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10% Todo puede cambiar / Chapter 2: Capitulo 2

Chapter 2: Capitulo 2

Hace unos minutos que el director me comenta que ya venían a por mí, los nervios se apoderaron de mi cuerpo, hace años que no nos veíamos y el simple hecho de pensar cómo sería el rencuentro se me herriza la piel. Me encuentro en la pequeña sala del comedor con mi maleta esperando ver a mi tío Alex. En verdad no tardé mucho en verle con una cara de insomnio y tristeza, supongo que es normal, su hermana ha muerto en un accidente. Ni si quiera lo pude ver en el funeral, pensé que no quería venir y mucho menos despedirse de ella, estaba muy equivocada, ni si quiera estaba al día, por suerte se encargaría del tesoro más apreciado que tenía.

- Lo siento mucho de veras. Ya verás que todo irá bien ahora. —Tal como terminó la frase me dio un gran abrazo, era confortable, y es lo que más necesitaba ahora mismo, un abrazo de mi familia.

- Tío, se han ido, ya no volverán. —En ese momento todo mi mundo se derrumbó y el abrazo acabo entre lágrimas por mi parte.

- No te preocupes, ahora vamos que hay que coger un avión hasta Madrid, firmaré unos documentos para que conste que estas a mi cargo y nos iremos, te lo prometo mi vida

- ¿Madrid? — Me separo de él y le miro sin entender nada, yo pensé que se quedaría conmigo en casa, no que me debería volver a mudarme.

- Si, ¿no te gusta ir a vivir allí? —Él me mira con media sonrisa en su cara, quiere aparentar que está bien, pero en el fondo nunca fue un buen actor.

- Si, solo que es reciente lo de mis padres y pensé que te quedaría conmigo en casa y cuando acabasen las clases el resto de tu familia se mudaría con nosotros.

- No puedo hacer eso enana, ellos tienen una vida allí formada y ha demás ya pedí los papeles de tu escuela para el traslado. Esta todo organizado y por la casa no te preocupes, estará cerrada hasta que cumplas la mayoría de edad y quieras volver, es algo tuyo y yo no soy nada para tomar una decisión por ti, no sería lo justo. Todo irá bien, se solucionará todo cielo. —Suspiro y cojo mi maleta, camino junto a él sin saber que más decir o hacer, subimos a su coche.

Durante el trayecto me fui mentalizando del nuevo cambio, de volver a empezar de cero y sobre todo de cómo sería mi convivencia con mis primos, la última vez que nos vimos eran unos mocosos aun y de eso hace años. A la hora llegamos al aeropuerto, sinceramente parece como una mini ciudad, la gente va de un lado a otro estresada por no perder el vuelo, otras porque se lo retrasaron. Miré a mi tío para ver por donde debemos ir, hablaba por teléfono y apenas me prestaba atención, mejor, no tenía muchas ganas de entablar una conversación con él. Apenas le presté atención, le seguí pasillo arriba mientras escuchaba mi música, pasemos el control sin problema y sorprendentemente sin hacer cola como el resto de las personas, eso me llamó la atención. ¿Cómo es posible no hacer cola en esta situación? ¿Acaso tengo un tío con pasta o qué? Pronto lo descubriré.

Fuimos directos al avión, era más grande de lo que me esperaba, y al subir comprendí que era un vuelo privado, sin duda tengo un tío con pasta y bastante. El viaje duró varias horas, la hora del despegue y el aterrizaje fue difícil, acabe en un mar de lágrimas, no quiero morir tan joven. Nos bajemos, cogimos nuestras maletas, que a decir verdad el apenas llevó una bolsa de mano, nos dirigimos a su casa, dónde me quedaría a vivir.

Tardemos unas dos horas más en coche, al salir nos esperaba un conductor que se encargaba de llevarnos a hasta allí, todo un lujo la verdad. Al entrar a la urbanización terminó de encajarme todo, no era como el barrio donde vivía, este se notaba que se podía respirar paz y que tenía un amplio control de vigilancia, era para personas que manejaban grandes cantidades de pasta, se podría decir que es uno de los más caros que pude ver nunca. La casa se situaba al final de la calle, es bastante grande, al menos desde fuera, tiene un amplio jardín con un mini parque para los críos y diría que en la parte trasera tendrá que haber una gran piscina, es como un sueño hecho realidad, pero solo había una pega, no tengo padres para poder disfrutarla.

Esta pintada de blanco y se podría ver unos grandes ventanales, pero no deja ver el interior, es de dos plantas. Tengo ganas de ver cómo está decorada y también por ver a la familia. Bajo del vehículo y me invade el rico olor de césped recién cortado, sin duda no lo pasare tan mal la superación.

Camino detrás de él, entramos por el portón que tiene como entrada, es bastante amplia y luminosa, el recibidor consta de un pequeño mueble a mi derecha donde se deja las llaves, mi izquierda el perchero para dejar lo que desees, el suelo es de un mármol con toques rosados, no es muy común verlo de ese modo, bajo el pequeño escalón y sigo observando, en frente de mi se encuentra las escaleras para ir al piso de arriba, a mí derecha una pequeña sala de estar, seguro que será para recibir a los invitados, a mi izquierda la cocina donde podía percibir un rico aroma de pastel recién horneado aunque no vi a mi tía por ninguna lado.

- Bueno, lleguemos, tu tía no tardará mucho en venir con los críos de natación. —Dejó su chaqueta colgada. — Si quieres algo de beber la cocina está ahí. —La señala con la cabeza mientras deja su pequeña bolsa en el sofá de la salita.

- Gracias. —Me dirigí hacía allí y nada más entrar vi a la cocinera. Con razón el rico aroma. —Hola, un vaso de agua por favor.

- Por supuesto señorita. —La mujer se acerca a uno de los armarios que había al fondo y me sirve lo que le pedí.

El nuevo espació es acogedor, constaba de una cocina ampliamente equipada con las nuevas tecnologías y en el fondo una pequeña mesa de cristal con seis sillas, supuse que es donde comían por ver algunos juguetes por encima. Seguí contemplando ese pequeño rincón, me recordaba a mi madre, solía cocinarme tartas cada fin de semana y nunca falto algún postre en las cenas, no sé de dónde sacaba esas ideas, pero nunca le salían mal, intente dar clases de repostería con ella, pero se me daba fatal, envidaba su facilidad para la cocina, mientras recordaba lo feliz que solía ser con el simple recuerdo de verla.

Al poco tiempo empiezo a escuchar unos juegos de llaves proveniente de la entrada seguido de unos gritos de niños, sin duda la paz en esa casa había terminado, mi tía entró con los pequeños de la casa, los vi entrar lanzados hacía el salón, seguramente dejando sus cosas regadas por cualquier lugar, en ese instante no los vi cómo eran realmente. Es difícil de explicar cómo tu propia mente juega con tus recuerdos y modifican tu realidad, no los visualicé como eran actualmente sino más bien como unos niños mucho más pequeños, se trata de tres minis diablillos, trillizos para ser exactos con cinco años menos que yo, no sé cómo no se han vuelto locos con tantos críos gritando y llorando por la casa.

Se dieron cuenta de mi presencia cuando fueron a la cocina por su merienda, tardaron unos segundos en reconocerme, pero la risa que me dio por ver sus caras de no entender quién era la chica que tienen delante.

- ¡Prima Mía! ¿Cómo que estas en casa? —Me comenta Clara mientras me da un fuerte abrazo.

Clara es una niña que saca las mejores notas y nunca se burla de nadie y mucho menos que la desprecien, por sabelotodo. Es más, a pesar de ser como es, no le impide ser humilde y generosa, por lo que se de ella, suele ser amiga de sus amigas, está claro que mis tíos jugaron bien su papel de padres y no crearon un mini monstruo que a veces veo en mi antigua ciudad.

En cambio, sus hermanos son dos demonios complicados, se pasan el día peleándose y discutiendo, su pasatiempo favorito es burlarse de Clara, da igual de qué, pero siempre se lo pasan en su contra, supongo que son cosas de críos y sobre todo de hermanos, yo nunca tuve que compartir nada, tampoco tuvieron oportunidad y menos ahora por supuesto.

- Clara no molestes. Mama ya nos explicó en el coche lo que les pasó a los titos, es normal que esté aquí tonta. — Esta vez habló Lucas ¿o era Sergio? Si ya me costaba de reconocerlos de críos imagínate ahora

- Lucas, no le hables así a tu hermana. Solo se sorprendió al verme nada más enano. — Me tomo mi vaso de agua.

- Es la verdad, siempre se está metiendo en todo y para tu información soy Sergio. Vale que lleves años sin vernos, pero espabila, que yo soy el más alto. —Me mira con enfado, nunca le gustó que le cambiara de nombre o que le compararan con alguno de sus hermanos. Me reí por dentro al ver su expresión la verdad.

- Perdón señorito, la última vez que nos vimos fue hace... No sé... Cinco años y erais idénticos, mejor dicho, sois idénticos. — Se me escapa una pequeña risita y lo miro. — Y no eres más alto que él, solo llevas zapatillas con plataforma que lo único que hace exponerte altura, no empieces ¿de acuerdo?

- Chicos iros al despachó con papá que esta la merienda allí y dejar a la prima un poco de espacio. — Los chicos se despiden de mi con un sonoro beso en mis mejillas y se van corriendo con mi tío. — Mía me alegró de volverte a ver. ¿Cómo fue él viajé? —Desplazó una de las sillas y se sienta a mi lado, me encanta mi tía, tiene todo bajo control y casi puedo decir que no se le escapa nada de su control.

- Cansada tía. Yo me esperaba que viviría en mi casa con vosotros, pero no, viviré aquí.

- Mía eso sería mucho para ti. Todo te recordaría a ellos y lo que te viene bien ahora mismo es otro estilo de vida y ya sé que tú tenías tu vida resuelta y unos amigos maravillosos pero que te mudes no significa que los pierdas de vista, iremos de vacaciones y ellos podrán venir a verte cuando lo pidas. Nosotros solo queremos lo mejor para ti y que a la vez seas lo más feliz posible.

– Lo sé, pero no creo que me vaya bien empezar de nuevo, las clases ya empezaron y nunca me gustó ser la nueva.

– ¿Qué te parece si te enseñó tu cuarto y descansas un poco antes de la cena?

– Me encantaría.

Subo al piso de arriba, me encontré con cinco habitaciones, supuse que cada uno tiene su propia habitación o eso se imagina mi maravillosa mente, al fondo del pasillo vi lo que sería el baño. Mi tía entra en la habitación que se encuentra a la derecha nada más subir las escaleras, es grande comparada con la que tenía en mi casa y en el orfanato, nada más entrar a la izquierda se encuentra un armario blanco, es enorme, al fin podré llenarlo con mi ropa, pero lo que más me llama la atención es la enorme cama que se encuentra en el centro, es de matrimonio con un cabezal en blanco con algunas rosas pintadas de rojo, era una combinación perfecta y delicada a la vez, al fondo un ventanal, a la izquierda de él podía apreciar una pequeña librería o estantería, pero me gusta más la idea de poder tener mi propia librería y a la derecha del ventanal un pequeño escritorio en rosa pastel a juego con una silla y para finalizar a mi derecha justo en el centro de la pared un pequeño tocador con un gran espejo, sin duda pensaron en todo lo que una chica pudiera querer tener.

– Te dejaré a solas para que te acomodes, si necesitas algo avísanos. — Se despide de mi con un beso en la frente y se va cerrando la puerta detrás de ella.


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