Lu Xinyi se congeló, sin saber cómo reaccionar.
¿Su abuela Tang? Solo había conocido a la anciana una vez, y eso fue durante el funeral de su madre. Su abuela Lu insistió en no mostrarse nunca más a la joven Xinxin. Su joven mente no podía entender lo que estaba sucediendo en ese momento, pero el recuerdo de una mujer llorando en la tumba de su madre, pidiendo perdón, quedó grabado en su mente.
Al ver su expresión en blanco, Shen Yi llamó por su nombre.
—¿Xinxin?
Su esposa giró la cabeza para mirarlo, pero estaba claro que todavía estaba tratando de comprender las implicaciones de la repentina visita de su abuela.
—Si no estás segura y no quieres verla... —dijo Shen Yi, pero se detuvo cuando ella levantó la mano.
—No es que no quiera verla, pero ¿cuál es el propósito de su estadía? —refutó ella.