—¿Sabes que te habrías visto aún más hermosa con ese vestido que escogí para ti? —preguntó Azar mientras trinchaba un trozo de carne con su tenedor.
—Dije que iba a desayunar contigo, no a vestirme como muñeca, así que no apures las cosas. —Le dije a Azar, quien me sonrió con suficiencia.
—Acepté desayunar con Azar porque Ravenna me amenazó. Me duele admitirlo, pero estaba débil y también hambrienta. Ravenna me había llevado de vuelta a la choza de Azar, donde descubrí que habían colocado una mesa fuera con varios platos. También colocaron dos sillas frente a la mesa y Azar estaba allí, sonriéndome con esa expresión triunfante. El bastardo sabía que iba a volver, sabía que estaba débil y lo estaba usando para mantenerme allí.
—Deberías comer tu comida antes de que se enfríe. —Azar asintió hacia mi comida.
—Miré el plato lleno de puré de papas y pollo con aderezo para ensaladas. El olor era realmente apetitoso, pero maldita seas si cedo ante mis deseos. —No tengo hambre.