—¡Absolutamente no! Incluso en el caso improbable de que quisiera, ahora tendría que esperar otra oportunidad, ya que hoy tu familia ya ha tenido suficientes emociones.
—Ah. —Respondió Friya.
Fue una sola palabra, pero llevaba consigo el frío de una era de hielo y todo su desprecio y decepción.
—Ya veo. Perdón por interrumpirte. ¿Qué estabas diciendo?
Nalrond no era el hombre más sensible, pero la temperatura en la habitación pareció haber bajado en decenas de grados y la mirada de Friya parecía tratar de asfixiarlo con el poder de su mente.
—Que con el fin de la Guerra de los Grifos, tus padres ya no deberían tener miedo por tu futuro. —Dijo con cautela mientras le ofrecía té y galletas que Friya ni siquiera miró.
—Digo que dejemos pasar unos días, tal vez un par de semanas, y luego podamos romper el compromiso de manera segura.
—¿Quieres romper el compromiso? —Ella respondió sorprendida.