William sabía que ninguna palabra podría consolarlos. Parecía que este equipo se había unido lo suficiente como para establecer algún tipo de lazo que no era diferente a los lazos de sangre.
William movió silenciosamente sus ojos entre todos los que estaban parados alrededor. De los diez miembros iniciales del equipo, sólo seis estaban aquí ahora mismo.
De ellos, Sith era el único que no mostraba ninguna emoción en su rostro. Parecía que perder a estos cuatro no lo afectaba en absoluto, pero William sabía que esto era solo una fachada de fortaleza.
—Es una bendición que hayamos sobrevivido tantos —dijo Sith con un tono pesado, tomando un profundo suspiro y una larga mirada al violento y sangriento final de dos de su equipo—, vamos.
—¡No, nos quedaremos aquí y lucharemos!
—¡Sí! ¡Debemos vengarlos!