Xiao Shao volvió su mirada hacia el frío cadáver frente a él y continuó examinando con cuidado la causa de muerte. Minutos después, encontró un largo y delgado corte pálido en su cuello. Trasó lentamente la larga herida con su dedo esbelto.
—Esta es una herida de un arma muy afilada. El único que puede matar sin sangre es el Maestro del Pabellón de la Luna. No me digas, su verdadera identidad es
Cuando la pregunta de Xu Xiang llegó desde atrás, los pensamientos de Xiao Shao se detuvieron abruptamente.
—Joven Maestro Xiao, ¿todavía necesita mucho tiempo para examinar los cuerpos? —preguntó ella bostezando.
Al ver su aspecto somnoliento, Xiao Shao se levantó y dijo:
—Vamos a volver. Debemos dejar este lugar inmediatamente.
Cuando Xu Xiang escuchó sus palabras, lo miró. Ella inclinó la cabeza y preguntó:
—¿Por qué? Es difícil encontrar un buen lugar para pasar la noche. Además, casi es amanecer. Podemos ir después del desayuno.