Su Wei Wei apartó a dos estudiantes de los asientos de adelante y los lanzó a un lado mientras se acomodaban allí con Ya Ya. El aula se quedó en silencio y nadie se atrevía a decir una sola palabra ni a objetar.
Abrían sus armarios y sacaban sus libros de texto y libretas de ejercicios sin hacerse cargo de sus asuntos, ni siquiera se atrevían a mirar en dirección a Su Wei Wei.
—Ya Ya... Estos serán nuestros asientos de ahora en adelante... Nos merecemos lo mejor —susurró tímidamente, pero por más bajo que hablara, todos la escucharon alto y claro. Los dueños no se atrevieron a objetar y tampoco los estudiantes.
Quitaron los libros que había dentro de los armarios y los colocaron en la parte superior, —Cojan sus libros y pueden tomar asiento donde quieran... —los miró fríamente; ellos eran los que habían comenzado a lanzarles papeles doblados y los que la habían insultado en voz alta llamándola todo tipo de palabras.