Justo cuando Yu Tian tomó su decisión, llegó la llamada de Finello.
—Señor Yu, ya recibió mi explicación. No le di a Luoya ninguna orden de ataque. Todo esto fue su propia decisión. ¡Espero que nuestro trato pueda continuar! —dijo directamente.
Yu Tian sonrió indiferentemente y dijo:
—No todo depende de ti. La situación está bajo mi control ahora. Antes de decidir si seguir cooperando, mejor no vengas a disgustarme.
Yu Tian, que no quería decir más tonterías, colgó el teléfono directamente.
Ahora que la iniciativa estaba en sus manos, también podía comprarse más tiempo para prepararse.
Finello impotente tiró el teléfono en el escritorio desordenado, y su mirada se volvió cada vez más fría.
Los patos que había tenido en sus manos habían volado. Kellogg estaba especialmente enfadado. Si no podía obtener los fondos, Kellogg se volvería loco.
En este momento, Kellogg le envió un video.