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Después de que Kate se fue, todavía me dolía la cabeza por esta cosa molesta.
La noticia que trajo Kate me hizo sentir profundamente inquieto. No podía entender por qué lo había hecho, pero mi corazón me decía que debía detener a Miguel.
—¿Pero cómo podría hacer cambiar de opinión a Miguel?
Frente a Miguel, siempre me tenía bajo su control. Miguel siempre me pedía que hiciera lo que él quería, incluso si eso significaba privarme de mi vida cotidiana, y yo tenía que hacerlo. Así que, por ejemplo, cuando acabábamos de conocernos, tenía que ir a la escuela solo con su permiso y reportarle cualquier viaje.
Miré el reloj angustiado, y no quedaba mucho tiempo antes de que Miguel regresara como era habitual.
Si le contaba a Miguel sobre Roberto, o si intercedía con Roberto, incluso Kate sabría que Miguel se enfadaría. Quizás Miguel se desquitaría con Kate e incluso nos privaría a Kate y a mí del derecho a vernos en el futuro.