Ella debería estar durmiendo, pero su mente no la deja en paz a esa hora infame de la noche. Miró el reloj al lado de la cama y vio que eran las cuatro de la mañana. El esposo dormía y ella no podía molestarlo para hacer que hablara con ella a esa hora.
Lu Xinyi estiró los brazos antes de agarrar la bata de seda, se la puso y se ató esos mechones sueltos alrededor del rostro. Tenía puesto un camisón azul que hermosamente le rodeaba el cuerpo. No podía creer que podía experimentar tales lujos.
Antes de casarse con Shen Yi, no había pensado en hacerlo. En verdad, ella admitía que también era responsable de la traición de Gong Yijun. Si ella hubiera terminado con él y se hubiera liberado de esa relación, él no hubiese ido a buscar la compañía de Meng Jiao. Lo usó para salvarse de no estar sola y no era fácil para ella admitir su culpa.