Luego de fusionarse con su mitad Warg, Tezka no solo había roto el límite natural de la Fylgja y alcanzado diez colas.
También había adquirido la habilidad de dividirse en hasta diez cuerpos, uno para cada cola. Todos ellos compartirían la misma mente, lo que le permitiría estar en varios lugares al mismo tiempo o trabajar diez veces más rápido de lo normal.
El problema era que su fuerza disminuiría con cada clon que creara. Además, si uno de ellos moría, Tezka experimentaría su muerte y perdería las colas que había otorgado a ellos junto con el dominio elemental que poseían.
La magia curativa no los traería de vuelta, Tezka necesitaba practicar desde cero, desperdiciando tiempo y recursos para condensar el elemento perdido en su carne y sangre.
—¿Qué cola dejaste atrás? —Vastor estaba desconcertado al ver lo maltrecho que estaba el Fylgja y el objeto que sostenía en su mano izquierda.