PUNTO DE VISTA DE RAVENNA
Una vez que Arianne se fue, me quedé en el calabozo intentando recuperar lo que quedaba de mi fuerza. Sentí una sensación de soledad invadirme. Los ecos de su voz asegurándome se desvanecieron a lo lejos, dejándome en un silencio que era aterrador y reconfortante a la vez. Permanecí inmóvil, tratando de conservar la poca fuerza que me quedaba después de la prueba por la que había pasado.
Los guardias, envalentonados por mi aparente vulnerabilidad, comenzaron a burlarse de mí, sus crueles palabras cortando la quietud de la mazmorra. Pero me negué a darles la satisfacción de responder. Mantuve mi mirada fija en el frío suelo de piedra, sin molestarme en gastar mi energía en sus burlas sin sentido.