Amber se encontraba sumergida en las profundidades de un sueño, un mundo surrealista que desafiaba los límites de la lógica. El entorno etéreo la envolvía, como si hubiese entrado en un reino tejido de pura fantasía. Se encontraba en medio de un lugar impresionante adornado con grandeza y opulencia—una majestuosa catedral, sus altos techos abovedados decorados con tapices cascada e intrincados vitrales. Suaves rayos de sol se filtraban a través del caleidoscopio de colores, lanzando un resplandor vibrante sobre la escena.
El aire estaba cargado de anticipación, mientras la mirada de Amber barría la extensión del gran salón. Allí, se encontraba entre un grupo de mujeres, cada una adornada con deslumbrantes vestidos de novia, sus ojos llenos de una mezcla de emoción e incertidumbre. El ambiente crujía con una energía inexplicable, insinuando la profunda importancia de este momento.