—Yuren, ¿no vas a saludar a la señorita Lu? —Long Feng sonrió a su comandante.
Li Yuren le lanzó una mirada, ignoró su pregunta, y continuó mirando fijamente fuera del balcón en el que estaban.
—Bueno, al menos estás haciendo un buen trabajo escondiéndote de Sun Qiyan. —Long Feng continuó burlándose de él, arrebatando una botella de vino al camarero que pasaba y abriéndola con un fuerte estallido.
—No te emborraches. Tenemos que salir temprano para mañana —le advirtió Li Yuren. La luz de la luna desde el exterior brillaba sobre su hermosa cara como rayos de un resplandor helado.
El ceño fruncido que apareció en la cara de Long Feng fue instantáneo. Era raro que Li Yuren asistiera a eventos como ese. Si no fuese por la insistencia de su hermana, no se molestaría en asistir a esa fiesta organizada por la familia Sun.