Los tres aventureros rodaron cuesta abajo por el precipicio hasta llegar al fondo. Afortunadamente para ellos, fueron frenados por la pendiente. Sus fuertes cuerpos de aventurero únicamente sufrieron visiblemente algunos rasguños y una pequeña bajada de puntos de vida. Medio aturdidos por el impacto, trataron de levantarse enseguida.
–Auch… Que dolor…
–Ugh… Tomaos una poción leve…
¡…!
Volvieron a estar rodeados de vegetación, con la excepción de la pendiente a sus espaldas. Redwill y Roland se quejaron del dolor, mientras que Wulf lo primero que hizo fue activar Rastreo de Maná. Lo que vio lo hizo levantarse al instante.
–¡Enemigos! –exclamó Wulf–. ¡Son muchos!
–¡…!
Los otros dos aventureros se pusieron en guardia rápidamente ante el grito de alarma de su compañero. Todo tipo de monstruos aparecieron por todas partes. Estaban rodeados, no podían huir. Tenían que luchar.
–Mierda… Son demasiados, tendremos que abrirnos paso y huir. Acabemos con los más rápidos primero. –dijo Wulf.
–Al menos son de nivel bajo.
Redwill miró el lado positivo de la situación. Prácticamente todos los monstruos eran débiles, de niveles quince y dieciséis, mientras que los tres aventureros ya habían pasado del nivel veintitrés.
El primer movimiento lo hicieron los monstruos, unos cuantos Conejos Colmilludos Grises se lanzaron hacia ellos.
–¡Desafío del Guerrero!
Roland se puso al frente y lanzó un taunt para atraer la atención del enemigo, golpeando su espada contra su escudo repetidas veces. Los monstruos con forma de conejo ignoraron a los otros aventureros y fueron directos hacia Roland, aunque nunca consiguieron alcanzarlo.
–¡Filo Arcano!
–¡Corte de Corriente!
Redwill lanzó un hechizo para potenciar el arma de Wulf, que se puso delante de Roland y aprovechó el daño aumentado para cortar consecutivamente a los conejos que iban saltando hacia el paladín. Wulf rotó el sable con el brazo y la muñeca, sin frenar su impulso, todo en un solo movimiento, acabando con un monstruo con cada rotación. El sable dejó un rastro de luz a su paso, en un movimiento similar a una corriente marina que serpentea en el profundo océano.
Aunque la avanzadilla de conejos cayó enseguida, los demás monstruos no flaquearon. Los siguientes en atacar fueron los Lobos Feroces Grises, desde todas direcciones. Como el efecto del taunt de Roland aún surtía efecto, los monstruos se lanzaron contra él.
–¡Tengo tu espalda! ¡Red, coloca trampas! –gritó Wulf.
–¡Ok!
Roland se centró en frenar a los lobos que tenía al frente con su escudo, contraatacando cuando tenía oportunidad. Mientras que Wulf acabó con celeridad con los que les atacaron por la espalda.
–¡En cuanto abra camino, nos retiramos! –dijo Wulf mientras volvía al frente, para colocarse en paralelo con Roland.
Frente a ellos había dos Jabalís Tez de Roca Jóvenes y dos Goblins. Wulf levantó su mano izquierda y disparó con Crear una vez a cada jabalí. Aunque no fue suficiente para matarlos de un golpe, les bajó gran parte de la vida. Entonces, se lanzó hacia ellos y volvió a utilizar el movimiento que tanto le gustaba. Tampoco es que tuviera otro al no tener una Maestría en Sables…
–¡Corte de Corriente!
Los primeros en caer fueron los dos Goblins, sus cabezas volaron sin que apenas entendieran lo que había sucedido. Con dos rotaciones más del sable, Wulf acabó también con los debilitados jabalís. Quedó abierto un hueco en el cerco a los aventureros, delante no había más monstruos.
–¡Retirada!
Mientras Wulf eliminaba los monstruos, Redwill lo siguió al mismo tiempo que colocaba trampas de Grilletes Arcanos. Roland había eliminado a un par de monstruos más mientras los frenaba con su escudo. En cuanto recibió la orden de retirarse, se dio la vuelta, corriendo tras los otros dos aventureros.
Los primeros monstruos que trataron de seguirles cayeron en las trampas que puso Redwill, haciendo que ganaran algo de tiempo, hasta que, finalmente, consiguieron dejar atrás a los monstruos.
Siguieron corriendo a través del bosque hasta que volvieron a encontrar otro precipicio. Esta vez era una caída vertical que daba a una poza, que se llenaba con una cascada impresionantemente alta situada al otro extremo. Un arroyo de aguas bravas emergía de la poza y continuaba montaña abajo.
[Thong] [Fssh~]
¡…!
[Clang]
Una flecha voló hacia los aventureros, pero Roland reaccionó a tiempo, cubriendo a sus compañeros con su escudo. La flecha revotó sin hacer daño, aunque dejó una mancha de líquido en el punto de impacto. Era un escuadrón de cuatro Goblins, un arquero, dos lanceros y otro con una espada corta y un escudo de madera.
Tsk. Veneno… Desgraciados.
Roland maldijo interiormente a los ladinos monstruos y preparó su escudo para repeler cualquier ataque. De mientras, Wulf aprovechó para beber una poción de maná y disparó un proyectil al arquero, atravesando su cabeza y acabando con él de un solo golpe.
–¡GOBGOBGOB!
–¡GOOOOB!
Los Goblins se enfurecieron al ver a su compañero caído y se lanzaron al ataque. Roland se preparó para interceptarlos con el escudo, Wulf se puso a su lado para flanquear a los monstruos y Redwill los apoyaba justo detrás.
[Crack] [Fssh] [Fssh] [¡GROIN!]
¡¡¿…?!!
Justo en el mismo momento en que las armas de los Goblins y los aventureros chocaron, un jabalí emergió de los arbustos, a la derecha de Wulf. El monstruo estaba cargando a toda velocidad hacia ellos. Cuando vio el precipicio quiso frenar, pero era tarde.
–¿¡GGOB!?
–¡Ugh!
El jabalí arrolló tanto a los aventureros como a los goblins, todos cayeron precipicio abajo, directos al agua.
[¡SPLASH!]
El impacto fue duro, pero nada que los cuerpos de aventurero no puedan soportar. Wulf cayó junto con un Goblin que llevaba una lanza. El monstruo, loco de ira, intentó apuñalar al aventurero aun estando bajo el agua. Ambos forcejearon durante unos segundos mientras se hundían en la poza, hasta que Wulf consiguió atravesar el cuerpo del Goblin con su sable. Un reguero de sangre salió de la barriga del monstruo.
¿¡…!?
Wulf apartó el cuerpo inerte del monstruo, pero se dio cuenta tarde de que se había acercado demasiado a la base de la cascada. El chorro de agua lo impulsó hacia abajo como si le dieran golpes con un martillo de goma.
¡Ngh! ¡Mierda! ¡No puedo subir! ¡Me voy a ahogar…!
La poca luz que empezaba a dar la luna iba haciéndose más y más pequeña a medida que Wulf se hundía. Burbujas salían de su boca y empezaba a perder el conocimiento.
¡…! ¡No voy a morir aquí!
Determinado a sobrevivir, enfundó su sable y se tapó la nariz. Se puso su otra mano libre sobre sus labios y utilizó su Magia de Creación. Con ella creó aire en el interior de su boca y respiró hondo.
¡…! ¿¡Ahora q-!? ¡Ugh…!
De pronto, una corriente lo impulsó hacia un lado, haciéndolo rotar y golpearse la nuca contra la pared de la poza. Empezó a dar vueltas empujado por la corriente, no sabía dónde era arriba y dónde era abajo. Por suerte para él, la corriente lo llevaba hacia el límite de la poza, hacia la superficie.
¿¡Estoy subiendo!? ¡Me tengo que agarrar a algo! ¡Mierda!
Wulf emergió en el arroyo, aunque seguía a merced de la fuerte corriente. Trató de agarrarse a una roca grande que había a un lado, pero no la alcanzó. Si no conseguía sujetarse en algo, sería arrastrado río abajo. Levantó un brazo fuera del agua, desesperado.
–¡Wulf! ¡Te tengo!
Una mano agarró el brazo de Wulf. Era Roland, que había salido del agua y corrió para ayudarle. Una vez sujetó firmemente el antebrazo de Wulf con ambas manos, lo sacó del agua usando su fuerza de aventurero.
–¡Roland! Ha… ¡Redwill…! Ha… ha… –Wulf trató de hablar mientras respiraba agitadamente.
–Estoy aquí, estoy bien. ¡Cof! ¡Cof! –respondió Redwill, que estaba estirado en el suelo, tosiendo.
–Uff… Ha ido de poco… Ha… ha… Los otros monstruos fueron arrastrados rio abajo… –añadió Roland.
Los tres trataban de recuperar el aliento como podían. El guerrero, que era el que estaba menos aturdido de los tres, fue el primero en levantarse y en ponerse alerta.
–Wulf. ¿Hay enemigos cerca?
–¡…! …No… No veo nada cerca, estamos seguros…
Con el empuje de Roland, Wulf se puso enseguida en guardia. Utilizó Rastreo de Maná lo más lejos que pudo, esperando detectar la presencia de algún monstruo, aunque fuera lejos, pero no vio nada.
–Creo que estamos en una zona segura. –afirmó Wulf, bajando la guardia y sentándose en el suelo para acabar de recuperar el aliento.
–¿Una zona segura? –preguntó Redwill.
–Si, hay zonas donde no hay respawn de monstruos. Normalmente las ciudades y pueblos se colocan sobre zonas seguras.
–Ya veo…
–Estaré pendiente de revisar si hay monstros por si aca-. ¡Mierda! ¡Se me han roto casi todos los viales! Solo me queda una poción de maná…
Wulf se palpó el cuerpo para ver si estaba entero, pero encontró que únicamente le quedaba una poción. Debieron romperse con el impacto de la caída o bajo el agua.
–Yo igual, solo me queda una de vida…
–Y yo…
Tanto Roland como Redwill confirmaron que estaban en la misma tesitura. Se habían perdido en el bosque, andaban escasos de pociones y estaba anocheciendo. La situación era complicada, menos mal de la zona segura…
–Bueno, al menos ya no nos persiguen los monstruos… –Roland buscó el lado bueno mientras trataba de secarse un poco el equipo.
–¿Por qué había tanto monstruo junto? –se quejó Redwill, estrujando su toga para sacar el agua que había absorbido–. ¡Normalmente están más dispersos!
–Creo que deberíamos hacer un fuego y descansar por aquí. Prácticamente ya es de noche. –Wulf propuso aprovechar el lugar para recuperar fuerzas.
–Me parece bien. –aceptó Roland.
Los tres aventureros empezaron a recoger ramas para preparar una hoguera en la orilla y poder secar totalmente su equipo. Aunque Wulf se mantenía alerta usando Rastreo de Maná de vez en cuando, los tres pudieron relajarse, no estaban en peligro inminente.
–Que les habrá pasado a los niños… Los dejamos con quien nos empujó al precipicio… –dijo Redwill, que volvía de los arbustos cercanos cargado de ramas.
–…
Nadie sabía que contestar.
–Brujas…
–¿…?
Redwill y Roland se giraron sorprendidos al oír el murmuro de Wulf. Esa era la palabra clave del día, lo que habían estado investigando. Por fin descubrieron algo extraño en el bosque, era la primera pista sólida que encontraron.
–Creo que eran las brujas… –continuó Wulf–. Las siluetas que vimos con los niños. Utilizaron Magia de Tierra y Magia de Viento para arrojarnos por el precipicio.
–Si eso es cierto, habrán secuestrado a los niños… –añadió Roland, que puso una mirada totalmente seria.
–¡Tenemos que darnos prisa y salvarlos!
La conclusión a la que llegó Roland alteró a Redwill, que estaba preocupado por los trillizos. El hechicero dejó caer los palos que llevaba en brazos y fue directo a recoger su bastón que había dejado secándose en el suelo.
–Primero tenemos que descansar bien.
Wulf lo paró en seco, no estaban en condiciones de seguir. Estaban exhaustos, heridos, bajos de vida y de maná, encima tenían pocas pociones. En definitiva, necesitaban un buen respiro.
–¡Pero vamos a necesitar al menos una hora para recuperarnos totalmente!
–Si vamos sin estar preparados, moriremos, y no habrá servido para nada.
–Ugh…
Redwill estaba frustrado por no poder salir ya, pero Wulf tenía razón, no estaban en condiciones de seguir luchando. Roland se acercó al hechicero y puso una mano sobre su hombro para tranquilizarlo.
–Descansemos, Red. No te preocupes, los salvaremos.
–…Vale…
Acabaron de montar la hoguera y sacaron algo de comida de emergencia de las bolsas mágicas que llevaban en sus cinturones. Los cuerpos de los aventureros eran capaces de recuperarse totalmente con descanso, aunque lentamente. Lo más rápido de recuperar era el maná, que se volvía a llenar en aproximadamente cinco minutos, pero la vida y la estamina total tardaban mucho más. La comida aceleraba el proceso.
–¿Vosotros que hacíais en el mundo real?
Roland quiso romper el silencio mientras comían y recuperaban fuerzas. El mundo real era un tema difícil de sacar, pues generalmente los que juegan a videojuegos lo hacen para evadirse de las preocupaciones del día a día. Aunque ahora estaban atrapados en contra de su voluntad, todavía costaba hablar sobre ello.
–Menudo temita has sacado, eh… –bromeó Wulf.
–Éramos universitarios, de tercer año. Íbamos a empezar cuarto ahora... Aunque estábamos en universidades y carreras diferentes.
Redwill no le dio importancia y contestó sin problemas.
–Oh, entonces soy un año mayor. Yo acabé la universidad y buscaba trabajo. Tarea complicada, por cierto…
–El tarado este –continuó Wulf– estudiaba un doble grado en economía y política. Yo estudiaba ingeniera de la energía.
–¿A quién llamas tarado? ¡Yo solo quiero hacer un país mejor para mi familia y mis amigos! ¡Hmph!
Wulf intentó molestar a su amigo, y lo consiguió. Redwill hizo pucheros y giró la cabeza hacia un lado, molesto.
–Economía, política y energía… Vaya peces gordos con los que me he cruzado... –bromeó también Roland.
–Planeábamos muchas cosas para mejorar el mundo... Jejeje.
Redwill se enorgulleció del virtuoso objetivo que tenían cuando eran niños.
–Pero si dijiste mil veces que lo hacías por dinero... Entonces, ¿dices que buscabas trabajo, Roland?
Wulf corrigió a su amigo de la infancia y cambió de tema, ignorando el puñetazo en el hombro que recibió de un enfadado Redwill.
–Si, como programador de videojuegos.
Vaya, como Alex... –pensó Wulf.
–Siempre supuse que tendría que irme a Estados Unidos, Inglaterra o Alemania. –continuó Roland, que se encogió de hombros, resignado a tener que cambiar de país para poder encontrar un puesto de trabajo decente.
–¿Y por qué no programas tu propio videojuego?
Si no encuentras trabajo, hazlo tú mismo. Esa era la lógica que seguía Redwill. Aunque es más fácil decirlo que hacerlo.
–Bueno… no es tan sencillo, primero hace falta una idea... De hecho, esa fue una de las razones por las que decidí entrar en la beta de TWA.
–Jeje. –Redwill soltó una risita traviesa–. Buena excusa esa, eh…
–L-lo sigo en serio...
Roland desvío la mirada ante el comentario de Redwill, que había descubierto fácilmente sus verdaderos motivos. En cambio, a Wulf le entró curiosidad sobre la beta.
Quizá haya algo que podamos aprender sobre la beta que nos sea de utilidad…
–¿Hasta dónde llegaste en la beta?
–¿…? Hmmm… –Roland se rascó el mentón, pensativo–. Pues en el mes que duró llegamos al nivel máximo, que entonces lo pusieron al nivel sesenta. Si no me equivoco ahora puedes subir hasta el nivel ochenta…
–Así que se tarda un mes en subir al sesenta… Entonces al ochenta se debería poder llegar en medio mes más aproximadamente…
–Hmmm. Probablemente se pueda hacer más rápido porque nosotros nos dedicamos a buscar las mejores formas de levear, eso nos llevó tiempo y no fuimos óptimos.
–Ya veo. –Wulf asintió con la cabeza.
–Por otra parte, luchábamos sin preocuparnos si moríamos o no…
Esto llamó la atención de Redwill.
–¡…! Si moríais… ¿qué pasaba?
–Reaparecías al cabo de unos segundos en el Altar del Aventurero más cercano. Primero lo ves todo negro, como si estuvieras en la nada y luego poco a poco recuperas la vista y puedes moverte. Antes de que te des cuenta de que ha pasado estás de pie frente al altar.
–…
La expresión de Roland al explicar cómo debería ser la muerte en The World Afterwards era indescifrable. Los otros dos aventureros no supieron que sentimientos se escondían detrás de esas palabras. Sin darles tiempo a reflexionar, continuó.
–La mayor parte del tiempo lo pasamos intentado buscar los límites del juego. Intentando llegar a sitios remotos, utilizar nuestras habilidades de formas extrañas… Pero no nos encontramos ni un solo bug.
–Como me contó Alex… –murmuró Wulf.
–Luego, decidimos prepararnos y entrenar para cuando saliera el juego. Queríamos formar un gremio tryhard y ser los primeros en completar los raids de nivel alto. Estábamos muy motivados…
Roland puso una sonrisa agridulce, recordando los buenos momentos que pasó con sus compañeros. Pero también recordó que ya no estaban con él… Tanto Wulf como Redwill se dieron cuenta y el primero quiso seguir con el tema de la beta.
–¿Recuerdas algo que te llamó la atención de la beta? Algo que pueda afectarnos ahora o que debamos tener en cuenta… Como parece que la beta y el juego actual están conectados…
La información es clave para sobrevivir. Wulf lo tenía muy claro. También era difícil de conseguir, o al menos era complicado atar los cabos entre sí. Por eso trataba de encontrar todo dato posible y tenerlo a buen recaudo en su cabeza.
–No lo sé… Estábamos tan emocionados con todo que nos sorprendía cualquier cosa…
Imagínate estar un mundo de fantasía que parece totalmente real. Donde eres un poderoso luchador que es capaz de usar armas y magia. A cada paso que das encuentras preciosos paisajes, cosas que desafían la lógica del mundo real y feroces monstruos que no dudarán en atacarte. ¿Quién podría darse cuenta de que sucede algo extraño? ¡Absolutamente todo llama la atención!
–¡Oh! Recuerdo algo. Participamos en un evento espectacular.
–¿Un evento?
–¡Si! Fue una batalla masiva contra un dragón.
–¿¡Un dragón!? –a Redwill le brillaron los ojos de emoción y se inclinó hacia adelante con expectación.
–Si. Jajaja. Fue un evento, una misión especial que da el gremio que solo sucede una vez. Algo así como una misión de emergencia.
–¿Y qué pasó? –preguntó Wulf con una calma totalmente opuesta a la actitud de Redwill.
–Al parecer una ciudad que está en el sureste tenía problemas con un dragón. El monstruo atacaba las zonas colindantes de forma indiscriminada. Incendió muchos hogares y mató a muchos NPC… La ciudad estaba tan fuertemente armada que podía defenderse de él, pero eran incapaces de defender sus alrededores, así que pidieron ayuda a los aventureros.
–Parece un raid.
–No exactamente. Al principio las tareas eran recoger recursos para preparar un enfrentamiento con el dragón. Un montón de beta-testers nos apuntamos y conseguimos a tiempo el material necesario para que los NPC construyeran una pequeña fortaleza improvisada con mucha artillería antiaérea. También prepararon un anzuelo, y el dragón cayó en él. Entre todas las decenas de DPS a distancia y la artillería conseguimos bajar la vida del monstruo y finalmente, aunque trató de huir, lo forzamos a aterrizar. Al final fue un NPC, que parecía un noble, el que acabó con él. Fue realmente espectacular.
–¿Y si no hubierais podido acabar con el dragón…? –preguntó Redwill.
–No lo sé… Tal vez habría podido arrasar con la ciudad, casi todas las fuerzas de defensa estaban en la fortaleza provisional.
–Glup… –Redwill tragó saliva.
–Creo que hay que tener mucho cuidado con los eventos. Puede pasar cualquier cosa. Las probabilidades de morir en un evento son altas, pero si la misión fracasa… puede ser mucho peor.
En este mundo no podemos fallar. –concluyó Wulf.
♦
A pesar de que el sol estaba a punto de desaparecer entre las montañas, los tres aventureros decidieron volver a buscar a los trillizos. No podían dejarlos solos más tiempo, ya se habían recuperado todo lo que podían y tampoco es que pudiera mejorar la situación si esperaban. Así que se adentraron en el bosque con la intención de subir hacia la cascada y dar la vuelta hacia donde cayeron a la poza.
–¡Oh, mirad! ¡Una entrada! ¡Son unas ruinas! –Redwill gritó excitado como un niño en un parque de atracciones.
–¡…!
A muy poca distancia de donde acamparon provisionalmente, encontraron la entrada a un edificio que aparentaba haber estado ahí por cientos de años. Yacía medio enterrado en la montaña, entre tierra y rocas. Todo tipo de plantas y musgo habían crecido sobre él, incluso árboles, pero aún se podía discernir parte de la silueta que sobresalía de la montaña.
Uno pensaría que se habían encontrado con unas ruinas de una civilización antigua, como la romana o la egipcia del mundo real, pero ese edificio daba la impresión incluso de ser moderno, no lo habían erigido con simples piedras talladas a mano. Lo poco que sobresalía de la montaña y no estaba enterrado bajo la vegetación eran ángulos rectos con una superficie suave, como la del hormigón.
Una puerta metálica completamente oxidada yacía justo al lado de la entrada, que quedaba abierta a cualquiera que tuviera la osadía de adentrarse en el oscuro y tenebroso pasillo. Los tres aventureros, movidos por un fuerte sentimiento de curiosidad, se acercaron a inspeccionar el extraño edificio.
–Humm… Seguramente estas sean las ruinas que mencionó el capitán Vance. –dijo Roland.
–¿Para qué habrá servido este edificio en mitad del monte…? –se preguntó Redwill.
A Wulf le llamó la atención algo que vio en el suelo, y se agachó a inspeccionarlo.
–Hay huellas, y son muchas. Son todo pies pequeños descalzos…
–Pies pequeños… ¿Goblins? –opinó Roland.
–Seguramente. Y todas son saliendo de aquí, no parece que haya huellas entrando…
–Pero no hay monstruos por aquí, ¿no?
–No, sigo sin detectar nada… …Parece que siguen por donde nos dirigíamos nosotros…
Wulf siguió rastreando las huellas que salían de las ruinas. Aunque algunas se desviaban, la mayoría rodeaban el edificio y se iban montaña arriba, por donde ellos tenían pensado volver hacia la cascada. Cuando estuvo satisfecho, volvió a la entrada.
–Es solo una suposición, pero… Los Goblins que nos encontramos antes, seguramente hayan salido de aquí.
–Tiene toda la pinta. –asintió Roland–. Si seguimos las huellas, probablemente podamos volver por donde habíamos venido.
–Entonces… ¿Qué hacemos? –preguntó Redwill, aunque ya sabía que respondería su amigo.
…
Wulf miró intensamente al interior del misterioso edificio. Su instinto le decía que debían entrar allí, aunque también podía ser simple curiosidad o afán de exploración. Los otros dos aventureros también miraron al oscuro interior, para luego posar sus miradas sobre Wulf, que seguía absorto. Finalmente respondió:
–…Entremos.
Tenía muchas razones para querer entrar y muchas otras para no hacerlo, pero sobre todo le molestaban las huellas de Goblins que había visto en el suelo. Recordó la explicación del capitán Vance de cuando encontró un aquelarre, que le hizo pensar que los Goblins se relacionaban de alguna forma con las Brujas.
–Pero… ¿Y los niños…?
Redwill quiso negarse.
–No sabemos si van a estar en el mismo sitio que antes. Algo me dice que por aquí encontraremos alguna pista a cerca de todo lo que está pasando. Además, no hay monstruos y, si no encontramos nada, nos damos la vuelta y volvemos.
–Ok…
Redwill no estaba muy seguro, pero aceptó un poco a regañadientes. Si bien se preocupaba por los trillizos, también tenía ganas de explorar esas misteriosas ruinas que estaban en el medio de la nada. En un principio le dio la sensación que estaban abandonando su objetivo de rescatar a los niños, pero no descartaba el razonamiento de Wulf que relacionaba las brujas con los Goblins. Él también vio las figuras encapuchadas que se asomaron al precipicio donde estaban los niños. Su mente estaba dividida, pero decidió confiar en los instintos de su amigo.
♦
Entraron en el edificio atravesando un largo pasadizo. Por dentro se veía claramente que era un edificio de estilo moderno, como los del mundo real. El suelo estaba hecho de baldosas, algunas estaban rotas o se habían levantado. Las paredes eran lisas, el recubrimiento se había caído en algunas zonas y bloques de cemento quedaban al descubierto. De vez en cuando veían puertas metálicas, trataron de abrirlas, pero todas estaban encalladas con escombros. Por el techo se podían ver las siluetas de vigas metálicas y algunos tubos y conductos, todo estaba completamente oxidado y recubierto con musgo y maleza.
Sería extremadamente complicado caminar por el oscuro y tenebroso pasadizo, si no fuera porque se iluminaba gracias al hechizo de utilidad de Redwill, Luz Arcana, que generaba una pequeña esfera de luz blanquinosa que flotaba sobre su cabeza. Como él poseía la única fuente de iluminación, caminaba al frente, mientras que Wulf no dejaba de vigilar la presencia de monstruos con Rastreo de Maná desde la retaguardia.
–Oh…
Caminaron en línea recta por el pasadizo durante unos cincuenta metros aproximadamente, cuando llegaron a una gran sala. Redwill no pudo evitar soltar un suspiro de asombro ante el cambio de escena.
–Hay muchas máquinas, parece que fabricaban algo aquí. –observó Wulf.
–¿Un laboratorio quizá? Mira cuantos tubos… –añadió Roland mientras movía la vista hacia arriba.
La sala, de dos pisos de alto, estaba repleta de restos de metal. Había piezas por todas partes que parecían pertenecer a varias máquinas, y muchos tubos salían de ellas hacia el techo. Una estructura metálica se había desmoronado por el centro y yacía inclinada, apoyada en la pared. Al fondo, había una puerta doble metálica, que aparentemente estaba cerrada.
–No veo salida a parte de esa puerta y por donde entramos.
Roland escaneó la sala en busca de un sitio por donde seguir avanzando.
–Aquí el polvo está removido.
Wulf se dio cuenta de que había más huellas junto a la pared del fondo, a la izquierda de la puerta. En el suelo, la tierra y el polvo estaban dispersos junto a una reja oxidada, aunque no se podía ver ninguna huella clara, alguien o algo se había movido ahí y se dirigió al pasadizo por donde habían entrado.
Entonces, Wulf levantó la mirada hacia el techo. Allí descubrió un agujero que podría llevar a un piso superior.
–Parece que algo cayó de ahí. –Wulf señaló hacia arriba–. Quizá esa reja de ahí estaba en el techo y se rompió.
–Puede ser que los Goblins bajaron de ahí… No veo otro sitio posible.
Mientras Wulf y Roland discutían sobre si su hallazgo guardaba relación con esas despreciables criaturas, la atención de Redwill estaba en otra parte.
–¡Mirad! Hay algo grabado sobre la puerta… Eehm… ¿"3dTT"? …Arg… No se distingue bien…
–¿…?
El descubrimiento de Redwill llamó la atención a los otros dos aventureros, que también se acercaron con curiosidad.
–¿Será el código de la sala que hay detrás? –dijo Wulf.
–Al lado de la puerta hay una especie de consola y cuatro palancas. La consola parece estar rota, pero las palancas están en buen estado… ¡Hhmmmph! …Nada.
Roland intentó abrirla por la fuerza metiendo los dedos por la fina ranura entre las láminas. La puerta cedió un poco ante el poder de los músculos de un aventurero de nivel veinticuatro, pero no parecía que se fuera a abrir lo suficiente como para poder atravesarla.
–¿Qué significarán esas letras? "3d…" ¿tres dimensiones? ¿Y las dos "T"? ¿No había un coche que se llamaba así? Mmm…
–…¿Qué sentido tendría eso?
Redwill seguía centrado en las letras grabadas en la pared sobre la puerta y dijo lo primero que se le pasó por la cabeza sobre su significado. Roland le miraba completamente escéptico ante las conclusiones del hechicero.
–Hmm… ¿Y si no son dos "T"? Es la parte que está más distorsionada… Además, parece que la separación entre las dos tes está causada por que se desprendió un trozo de la pared. –dijo Wulf.
–¿Así que estaban unidas? Entonces… ¿Es un símbolo? Como… ¿Una mesa? –propuso Redwill.
–¡Pfft!
Roland no pudo evitar reírse con el comentario de Redwill, pero Wulf lo ignoró y explicó sus conclusiones.
–…Pi. El número "π". Es un símbolo que parecen dos tes juntas.
–Hmm… Sería "3dπ" entonces…
Además, para apoyar la teoría de Wulf, los tallos de las supuestas "T" no eran totalmente rectos, sino que estaban ligeramente curvados en su base, como en el símbolo.
¿Tres dimensiones de pi? No tiene sentido… ¿Tres veces el diámetro por pi? ¿Pero el diámetro de qué? Esta sala es rectangular… Hmmm… ¿Tres dividido entre pi? Eso debe ser alrededor de 0,9… Tres, de, pi… Tres de pi… …Ah, ¿Y si…?
Wulf se dirigió hacia las palancas que estaban situadas al lado de la puerta. Aunque estaba prácticamente destruido, justo encima de la segunda palanca empezando por la izquierda, podía verse la parte superior del número dos.
Están numeradas… Entonces, quizá…
Wulf cogió el mango de la tercera palanca y la bajó. Luego la de la izquierda, luego la de la derecha y volvió a subir la de la izquierda.
[CLACK]
–¿¡…!?
Se oyó un ruido metálico, como si algo se soltara. Los tres aventureros intercambiaron miradas de asombro. Redwill se acercó a la puerta y empujó la lámina de la derecha. La puerta crujió un poco, pero cedió ante el empuje del hechicero.
–¡Oh! ¡Se abre! ¿Estás seguro que hiciste fuerza antes? –dijo Redwill mirando atrás con una sonrisa burlona y aprovechando la situación para molestar a Roland.
–¡Claro que sí!
–El hechicero es más fuerte que el guerrero, eh…
–¡Estaba bloqueada!
Ignorando al avergonzado y molesto Roland, el hechicero se giró hacia su otro amigo con excitación en sus ojos.
–¿¡Cómo lo conseguiste!?
–Tres decimales de pi. Activé las palancas en orden tres, uno, cuatro, uno.
–¡Oooh! ¡Ese es mi ingeniero!
Redwill estaba totalmente emocionado. Esto empezaba a ser una aventura de verdad. Acababan de resolver un puzle en unas ruinas antiguas, como en los exitosos videojuegos del guerrero de traje verde y cabello rubio. Wulf, mientras examinaba el interior de la puerta en busca de enemigos, cuestionó la localización del puzle.
–¿Pero qué sentido tiene un acertijo en un sitio como este…?
–Bueno… esto no deja de ser un videojuego… Muchos tienen puzles más o menos sencillos para darle algo de… "aventura intelectual"…
Roland intentó justificarlo como buenamente pudo.
–…
…Ridículo…
…Que mal gusto…
…Estrafalario…
Todos pensaron en lo forzado que era poner un puzle en unas ruinas "modernas" como esas.
♦
Wulf no detectó enemigos, así que decidieron avanzar por ahí. Al otro lado de la puerta no había nada, únicamente más oscuridad y una escalera. Bloquearon la puerta abierta con restos de chatarra que encontraron en la sala grande por si acaso necesitaban una ruta de escape. Unos metros más adelante, la escalera se curvaba hacia la izquierda, como si rodeara una gran sala circular.
Los tres aventureros subieron por las escaleras el equivalente a dos pisos, cuando de pronto oyeron unas voces. Aunque no se distinguía lo que decían, los tres aventureros se pusieron en guardia.
–Red, –susurró Wulf– baja la intensidad de la luz al mínimo.
–Voy.
Los aventureros bajaron la voz para evitar alertar a posibles enemigos. Wulf activó Rastreo de Maná. Detectó seis siluetas humanas rojas del tamaño de un adulto de pie a un nivel más bajo que ellos y tres siluetas verdes más pequeñas estiradas horizontalmente en el centro.
–Veo enemigos, son seis. También tres aliados… Están un piso más abajo que nosotros.
–¿Qué…? ¿¡Cómo no los has visto antes!? –Redwill trató de evitar alzar la voz tapándose la boca con las manos.
–No lo sé. Desde abajo no los veía…
No entendían por qué no habían detectado antes a los enemigos y los dos se alteraron por un momento. Pero enseguida Roland los instó a continuar.
–Avancemos un poco, quiero ver qué está pasando ahí abajo.
Las escaleras acababan en un pasillo que rodeaba una sala central. En la pared exterior había puertas cada cierta distancia, la mayoría de ellas bloqueadas con escombros. Los aventureros se asomaron al pasillo y, cuando confirmaron que no había enemigos, continuaron hacia delante hasta que vieron un ojo de buey en la pared interior con vistas directas a la sala circular. Se asomaron a la ventana con cautela.
Pudieron ver una sala perfectamente circular. Las paredes estaban cubiertas de todo tipo de máquinas con lo que parecía que alguna vez fueron pantallas, botones y teclados. Una rampa, rodeando la sala, bajaba desde un poco más adelante en el pasillo en el que estaban. Aunque no podían ver la habitación en su totalidad desde ese ángulo, había cinco siluetas encapuchadas rodeando un gran pentagrama de un rojo oscuro dibujado en el suelo. En el centro del pentagrama, estaban los tres niños tumbados boca arriba, inconscientes. Una sexta silueta caminaba alrededor del círculo, murmurando palabras ininteligibles.
[Entremus… Fenda… Eñor… Yuda… Anza…]
–¡Los trillizos…! No sé qué les están haciendo, pero seguro que no es nada bueno. ¡Tenemos que darnos prisa! –susurró con fuerza Redwill, que se alegró al ver que los niños estaban ahí, sin ningún rasguño visible. Estaba ansioso por rescatarlos.
–Entonces, bajamos ahí abajo y luego, ¿qué? –dijo Wulf–. Nos superan en número y no sabemos lo fuertes que son. Por el maná que desprenden no son unos simples NPC. Si son los mismos que nos arrojaron por el precipicio, al menos uno de ellos tiene Magia de Tierra y otro Magia de Viento. No podemos entrar descuidadamente.
–Kgh…Pero no podemos quedarnos sin hacer nada…
–…No hay prisa, de momento los niños están bien. Acerquémonos un poco, con cuidado. Quizás podemos ver algo más.
Redwill estaba deseando bajar y rescatar a los niños, llevaba todo el rato desde que cayeron por el precipicio preocupado por ellos. Y, por fin, los tenía al alcance… Pero no tenían prácticamente nada de información sobre los enemigos encapuchados y Wulf lo paró en seco. La decisión más segura era avanzar con cautela mientras la situación no se complique, aún tenían el factor sorpresa de su parte.
–Pero, ¿qué querrán hacer con ellos…? –preguntó Redwill.
–Parece algún tipo de ritual. –respondió Wulf.
–Sigo sin entender que estaban haciendo en el bosque… –añadió Roland, que también estaba preocupado por los trillizos.
–Jejeje. Fue muy fácil.
–¡…!
De repente se oyó una voz femenina a su espalda. Los tres aventureros se giraron de golpe, alertados. Se pusieron enseguida en guardia, listos para reaccionar en caso de ser atacados. Los murmullos en la sala de abajo se seguían oyendo.
–Con ofrecer comida, uno te sigue. Si les sonríes, te sigue el otro. Y el tercero te sigue si le enseñas algo nuevo, por mera curiosidad. Esos tres son tan fáciles…
–¡Tú eres…! ¿¡…!?
Wulf estuvo a punto de decir algo, pero la encapuchada se abalanzó sobre él con una daga en la mano. Blandió el arma apuntando a su corazón, pero fue bloqueada en el último momento por el escudo de Roland.
–¡Tch!
La encapuchada chasqueó la lengua por haber fallado y se retiró para ocultarse en las sombras. Justo antes de que desapareciese en la oscuridad del pasillo pudieron ver por un instante la cara del enemigo. Era una aldeana. Fue una de los que acusaban a la camarera Lilith de brujería.
–¡Será…! ¡Es una aldeana de Valztan! –bramó Roland–. ¡Wulf! ¿Dónde está?
–La perdí… No la veo, Rastreo de Maná no está funcionando bien.
–¿Cómo con el mercader aquél?
–Es diferente. No veo nada borroso, simplemente no la detecto.
–¡Chicos!
Mientras Roland y Wulf discutían, Redwill se volvió a girar hacia el ritual. El hechicero llamó a sus compañeros al ver lo que sucedía allí abajo. Aunque habían estado haciendo ruido, los enemigos de la sala los ignoraron totalmente. Sin embargo…
–¡Los van a asesinar!
Redwill gritó alterado y salió corriendo sin pensárselo dos veces hacia la entrada a la sala circular.
–¿¡Qué…!?
Los otros dos aventureros se apresuraron a seguirle. Los habían descubierto, el factor sorpresa se fue al garete y la situación se había complicado drásticamente, los niños estaban en peligro inminente.
Uno de los encapuchados sacó una daga ornamentada con el filo totalmente negro. La empuñadura era plateada y tenía una gema de color sangre en el mango. Su aspecto era muy siniestro.
El encapuchado se acercó al centro del pentagrama, donde estaban los niños, y le hizo un corte a cada uno en la mano izquierda. Tres ligeros brotes de sangre surgieron de las palmas de los niños y fluyeron hacia los lados en tres pequeños arroyos rojos.
Para cuando los aventureros alcanzaron la entrada de la sala, ya era demasiado tarde, el ritual se había completado.
[¡BOOM!]
En cuanto la sangre de los tres niños tocó el pentagrama, un ruido ensordecedor inundó el edificio, que se sacudió violentamente. Todo se puso completamente rojo.
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