Cuando salimos del centro comercial, miré hacia arriba y vi a Jin de pie en el tejado.
—Me alegro de que estés bien —dijo Jin, saltando desde el tejado y aterrizando delante de nosotros.
—Me alegro de verte —le dije, mientras ella se acercaba y me abrazaba.
—Lo siento, Chloe —me dijo Jin.
—No pasa nada, lo hiciste lo mejor que pudiste —le contesté.
—¿Qué le ha pasado a esa criatura? —preguntó Jin, mirando a su alrededor.
—Se ha escapado —contestó Mark, decepcionado.
—¿Qué era esa cosa? —preguntó Jin, mirándonos.
—No lo sé —respondí, aún conmocionada. — ¡Pero no era humana!
—Creo que deberíamos irnos a casa —dijo Jin.
—Tienes razón, ustedes tienen que salir de aquí —dijo Mark.
—¿Solo nosotras? —pregunté confundida.
Mark levantó su brazo mostrándonos la mordida que había recibido.
—Lo siento chicas, creo que hasta aquí llegué yo.
—Jin y yo, con cara de horror, intentamos decir algo, pero Mark sólo se rio.
Revisamos sus heridas. La mordida del brazo se había convertido en una llaga purulenta. Mientras lo examinábamos, nos contó lo que le había pasado. Había luchado con un infectado, que había terminado mordiéndole. Con su serenidad característica, al final nos dijo:
—Son graciosas chicas, pero es hora de que se vayan —y dándose la vuelta empezó a alejarse.
—Mark, espera —dijo Jin, corriendo tras él.
—Tienes que irte, es demasiado peligroso —respondió él mientras se alejaba.
—No te dejaré —dijo Jin, agarrándole del brazo.
El hombre joven y apuesto la miró y sonrió.
—Jin, eres una buena persona, pero incluso así tienen que irse.
Luego se rio y sacudió la cabeza.
—Ustedes son unas testarudas, bueno, supongo que no tengo elección. Síganme.
—¿A dónde vamos? —preguntó Jin, siguiendo a Mark.
—Vamos a encontrar la forma de salir de aquí —respondió Mark al guiarnos por el centro comercial.
Caminamos en silencio, en busca de la salida, no podía evitar pensar en la criatura que nos había atacado. Me preguntaba qué era, ¿Acaso era un infectado que había mutado de alguna forma? podía ser, pero no estaba segura.
Mientras caminábamos incómodamente por el vacío centro comercial, también pensaba en los documentos que había leído. Pero no dije nada, porque en ese momento había una cosa prioritaria que asaltaba nuestro corazón: Mark había sido mordido, era cuestión de tiempo para que pasara lo inevitable.
—Por qué las caras largas —preguntó Mark mientras sonreía.
—Nada, sólo pensaba —le contesté.
—Bueno, será mejor que tengas pensamientos felices, ya casi hemos llegado —dijo mientras se detenía delante de unas puertas dobles.
—¿Esta es la salida? —preguntó Jin con renovada esperanza.
—Sí, ya casi estamos afuera —le respondió Mark, mientras abría las puertas.
Al abrirlas, los rayos del sol entraron al centro comercial, aunque estuvimos adentro menos de 2 horas, esas horas se sintieron como años. Jin y yo avanzamos hacia el exterior, y cuando salimos pudimos oír el golpe de las puertas cerrándose detrás de nosotras.
—¿Mark, qué demonios haces? —Jin regresó corriendo hacia las puertas. —Dijiste que vendrías con nosotras.
—Lo siento Jin —respondió Mark desde el otro lado.
—No te disculpes, sólo abre la maldita puerta —gritó Jin.
—Sabes que no puedo —dijo Mark mientras que se veía humo saliendo a través de las puertas—Tú... sabes lo que pasa a las personas que son mordidas —la voz de Mark se escuchaba como si se le empezara a hacer difícil hablar.
—No te rindas, tiene que haber una manera —dijo Jin, mientras seguía golpeando la puerta.
—Deja de ser tan testaruda Jin —dijo Mark, mientras su respiración se hacía más pesada.
—Mark, por favor —dijo Jin con voz temblorosa.
—Solo... déjame aquí —dijo Mark, con la voz cada vez más baja.
—¡Mark, no! —gritó Jin, con la voz quebrada.
—Es lo mejor.
—Por favor, no te rindas.
—Adiós, Jin —dijo Mark con la voz apagada.
Jin cayó de rodillas y empezó a llorar, a medida que el lugar empezaba a arder. Mark había incendiado el centro comercial, para asegurarse que ningún infectado siguiera con vida... Incluyéndolo a él.
—Mark, por favor —dijo, mientras sigue golpeando la puerta.
Corrí hacia ella y me arrodillé a su lado, intenté consolarla, pero Jin seguía golpeando la puerta.
—Jin, vamos —le dije cogiéndola del brazo.
—Suéltame —dijo Jin, intentando zafarse de mi agarre
—Jin, se acabó —le dije con la voz entrecortada —Se ha ido.
—No, no se ha ido —dijo Jin, tirando de su brazo y corriendo hacia las puertas.
—¡Jin, para! —grité mientras la perseguía.
—Abre la puta puerta —gritó Jin, mientras seguía golpeándola.
La sujeté y abracé fuertemente. Al principio intentó zafarse haciéndonos caer al piso, pero después me devolvió el abrazo y comenzó a llorar.
—Jin, lo siento —le dije abrazándola.
—No es culpa tuya —respondió Jin, con la voz llena de tristeza.
—Tampoco es culpa tuya —le dije, intentando consolarla.
—Parece que sí —dijo Jin llorando con más fuerza.
—No lo es.
Nos quedamos un rato en el suelo, abrazadas y llorando, sin querer movernos.
Al cabo de un rato, ayudé a Jin a levantarse y empezamos a caminar de vuelta hacia la carretera, las dos estábamos en estado de shock por todo lo que había pasado.
—Chloe, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Jin, con la voz aún temblorosa.
—¿Todavía tienes tu radio? —le pregunté a Jin.
—Sí —respondió, secándose las lágrimas de los ojos.
—Llama a Jonathan a través de la radio —dije, agotada.
Jin tomó la radio de su cinturón y la encendió.
—Aquí Jin, ¿hay alguien ahí?
—Aquí Jonathan, te oigo fuerte y claro. —dijo la voz de Jonathan por la radio.
—Muy bien Jonathan, estamos volviendo —dijo Jin, su voz sonaba más calmada.
—Jin, ¿qué ha pasado? —preguntó Jonathan.
—Es una larga historia —respondió—, te lo contaremos cuando lleguemos.
—Entendido —respondió Jonathan, su voz sonaba aliviada.
Caminamos en silencio, ambas perdidas en nuestros propios pensamientos, hasta que finalmente regresamos a la van. Al entrar tanto Lisa como Jonathan miraron a los alrededores en busca de Mark, Jonathan parecía querer preguntar dónde estaba su hermano, pero al ver nuestros rostros, no dijo nada y simplemente en silencio comenzó a manejar de regreso al refugio.
Cuando llegamos al refugio, nos fuimos directamente a nuestras habitaciones, ninguna de las dos tenía ganas de hablar con nadie, sólo queríamos estar solas y procesar todo lo que había pasado.
—Buenas noches —dijo Lisa, cerrando la puerta.
—Buenas noches —le contesté, mientras me tumbaba en la cama.
No podía creer lo que había pasado, no podía creer que Mark se había ido, era como una pesadilla de la que no podía despertar, me sentía tan impotente, como si hubiera podido hacer algo, cualquier cosa, para evitar que pasara.
—Jin, ¿estás despierta? —le pregunté, girándome hacia ella.
—Sí —respondió Jin, su voz sonaba distante.
—¿Estás bien? —le pregunté preocupada.
—Estoy bien —respondió nuevamente Jin, con voz distante.
—Jin, no estás bien —le dije, intentando tranquilizarla.
—Estoy bien —me dijo sin mirarme.
—Si no estás bien, puedes hablar conmigo —le argumenté, esperando que se abriera.
—Estoy bien, de verdad.
—Okay, está bien —le dije, apartándome de ella y cerrando los ojos.
—Chloe —dijo de repente Jin, su voz sonaba débil.
—¿Sí? —respondí, girándome hacia ella.
—¿Qué pasaría si no tuviéramos este refugio? —preguntó Jin, con la voz llena de dolor.
—No lo sé, ¿por qué lo preguntas? —respondí, confusa.
—¿Qué sería de nosotros? —preguntó Jin, con la voz más seria.
—Jin, ¿de dónde viene esto? —pregunté preocupada.
—Responde a la pregunta —dijo Jin, cada vez más impaciente.
—No lo sé —respondí, sin saber adónde iba a parar la conversación.
—¿Sobreviviríamos? —preguntó Jin, con la voz quebrada.
—Claro que sí —respondí, sintiéndome un poco ofendida—. Yo sobreviví mucho tiempo estando sola.
—No lo entiendes, tendríamos que buscar comida, escondernos de los infectados, dormir en el frío suelo —dijo Jin, su voz se volvía histérica.
—Jin, por favor, cálmate.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila? — me preguntó con voz desesperada.
—Porque no es el fin del mundo.
—Pero si es el fin del mundo —dijo Jin, con la voz quebrada.
—No para nosotras —le respondí, tratando de tranquilizarla.
—Pero, ¿cómo puedes estar tan segura? —preguntó Jin, esta vez con la voz entrecortada.
—Porque sé que lo vamos a conseguir —le respondí con confianza.
—¿Cómo puedes estar tan segura? —insistió.
—Porque estamos juntas —respondí, un poco avergonzada.
—Chloe —dijo Jin, con voz suave.
—¿Sí? —respondí, un poco nerviosa.
—¿Puedes abrazarme? —preguntó Jin, apenas en un susurro.
—Por supuesto —contesté, acercándome y rodeándola con mis brazos.
Había sido un día difícil. ¿Alguna vez nos acostumbraríamos a perder a la gente que queríamos? Quería consolarla. Así que decidí usar sus propias palabras para hacerlo.
—Todavía queda la esperanza ¿Recuerdas?
Jin me miró inquisitivamente.
—¿Esperanza? —Entornó los ojos en señal de pregunta.
—En la caja... —Le dije. Y como parecía no entenderme, continué: — Pandora.
Jin se quedó en silencio. Me miraba como si me examinara, pero no dijo nada. Yo tampoco lo hice. Nos quedamos tumbadas, abrazadas, durante horas, hasta que nos dormimos.