-Tú padre es igual de molesto que tú- dijo Alfia, una de las tantas ejecutivas de alto rango de la familia Hera. Su hermana Meteria tenía cuatro meses de embarazo y le comentó que quería que el ángel que llego a Orario (Rosewisse) bendijera a su hijo. Ambas eran hermanas, pero eran como la luna y el sol. Alfia era maga, una persona importante y poco tolerante con los demás. Meteria solo había trabajado como soporte desde que llego a Orario, era una persona sin rango en la familia, pero era simpática y todos la querían.
Meteria y Rosewisse iban por detrás de Viggo, conversando en conjunto con Sakura y Ana quienes se llevaron bien con Meteria. Después de todo, ella no se movía por un capricho o por un deseo para sí misma. Solo quería que su hijo fuera bendito por alguien que se parecía a las criaturas de los cuentos. Rosewisse quedó indefensa ante Meteria, le explico varias veces que ella era una valkiria, pero Meteria insistía en que le diera su bendición. De esa manera su hijo crecería grande y fuerte y algún día sería un gran aventurero.
Viggo se llevó la peor parte, porque para que ellas pudieran conversar, tuvo que caminar por delante con Alfia. Casi habían llegado a la guild, pero a Viggo le parecía eterno. No recordaba cuando el tiempo se extendió y unos minutos le parecieron horas debajo del agua. Alfia no era simpática, no era una buena conversadora y todo lo que hacía era quejarse y atacar a Viggo. Como este último no le hacía mucho caso, ahora comenzó a atacar a su padre.
-¿Por qué mi padre es molesto?- preguntó Viggo solo para tener algo de lo que hablar
-Tú padre es un pervertido igual o más sucio que Zeus, no conoce el respeto por las otras personas-
-Lo dices como si tú fueras una víctima. Eres hermosa, lo admito, pero las otras esposas de mi padre son más hermosas, elegantes y agraciadas ¿Por qué mi padre molestaría a una mujer tan desagradable como tú?-
-No sabes ser cortes- respondió Alfia con el ceño fruncido
Viggo siguió caminando y la ignoro por completo, cosa que molesto más a Alfia.
-Señor Viggo- dijo Meteria con voz suave. Viggo miró hacia atrás de soslayo y ella continuo -con respecto a lo que dijo mi hermana, la mitad es verdad-
-¿En serio?- preguntó Viggo lleno de incredulidad, volvió a mirar a Alfia y la evaluó. Era hermosa, sí, pero su actitud mandona e impaciente con el resto de las personas la hacían desagradable -ilumíname por favor, en qué momento mi padre perdió el buen gusto-
-¡Hey!- se quejó Alfia
Viggo la ignoro, volvió a mirar hacia adelante y escucho como Meteria, dos metros por detrás de él, relataba la vez en que conocieron al padre de Viggo. Todo paso cuando ellas habían llegado a Orario, solo tenían entre doce y trece años. Alfia era petulante y tenía motivos para serlo. A ella la habían admitido en la familia Hera en el primer intento, le dieron un trato preferencial y permitieron que Meteria trabajar como soporte, algo que la propia Alfia coloco como requisito. Por supuesto, Hera es una mujer que sabe reconocer el talento, así que acepto esas solicitudes.
-Alfia no fue para nada respetuosa con el señor Kain- dijo Meteria
-No teníamos por qué serlo, él era un intruso que decía ser amigo del capitán y sus hermanos- añadió Alfia -es ilógico ¿Quién en su sano juicio hubiera esperado que un mugroso elfo fuera el maestro de los mejores aventureros?-
Viggo quedó mirando a Alfia con frialdad y esta última miró hacia otro lado, como si no hubiera dicho nada incorrecto.
Meteria continuo -mi hermana ataco al señor Kain y él la golpeo en las nalgas-
-Eso, no tengo excusa si él hizo algo así-
-Ves, tú padre es como Zeus, no, es peor que Zeus- añadió Alfia como si hubiera ganado algo
Viggo la quedó mirando a los ojos y le dijo -que admita que mi padre está equivocado es una cosa, que te de permiso para que enlodes su nombre, es otra muy distinta. Si vuelves a decir algo semejante, tu cabeza rodara por los suelos-
Sin embargo, esta vez no había nadie de parte de Viggo y recibió tres coscorrones al mismo tiempo. Él miró hacia atrás y Rosewisse, Sakura y Ana lo miraban con resentimiento mientras abrazaban a Meteria, quien miraba a Viggo con preocupación. Viggo soltó un suspiro y continúo caminando, arrepintiéndose segundo a segundo de haberse encontrado con ellas.
Una vez que llegaron a la guild, Alfia y Meteria habían cumplido su propósito con Rosewisse, así que se iban a ir, pero Meteria se acercó a Viggo y le dijo -espero que no guarde rencor con mi hermana. En el fondo es una buena persona, solo que no sabe cómo expresarlo-
-No te preocupes, no le guardo rencor. No creo que podamos ser amigos, pero creo que como tú dices, es una buena persona. Después de todo, ella se preocupó por ti cuando llego a Orario y puso tú estadía en la familia Hera como requisito ¿No?-
Meteria mostro una sonrisa radiante y asintió. Después se dio media vuelta y camino a paso rápido mientras Alfia la esperaba a diez metros de ellos. Viggo quedó mirando a Meteria en todo momento, pero cuando sus ojos se encontraron con Alfia, frunció el ceño. Alfia al verlo también frunció el ceño, como si no pudieran aceptarse el uno al otro.
Viggo negó con la cabeza, se dio la vuelta y entró a la guild. Ahí estaban Rosewisse, Sakura y Ana conversando con su tía Aina, quien las iba a ayudar en la evaluación de tesoros que rescataron del calabozo. Viggo camino a paso lento hasta llegar donde estaban ellas.
Aina noto de inmediato el estado de Viggo y le preguntó -¿Paso algo?-
-No, solo conocí a una persona molesta- dijo Viggo -vamos tía, ayúdanos con esto que ahora tenemos una compensación que pagar. Ojalá alcance-
-No lo digas- dijo Rosewisse apesadumbrada -si hubiera sabido que nos podían penalizar, nunca los hubiera atacado con mi magia-
-No te preocupes, no creo que hayas estado en el error. Esos tipos no nos dejaban tranquilos- dijo Viggo -la próxima vez yo me haré cargo-
-Ni hablar- dijeron Rosewisse, Sakura y Ana
Viggo torno los ojos al techo en un gesto de cansancio y negó con la cabeza. Solo le había dado un pequeño susto a ese dios Zeus. De seguro en pocos días está haciendo de las suyas.
A las diez de la noche volvieron a su casa y los recibió Scheherezade y Hitomi. Semiramis estaba en su habitación, cuidando de la exigente Uriel. Viggo saludo a todo el mundo y fue a ver su hija. Subió hasta el segundo piso, camino hasta la habitación de Semiramis y toco la puerta un par de veces.
-Adelante- dijo Semiramis desde el interior de la habitación.
Viggo abrió la puerta y sus ojos se dirigieron a la cuna, como no vio nada a través de la rejilla de madera de los lados, su vista paso a la cama de Semiramis. Ahí vio a su esposa con su largo cabello oscuro, acostada de lado y dándole la espalda.
Viggo camino con una sonrisa amable en los labios hasta detenerse al lado de la cama. Semiramis miró hacia arriba, estiro su mano izquierda y le acaricio la mano. Después miró a su hija, quien estaba acostada a su lado y succionando leche materna de su pecho. La pequeña Uriel, de finos cabellos rojos, levantó la mirada y vio a Viggo con sus ojos azules. Ella sonrió divertida y movió sus brazos. Viggo y Semiramis soltaron risitas al verla tan animada.
Semiramis tomo a Uriel en brazos, camino por la cama y se acostó del otro lado. Viggo se acostó dónde estaba ella y Uriel quedó entremedio de los dos. Semiramis le acercó su seno izquierdo y Uriel comenzó a beber su leche. Sin embargo, en ningún momento aparto sus ojos de Viggo. Este último soltó un suspiro y le paso su mano por la frente en un gesto suave.
-¿Fue muy complicado ir al calabozo?- preguntó Semiramis
Viggo negó con una expresión de cansancio -no, para nada- dijo -aprendimos bastante, hicimos nuestros experimentos. Trajimos bastantes piedras de monstruos y cazamos al dragón de dos cabezas. Se podría considerar un viaje productivo, pero nada es perfecto en la vida y nos encontramos con personas molestas-
-¿Quiénes?-
-Zeus y Alfia-
-Esa mujer, es el colmo de lo desagradable. No sé cómo pudiste tener tanta mala suerte-
-Puede que no sea tan desagradable- dijo Viggo con una mueca incomoda -ella andaba con su hermana, Meteria. Esta última quería ver a Rosewisse para que bendijera a su hijo en su vientre. Yo, no pude negarme y le pedí a Rosewisse que hablara con ella-
-Meteria es alguien muy agradable, no sé cómo pudo tener la mala suerte de tener una hermana así. Bueno, como tú dices, puede que no sea tan desagradable si es capaz de preocuparse de su hermana-
Viggo asintió y al ver a su hija tan cómoda y relajada bebiendo leche materna, le bajo el sueño. Poco a poco sus ojos se comenzaron a cerrar, hasta que todo se fue a negro y cayó dormido.
Entonces Viggo se despertó en una tierra árida que él desconocía. Miró hacia adelante y vio un lugar lleno de cráteres y lo que parecían ser máquinas de guerra, mezcla de metal y madera. Viggo pudo ver cadáveres de monstruos regados hasta donde alcanzaba la vista, todos destrozados, alguno pequeños, otros grandes y otros gigantes como los trolls de Midgar. Todavía recuerda a aquel hombre gigante de diez metros de altura con el totem de piedra sobre su hombro izquierdo y sosteniendo con la mano.
El cielo estaba grises, las aves carroñeras daban vueltas en círculos y descendían cada cierto tiempo. Sin embargo, eran tantas que casi ennegrecían el cielo. También había cadáveres de guerreros humanos, enanos, elfos y de otras razas. Algunos despedazados, otros quemados y otros comidos. Viggo quiso fruncir el ceño al ver tal escenario, pero no pudo hacerlo. Era como si él quisiera llevar a cabo esa expresión, pero no pudiera y solo pudiera mirar un escenario en el que no podía participar. Entonces su mano derecha recubierta por una armadura negra que tenía un brillo verdoso, de forma involuntaria (o al menos, sin que Viggo pensara que debería moverse) se movió a la cara, tapo su visión y escucho un sollozo.
-Si, tan solo, si tan solo lo hubiera hecho- murmuraba una persona con una voz casi tan gruesa como la de su maestro.
-Dios rey- dijo alguien, Viggo pudo escuchar el trote de alguien, pero no se pudo voltear para mirar, aunque él lo deseaba. Aquella persona que hablo llegó por delante de Viggo, pero él, con la mano cubriéndole el rostro, solo pudo ver los pies de un guerrero en una armadura metálica.
-¿Sí?- respondió la persona de la voz gruesa, al que llamaron dios rey
-El arma del héroe. Es lo único que pudieron traer de vuelta-
-Yo- dijo el dios rey, levantó la mano y pudo ver a un guerrero en una armadura metálica. En el lado izquierdo de la coraza tenía el grabado de un sol, como un círculo con cuatro puntas. El guerrero estaba arrodillado delante de Viggo, estaba entrado en años, con algunas arrugas en la comisura de los ojos. Él levantaba sus manos y mostraba una daga negra.
-Es la que hizo aquella diosa con mi madre- murmuro el dios rey con la voz gruesa
-Señor- dijo el guerrero -no es su culpa, es algo que él decidió por su cuenta. Ahora ya no tendrá que soportar más la ineptitud del héroe ni sus afrentas sin sentido. Usted solo lo dejo vivir para este día, para que el fuera de utilidad para reino-
-Yo ¿Tú crees que lo deje vivir solo por ese motivo? ¿Acaso soy tan maligno delante de tus ojos?- preguntó el dios rey en voz baja y gruesa. Estiro su mano derecha y tomo la daga de aquel hombre que conoció y con él que nunca pudo congeniar. Al menos, así lo sintió Viggo en su pecho. Era una sensación similar a la que tuvo con Alfia hace poco ¿Hace poco?, se preguntó.
-Viggo, Viggo- dijo Semiramis
Viggo abrió los ojos y descubrió que tenía el rostro cubierto de lágrimas. Él levantó la mirada, vio la habitación de Semiramis a oscuras y después la vio a ella.
Semiramis al ver que él lloraba, lo abrazó y el susurro -tranquilo, todo estará bien, nadie va a morir, te lo prometo. Nada de eso va a pasar, ni en un millón de años-
Por alguna razón, Viggo se sintió tan angustiado que abrazó a Semiramis y se puso a llorar.