En la últimas dos semanas, la mujer zorro de nueve colas lo había estado ayudando a recuperarse de sus heridas. Le dio ungüentos y medicinas que él podría usar para sanarse. Eran tan efectivas que en 5 días fue capaz de pararse y caminar, pero aún estaba muy débil para poder dejar la guarida.
Se estaba haciendo difícil evitarla, pero trataba de ignorar su presencia la mayor parte del tiempo. Desde aquella noche, rechazó persistentemente la oferta de la mujer zorro. ¿Quién en su sano juicio aceptaría convertirse en su pareja de todos modos? Él esquivaba sus avances y la mujer le sonreía tímidamente y lo dejaba solo en la guarida mientras ella buscaba su comida. Nunca la vio comer o alimentarse antes; Tampoco tuvo el coraje de preguntar.