Shen Xue tomó una de las bombas de crema y la comió. Estaba tan emocionado por probar los postres que no esperó ni a Lu Xinyi ni a su hermano y se comió la porción. La corteza externa era de un dorado tostado y, en cierto modo, quebradizo, mientras que la parte de adentro era densa y esponjosa. Cada bomba de crema estaba rellena con una dulce crema batida y salpicada con azúcar impalpable arriba.
Una pequeña bola de masa crujiente rellena de deliciosa vainilla. Eran irresistibles y Shen Xue las amaba. Crujientes por fuera y suaves por dentro. Había probado muchas bombas de crema antes, pero, de alguna manera, esas bombas caseras que había hecho la cuñada eran más sabrosas y para nada desabridas.
—Entonces, ¿hace cuánto estás casada con mi hermano? —le preguntóél, sin olvidarse de la verdadera razón por la qué quería hablar con ella.
—Hace más de un mes ¿Supongo que tu hermano nunca dijo nada?