Dejé escapar un fuerte gruñido de frustración mientras miraba mis manos deseando que las garras se retiraran. Estaba entrenando en cómo podía sacar la parte de lobo de mí al exterior. Desde que ya sé cómo mostrar los ojos de lobo, aunque no exactamente, la última vez que lo hice, fue con la ayuda de Ivan. Pero en esta ocasión no estaba Ivan, solo su hermana que comenzaba a frustrarse.
—Vamos, Arianne, incluso un niño de tres años puede hacer eso —dijo Aurora mirándome con las manos en sus caderas.
Resoplé un suspiro mientras cerraba mis manos y volvía a abrirlas. —¿No crees que lo estoy intentando?
—¡No lo intentes! ¡Simplemente hazlo! —Aurora me gritó.
Rodé los ojos con ella. —Dices eso como si fuera realmente tan fácil.
—¡Eso es porque lo es! —Aurora me gritó.
Negué con la cabeza, pero no dije nada. En cambio, seguí intentando eliminar las garras de mis manos. No importa cuánto lo intentara, nada salió. También estaba empezando a frustrarme.