Han pasado diez días desde que comenzó todo. Cada día siento que olvido algo importante, algo que se escapa entre mis pensamientos. Lo único que tengo claro es que entreno día y noche, empujándome más allá de mis límites. Mi objetivo es salvar el mundo… o al menos, eso creo.
El extraño sujeto nos dijo que mañana saldremos en nuestra primera misión. Me siento nervioso, pero sé que debo hacerlo. Necesito descubrir la verdad, entender por qué me eligieron a mí.
También tengo la sensación de que mi poder es peligroso, que atrae demasiada atención. Parece que soy el único que lo tiene, y a veces me pregunto… ¿fui yo quien envió a este hombre al pasado? Pero este no es momento para dudar. Si mañana es nuestra primera misión, debo relajarme y prepararme mentalmente.
El nuevo día llega, y todos estamos listos, aunque un poco nerviosos. Hoy, el hombre extraño finalmente nos revela su nombre: Xavier. Nos dice que este es un día crucial, que nos mostrará más sobre nuestros poderes y lo que aún nos falta aprender.
Llevamos una hora caminando por la ciudad, pero nada me resulta familiar. Antes era un lugar hermoso, lleno de vida, pero ahora está desolado, con basura por todas partes y personas sin hogar. Es como si estuviéramos en el fin del mundo.
Finalmente, llegamos a un lugar apartado de la ciudad. Xavier se detiene y nos dice que aquí nos enseñará a luchar.
—El fenómeno del cielo oscuro abrió una grieta —comienza a explicar Xavier—. De esa grieta, han llegado cosas que no pertenecen a nuestro mundo, como esta cascada de agua… y más que agua, es algo que los humanos absorbemos como si fuera aire. Es por eso que en el futuro existirán personas como ustedes, con poderes. Algunos serán buenos, otros malos, pero parece que mientras más maldad albergue alguien, mayor será su fuerza.
Xavier hace una pausa, observándonos con seriedad.
—Para eso están aquí, cada uno de ustedes tiene un propósito. No puedo explicarles todo ahora, pero sé que su camino será largo y peligroso. Pero también sé que pueden lograr lo que yo no pude.
De repente, sentimos un temblor profundo, como si el mismo diablo se estuviera acercando. Mi instinto me gritaba que corriera, pero mi cuerpo sabía que, si lo hacía, moriría.
—¿Estas asustado a mi muchachos —Dice Xavier con calma mirando hacia arriba.
Como un meteoro, un hombre de cabello castaño largo y atado, con una túnica negra, cae frente a nosotros.
—Hola, Xavier, cuánto tiempo sin verte —dice el hombre con una voz helada.
—¿Nos conocemos? —responde Xavier, su voz grave pero tranquila.
—Sabía que viajar al pasado está prohibido y por eso la guardia me mandó matarte —replica el hombre—. Por romper la regla de la guardia, estás sentenciado a muerte.
—¿Pero si solo viaje a pasado —dice Xavier, mirándolo fijamente.
—La regla son la regla —Grita el hombre, levantando su brazo hacía arriba.
El extraño pronuncia unas palabras que resuenan en el aire: "Arma Celestial, Martillo de la Justicia".
—¿Cuáles son tus últimas palabras, Xavier? —pregunta el hombre, bajando su brazo lentamente.
Xavier, sin mostrar temor, levanta su mirada hacia el cielo.
— Ese martillito no podrá ni hacerme rasguños— Dice Xavier
—Tranquilos, muchachos. Yo me encargaré —dice con una confianza inquebrantable—. ¡Esfera de Caos, ven a mí!
En ese instante, una esfera gigante de color azul aparece sobre nosotros, flotando imponente en el aire. La energía que emana es abrumadora, como si pudiera desgarrar el mismo espacio.
—Te voy a enseñar que es poder de verdad. —Dice Xavier mirando y señalado con el dedo hacia sujeto.
De repente, la esfera cambia de azul a un rojo intenso y se lanza hacia el enemigo, chocando con el martillo. Como si de una bomba atómica se tratara, todo explota.
Xavier se interpone entre nosotros y la explosión. Cuando intento echar un vistazo, todo lo que veo es fuego y fragmentos de roca volando a nuestro alrededor, pero increíblemente, ninguno nos toca.
Cuando el polvo finalmente se asienta, Xavier se gira hacia nosotros, sin rastro alguno de agotamiento en su expresión. El oponente ha desaparecido por completo, pero la tensión en el aire persiste. Es como si algo más oscuro acechara, oculto detrás de esa breve calma.
—¿Qué… qué era ese tipo? —logro preguntar, mi voz temblando un poco.
Xavier exhala, casi como si se hubiera librado de un peso.
—Era uno de los guardias de la Guardia, una organización que se fundará dentro de cinco años en el futuro. —Empieza a caminar hacia nosotros, cruzando los brazos—. La Guardia fue creada para mantener el orden en un mundo que se hunde en el caos. Están entrenados para lidiar con personas como nosotros, aquellos con habilidades especiales que podrían alterar la paz.
La mención de la Guardia hace que me recorra un escalofrío. Si se supone que deberían proteger el mundo, ¿por qué enviarían a alguien a matar a Xavier?
—En la Guardia existen diferentes rangos: básicos, intermedios, avanzados y élite —continúa Xavier—. Los oficiales básicos se ocupan de tareas menores y vigilancia, mientras que los intermedios y avanzados son enviados a misiones de mayor riesgo. Pero los élite… —hace una pausa, dejando que la palabra pese en el aire—. Son los más fuertes y peligrosos. Yo solía ser uno de ellos.
Sus palabras caen como una losa. Entonces, ¿Xavier no solo es fuerte, sino que también fue considerado uno de los élites? Eso explica por qué fue capaz de enfrentar a ese hombre sin titubear.
—¿Y qué papel juegan en todo esto? —pregunta uno de los otros, con evidente inquietud.
—Su rol es mantener el equilibrio, pero la corrupción dentro de la Guardia ha comenzado a filtrarse. Algunos quieren usar su poder para sus propios fines. Esa es una de las razones por las que viajé al pasado —admite, mirando al horizonte—. No para cambiar mi destino, sino para cambiar el de todos.
Las palabras de Xavier encienden más preguntas que respuestas. La Guardia, el futuro, nuestras habilidades… todo se entrelaza en un entramado complejo que apenas comenzamos a entender.
Mientras el sol comienza a caer en el horizonte, no puedo evitar pensar que esta batalla fue solo el comienzo. La Guardia no se detendrá, y nosotros tendremos que prepararnos si queremos enfrentar lo que está por venir.
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