Tiana fue a su habitación a cepillarse, después se puso unos shorts y una camisa suelta. Cuando regresó, Nicklaus ya había terminado de vestirse. Estaba abrochándose la camisa cuando ella entró.
Ella sonrió y se acercó a él, ayudándole a terminar de abrocharse.
Nicklaus la observaba con afecto en su mirada, sus manos rodeando su cintura. Tiana sonrió al captar su mirada fija en ella.
—Parecemos recién casados, ¿no crees? —preguntó Nicklaus, rodeando su cintura con sus brazos—. El rubor de Tiana se intensificó y le dio un golpecito en el pecho antes de salir de su abrazo.
—¡No pienses tonterías, vete ya, que llegas tarde! —lo regañó, con el rubor más intenso.
—¿Entonces no recibo ni un beso? —Nicklaus rogó, haciendo un puchero lindo. Tiana lo miró antes de ponerse de puntillas y darle un beso en los labios.