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—Mm, déjame ver…
—¿Eh? ¿Estás pensando en ello? Hace un rato, tenías tantas ganas de prepararme una comida y ahora, ¿quieres pensarlo? —sus ojos se agrandaron. Nicklaus sonrió—. Bueno, ahora que sé que te encantan tanto mis comidas, mis servicios ya no son gratuitos.
—Los labios de Tiana se entreabrieron— ¡No puedes estar hablando en serio ahora! —exclamó, pero al recordar cómo se sentiría la pizza de pollo en su lengua y el hecho de que él la prepararía, suspiró—. Está bien, ¿qué quieres?
—Eso está mejor —Nicklaus sonrió de lado, y Tiana lo miró con enojo.
—Primero comamos; no querrás que se enfríe nuestra comida, ¿verdad? —sonrió él mientras vertía un poco de vino en una copa y se la pasaba a ella antes de servirse a sí mismo.
Tiana estaba ansiosa por saber qué quería, pero Nicklaus no habló hasta que habían terminado de comer y estaban sentados en el salón viendo las noticias del día.