—Me di cuenta de esto hace unos días —reflexionó—. Me sentía más cerca de Miguel emocionalmente, pero pensé que era porque teníamos más contacto. Pero Miguel no parecía estar insinuando eso en ese momento. ¿Y qué hay del Licántropo y marcarme?
—Eres tan apasionada todos los días —fingió estar insatisfecho Miguel y se quejó—. Casi me estás exprimiendo hasta secarme. ¡No me había dado cuenta de que tenías un lado tan lujurioso!
—Explica lo que quisiste decir —no pude soportar más mientras lo escuchaba tergiversar la verdad.
—Te he tenido encerrada estos últimos días. ¿Estás insatisfecha? ¿Todavía piensas que soy un tirano irrazonable? —dijo Miguel.
—¿No lo eres? —pregunté, aunque no me atreví a replicar directamente. En su lugar, solo miré a Miguel.
—No soy un dictador, Cecilia —suspiró Miguel—. Hago las cosas por mis razones. No espero que todos me entiendan, pero tú eres mi compañera. Por eso exijo que mantengas tu confianza en mí. ¿Entiendes?