonrisa llena de diversión

Viggo solo negó con la cabeza y le preguntó —¿Podemos convidarle de las manzanas?—

—Claro, no veo el problema— dijo Rosewisse, agito sus alas alertando a Atreus y continuo —ok, por hoy se cierra el espectáculo, nada más de alas para niños—

—Oooh ¿En serio? Es una pena— dijo Atreus, camino hasta pararse delante de ella y el pregunto —Viggo sabe dónde vivo ¿Cuándo vuelvas a Midgar puedes llevarme a volar? ¿Por favor?—

—Muchacho— dijo Kratos como llamándole la atención

Rosewisse miró a Kratos, asintió en señal de respeto y miró a Atreus —si tu padre te da permiso, lo pensaremos— dijo

Atreus miró a Kratos y asintió soltando un suspiro, como si no hubiera oportunidades de que su gruñón padre dijera que sí.

Rosewisse soltó un suspiro, entendiendo que las cosas no estaban muy bien y se agacho para que sus ojos coincidieran con los de Atreus —no sé cómo te llevas con tu padre, pero aprécialo— dijo —yo, yo…yo perdía a mis padres y los extraño a cada momento—

Atreus pudo ver ese rostro con forma de corazón, grandes ojos azules y cabello de plata. Él pudo ver la tristeza en la mirada y como le tiritaban los labios en un gesto involuntario. Viggo apoyo su mano en el hombro de Rosewisse, ella miró hacia arriba y sonrió. Rosewisse se puso de pie, desabrocho su bolsa de la cintura y busco los trozos de manzana de Idunn que andaba trayendo. Ella y Viggo ya había comido sus partes y habían aumentado significativamente su mana y fortaleza física. Sin embargo, por muy maravillosa que parezcan las manzanas de Idunn, solo era un beneficio de una vez. Así que no sacaban nada con comer más. Aunque claro, Rosewisse se comió algunos trocitos ella sola de vez en cuando sin contarle a Viggo; eran demasiado sabrosas.

—¿Qué es eso?— preguntó Kratos

—Manzana de Idunn, maestro— dijo Viggo, miró a Rosewisse y continuo —come una para mostrarle—

—Pero no me hacen efecto— dijo Rosewisse mirando hacia otro lado

—Y eso no te ha impedido comértelas a escondidas ¿o No?—

Rosewisse miró a Viggo y frunció el ceño. Viggo solo sonrió y la quedó mirando hasta que ella se llevó un trozo de manzana y la comió.

Viggo miró a Kratos y le dijo —a nosotros no nos hacen nada, ya comimos, pero les proporcionara una ayuda a ti y Atreus—

—Dame una— dijo Kratos tendiendo su mano derecha, grande y tosca

Viggo le quito un trocito a Rosewisse y se lo puso a Kratos en la mano. Este último miró el pequeño trozo de manzana con unos diez centímetros de largo por cinco de ancho con una cascara verde. Kratos miró a Viggo y Rosewisse, miró una vez más el trozo de manzana y se lo llevo a la boca. Lo mastico y lo trago y al instante sintió los efectos como si su cuerpo se sintiera revitalizado. Volvió a mirar a Viggo y asintió.

Rosewisse entendió que daba su aprobación y encontró a Kratos cada vez más tierno, ya que, a pesar de su apariencia dura como las piedras, era blando por dentro. Al menos, eso pensaba ella en su imaginación. Ella le tendió un trozo de manzana a Atreus y este último lo recibió. Al igual que su padre se comió la manzana, se sintió revitalizado, pero como niño le fascino el sabor.

—¿Tienes más?— preguntó Atreus mostrando sus manos

Rosewisse soltó una risita y le dijo —solo una más, pero te advierto, ya no te harán efecto—

—Es una pena— dijo Atreus —pero me gusta el sabor, es muy dulce—

Rosewisse sonrió, le quedaba un trozo de manzana en la mano, pero en lugar de darle solo ese, busco más en su bolsa y las envolvió en una tela —toma— dijo —cómetelas poco a poco o se agotaran antes de tiempo—

Atreus recibió la tela con los trozos de manzana y le dijo —no te prometo nada—

Rosewisse soltó una risita, pero no lo pudo culpar. Las manzanas de Idunn eran demasiado deliciosas.

—Maestro ¿Puedes venir un poco?— preguntó Viggo, Kratos asintió y los dos caminaron a una esquina del puente, por detrás de una de las estatuas que custodiaban el camino. Una vez ocultos de Atreus, Viggo miró a Kratos y le dijo —no sé qué te trajo aquí, pero tienes que saber que es peligroso. Estos tipos, los elfos, están en medio de una guerra ¿Seguro que no necesitas ayuda? Sabes que no me preocupo por ti, lo hago por Atreus—

Kratos agacho la mirada y negó con la cabeza. Después miró a Viggo a los ojos y le dijo —esto es parte del entrenamiento de Atreus, si estas tú ahí o cualquier otro, no tendrá sentido. Es algo que debemos hacer nosotros—

—Yo…lo entiendo, maestro— dijo Viggo y asintió. Él también entendía que cada fase del entrenamiento necesita una prueba para medir los conocimientos aprendidos. Ahora que Faye había muerto, Atreus necesitaba ser más fuerte que nunca —voy a estar viajando por los reinos y ocupando el templo de Tyr, a lo mejor, si necesitas ayuda, puedes esperarme en el templo y nos encontramos. No sé, uno nunca sabe—

—Entiendo, muchacho, tú también ten cuidado— dijo Kratos con una mirada firme —un dios Aesir anda en Midgar, peligroso, muy fuerte—

—¿Cómo era?—

—Flaco, tatuado, con barba y gritaba que no sentía nada y que nadie lo podía vencer. Parece que lo mate, pero pueden andar otros cerca—

—Entiendo, me mantendré atento a los cambios—

Kratos asintió y él y Viggo volvieron a donde Rosewisse y Atreus tenían una conversación animada. Atreus tenía un sinfín de preguntas y Rosewisse tenía una buena cantidad de respuestas, así que no les costó llevarse bien.

—Muchacho— dijo Kratos en un tono firme —ven, nos vamos—

Atreus se desinflo como si toda la diversión se le hubiera escapado, miró a Rosewisse, movió su mano en un gesto de despedida y camino arrastrando los pies hasta detenerse al lado de Kratos. Viggo lo quedó mirando con una sonrisa en los labios, Atreus aún era demasiado niño. Viggo miró a Kratos y se preguntó si realmente estarían bien por su cuenta.

—Nos vemos, pequeño hermano— dijo Viggo —cuídate y cuida de tu viejo—

—No creo que padre necesite mis cuidados, pero lo intentare— respondió Atreus con una pequeña sonrisa astuta —tú también, cuídate Viggo. Y si nos vemos en Midgar, dile a Rosewisse que me lleve a volar—

—Ella ya te lo prometió. Si se encuentran en Midgar, solo tienes que recordarle su promesa de forma educada y ella la cumplirá—

—Entiendo, lo estoy esperando con anticipación—

—Es genial, prepárate— añadió Viggo, Atreus asintió y Viggo miró a su maestro —tú también, viejo, cuídate, ya no estas tan joven para andar por ahí, luchando con todo el mundo—

Kratos frunció el ceño, gruño, pero asintió. Él puso su mano sobre el hombro de Atreus y ambos avanzaron por el puente que conectaba con el templo de Tyr, con un bosque denso a los lados del puente y esas extrañas construcciones que parecían las paredes de una colmena.

Rosewisse se acercó a Viggo, se tomaron de la mano y vieron a Kratos y Atreus avanzando a una misma velocidad, un poco separados el uno del otro, como si hubiera algo en sus corazones que los separaba.

—¿Estarán bien?— preguntó Rosewisse con voz suave

—Eso espero, eso espero— respondió Viggo


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