El puñetazo de Yu Tian no solo mostraba su propia fuerza, sino también su propia ira, su asco por este mundo, su desprecio por las reglas de la familia y hasta su propio entendimiento del dolor.
Nadie podía resistir a este puñetazo. Incluso los cielos y la tierra estaban temblando. Yu Han originalmente pensó que podría soportar el ataque de Yu Tian, pero al final, todavía estaba equivocado. Un solo puñetazo fue suficiente para atravesar su corazón.
Cuando cayó al suelo, la renuencia y el intenso odio en sus ojos se condensaron en una mirada fría mientras observaba el rostro de Yu Tian.
—Tu fuerza se ha vuelto tan poderosa ahora. Parece que todo está destinado. Solo hay un rey en este mundo que puede dominar el mundo. Sin embargo, por lo que parece ahora, esta persona no soy yo...
—Sin embargo, no me arrepiento de poder morir a tus manos. Al menos, he luchado por ello antes. Yu Tian, espero que después de que domines este mundo, puedas realmente ser tú mismo...