Lu Xinyi se rió de su historia. No creía que su esposo había tenido momentos embarazosos cuando había sido joven. Él le contaba sobre aquella vez que Shen Xue soltó un gas en público e hizo que pareciera como que había sido Shen Yi y no su hermano menor.
—¿Te vengaste de él? —le preguntó ella, mientras se sacaba las sandalias porque estaban hundiéndose en la arena.
—Sí, obvio. No puedo dejar que él ría último —le contestó Shen Yi y se sacó los zapatos también.
Luego de la abundante cena, decidieron caminar por la orilla que habían visitado antes, excepto que esa playa en ese momento era para ellos solos porque no había otros turistas allí. A Lu Xinyi le gustaba el olor de la sal del mar, la suave humedad y el cielo estrellado. Respiró hondo y luego exhaló.
—La noche es todavía joven y esta hermosa.
—Pero no tan hermosa como tú…—masculló Shen Yi para sí mismo.
—¿Dijiste algo? —Lu Xinyi lo miró porque no había entendido lo que había dicho.