AGRADECIMIENTOS
En la preparación de esta novela, me resultó especialmente útil el libro Makers of Modern Strategy: From Machiavelli to the Nuclear Age, recopilado por Peter Paret (Princeton University Press, 1986). No todos los ensayos tienen la misma calidad, pero gracias a ellos pude formarme una buena idea de cómo podrían ser los escritos que pudiera haber en la biblioteca de la Escuela de Batalla.
De Rotterdam, una ciudad de gente amable y generosa, no conservo más que buenos recuerdos. La dureza con la que se trata a los pobres en la presente novela es algo impensable hoy día, pero la misión de la ciencia ficción es a veces mostrar pesadillas imposibles.
Agradezco especialmente la colaboración de:
Erin y Philip Absher, por, entre otras cosas, la falta de vómito en la lanzadera, el tamaño del depósito de agua, y el peso de la tapa.
Jane Brady, Laura Morefield, Oliver Withstandley, Matt Tolton, Kathryn H. Kidd, Krístine A. Card, y otros que leyeron el manuscrito e hicieron sugerencias y correcciones. De este modo, se lograron algunas molestas contradicciones entre El juego de Ender y este libro; los que quedan no son errores, sino simplemente sutiles efectos literarios diseñados para mostrar la diferencia de percepción y memoria entre los dos relatos del mismo acontecimiento. Como dirían mis amigos programadores, no son defectos, sólo funcionalidades.
Tom Doherty, mi editor; Beth Meacham, mi coordinadora editorial; y Barbara Bova, mi agente, por responder de un modo tan positivo a la idea de concebir este libro cuando lo propuse como un proyecto en colaboración y luego me di cuenta de que quería escribirlo por completo yo solo. Y si sigo pensando que Pilluelo era el mejor título para este libro, eso no significa que no esté de acuerdo en que mi segundo título, La sombra de Ender, no sea el más comercial.
Mis ayudantes, Scott Alien y Kathleen Bellamy, quienes en diversas ocasiones desafían la gravedad y realizan otros útiles milagros.
Mi hijo Geoff que, aunque ya no es el niño de cinco años que era cuando escribí la novela El juego de Ender, sigue siendo el modelo para Ender Wiggin.
Mi esposa, Kristine, y los hijos que estaban en casa durante la redacción de este libro, Emily, Charlie Ben y Zina. La paciencia que tuvieron conmigo cuando me debatía para encontrar la forma adecuada de abordar esta novela sólo fue superada por su paciencia cuando finalmente la encontré y me dejé poseer por la historia. Cuando entregué a Bean a una familia amorosa, sabía cómo debía ser, porque la veo todos los días.