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76.92% Mi vida sin Paolo / Chapter 10: Tres problemas para tres

Chapter 10: Tres problemas para tres

El abuelo de Fernando fue puesto tras las rejas por unos momentos; sin embargo ahora ha pedido la ayuda de su nieto para solucionar su problema de vivienda nula. A pesar de esto, algo más parece estar ocurriendo en las nuevas relaciones que los tres inquilinos del departamento número 112 tienen.

***

(En la sala del departamento está el abuelo viendo la televisión; Fernando baja las escaleras y se queda detrás del sillón.)

Fernando: (Observa al abuelo.) ¿Cuánto tiempo pretende quedarse aquí, abuelo?

Abuelo: (Con la atención fija en el televisor.) No sé.

Fernando: (Desconcertado.) ¿Cómo que no sabe? ¡Ya debería ponerse a buscar un lugar en donde lo acepten!

Abuelo: ¿Aquí me aceptan?

Fernando: (Habla con desesperación.) No, abuelo, habíamos quedado que sólo unos días.

Abuelo: Pero si sólo han pasado unas… (aguarda y parece que hace cuentas mentales,) sesenta y cuatro horas.

Fernando: Pero sólo se la pasa comiendo y viendo la televisión, ¿por qué no busca otro lugar?

Abuelo: No quiero.

Fernando: (Camina hacia el frente y se queda frente al televisor, viendo al abuelo.) Abuelo, no puede quedarse aquí.

Héctor: (Entra por la puerta principal, viene junto a Dustin. Los dos traen sus mochilas y caminan hacia el sofá.) Buenos días.

Fernando: (Contempla a Héctor.) Héctor, ¿por qué no le dices al abuelo que busque un lugar donde quedarse?

Héctor: (Con un tono tranquilo.) Según él me comentó que ya tenía un lugar a donde ir.

Abuelo: (Ignorando la escena y con la mirada al horizonte.) ¿Dónde está su amigo Rodrigue?

Dustin: (Se sienta en el sofá y abre su mochila.) Héctor, tenemos que preocuparnos por el proyecto, sólo nos quedan unos cuantos días para entregar el primer avance.

Héctor: (Suspira molesto.) Lo sé.

Fernando: (Ignora al abuelo y presta interés en el tema de Héctor y Dustin.) ¿Cómo les ha ido con el proyecto?

Héctor: Bien.

Dustin: Okey.

Abuelo: (Gira la cabeza y observa a los muchachos.) ¿Qué comeremos hoy?

Fernando: (Regresa la mirada hacia el abuelo y muestra reproche.) ¿Comeremos?, no abuelo, usted no tiene vergüenza.

Abuelo: (Sonriente y gustoso.) No, la verdad es que se me perdió una de las veces que fui al bosque.

Dustin: (Se burla y sigue el juego del abuelo.) ¿Habían osos?

Abuelo: (Sólo observa a Dustin con seriedad.) …

Fernando: Héctor, tengo que salir esta tarde.

Dustin: (Mira a Fernando.) ¿Escuela o trabajo?

Fernando: Iré con Irvin a comer.

Héctor: (Dramatiza de forma cínica y falsa.) ¡NO! ¡Otra vez me dejarás sin comida!

Fernando: Podrías preguntarle a Rodrigue si te puede ayudar a hacer de comer.

Dustin: Mejor dicho: hay que decirle a Rodrigue que haga algo de comer.

Héctor: Sí, lo bueno es que él también sabe cocinar.

Abuelo: (Levanta la mano como para llamar la atención.) Yo también sé cocinar.

Héctor: (No presta atención en las acciones del abuelo. Se sienta en el brazo izquierdo del sofá y saca su computadora de la mochila.) No, gracias, abuelo, no quiero comer sus estofados extraños.

Abuelo: Pero saben rico.

Dustin: Okey.

Héctor: No te recomiendo que comas eso, Baker, podrías perder tu hermosa cabellera rubia.

Dustin: (Responde con cinismo.) Seré un clavo, y pasearé por las calles.

Fernando: (Sólo observa con incredulidad a Dustin.) …

Abuelo: (Se muestra un poco molesto.) …

Héctor: Hay que ponernos a trabajar, Baker.

Fernando: Yo estaré en la cocina por si necesitan algo. (Camina hacia la cocina pero no entra.)

Héctor: (Mira toda la sala y suspira con pesadez.) La sala está ocupada.

Abuelo: ¿Quieres que me vaya a otro lugar, Héctor?

Héctor: Sí, por favor.

Abuelo: ¿Y por qué no trabajan en tu habitación?

Héctor: (Sorprendido y un poco nervioso.) ¡¿Está loco?! No voy a meter a Baker a mi habitación así de así.

Abuelo: ¿Entonces necesitas otra excusa mejor para invitarlo a jugar en tu cama?

Dustin: (Contempla con seriedad al abuelo y luego a Héctor.) …

Fernando: (Se exalta y luego se acerca al abuelo para tomar su brazo y jalarlo un poco.) ¡Abuelo, no sea cabrón!

Héctor: (En exceso serio.) ¿De qué mierdas está hablando, abuelo?

Abuelo: (Pensativo. Se acomoda y retira la mano de Fernando.) Entiendo. Supongo que es mejor que vaya al cuarto de Rodrigue.

Héctor: Sí, abuelo, antes de que me encabrone más por sus palabras idiotas.

Abuelo: (Se pone de pie y se queda frente al sofá.) Lo siento, Héctor, pero creí que este chico era el sustituto de Paolo, y no sólo eso, sino que tenías una relación parecida a la que siempre anhelaste con Paolo, y no sólo eso, también creí que ya habían entablado esa intimidad que tanto ansiaste por tener con Paolo.

Héctor: (Esconde su molestia, pero no puede evitar ver al abuelo con una especie de desilusión y seriedad que no suele mostrar con facilidad.) ¿De qué rayos habla, abuelo?

Fernando: (Grita y empuja al abuelo hacia las escaleras.) ¡Abuelo! ¡Ya es suficiente!

Dustin: (Agacha el rostro y saca su computadora portátil.) …

Héctor: Si no se larga en este maldito instante, llamaré al oficial Kelly para que lo manden directamente a la cárcel, y mi excusa no sólo será allanamiento de morada.

Abuelo: (Sonríe con severidad.) Okey, sí, ya, comprendo. (Sube las escaleras con rapidez.)

Héctor: (Suspira. Se levanta del sofá y se sienta en el sillón grande.) Ignora lo que ese anciano dijo, Baker, sólo estaba bromeando.

Dustin: (Sin mirar a su amigo. Sólo teclea en la computadora.) Okey.

Héctor: Ahora, a trabajar en el proyecto. (Abre su computadora y comienza a teclear.)

Dustin: (Mira de reojo a Héctor, pero decide regresar su interés en la máquina.) Okey.

Héctor: (Busca en su mochila unas libretas.) En lo que termino de digitalizar los diseños en tercera dimensión, ve por unas cervezas.

Dustin: (Se levanta sin reprochar y deja la computadora sobre la mesita de centro.) Okey. (Se adentra a la cocina.)

Fernando: (Habla con pena.) Héctor, perdón por lo que mi estúpido abuelo dijo.

Héctor: (Hace un esfuerzo por que su voz no suene demasiado seca.) Descuida.

Fernando: En realidad quiero que ya no esté aquí. (Camina hacía la cocina y deja la sala.)

(En la cocina. Fernando entra al lugar y encuentra a Dustin parado frente al refrigerador.)

Dustin: (Saca dos cervezas de un paquete de seis.) ¿Ya desayunaste?

Fernando: (Detiene el paso y sólo observa al otro muchacho.) No, apenas veré qué comer.

Dustin: (Cierra el refrigerador y sonríe al mirar a Fernando.) Oh, puedes hacer para nosotros también, ¿por fa?

Fernando: (Asiente con la cabeza.) ¿No han comido?

Dustin: Sí, pero aún tengo hambre.

Fernando: Dustin… (Se acerca más al rubio.)

Dustin: (Sin inmutarse.) ¿Qué?

Fernando: Por favor, no le tomes importancia a lo que el abuelo dijo; sólo lo hace por molestarlos.

Dustin: Sí, descuida.

Fernando: No, es enserio; el abuelo siempre está diciendo lo que le conviene en el momento. Siempre está molestando a los demás.

Dustin: Sí, comprendo.

Fernando: (Se desespera un poco por la respuesta de Dustin.) Por eso, te pido que ignores lo que escuchaste; más porque tiene que ver con Héctor.

Dustin: Lo sé, no te preocupes.

Fernando: (Suspira.) Bueno…¿qué quieres para comer?

Dustin: (Agacha el rostro y luego habla con seriedad.) Sé que Héctor y Paolo tenían una amistad complicada, y sé que tú también la tuviste.

Fernando: (Sorprendido.) ¿Dustin?

Dustin: Por eso no te preocupes. (Levanta el rostro y agrega:) lo entiendo.

Fernando: ¿Entender qué?

Dustin: (Titubea un poco.) Q-Que el abuelo diga todas esas cosas.

Fernando: (Inseguro.) …

Dustin: (Aclara la garganta y se mueve hacia la salida.) Quiero un poco de lo que harás para ti.

Fernando: (Mira confundido.) ¿Eh?

Dustin: Sí, ¿qué harás para desayunar?

Fernando: Tal vez unas quesadillas.

Dustin: ¡Oh! Genial, yo también quiero.

Fernando: Bien, haré unas cuantas extras.

Dustin: Sí, (camina hasta la puerta de la cocina pero se detiene,) ¿sabes?, Héctor siempre será mi amigo. (Sale de la cocina apresuradamente y no permite que Fernando le responda.)

Fernando: (Sonríe con suavidad.) … Dustin…

(Después de unas cuantas horas, en el restaurante 'Copa de Tortuga', Fernando está con su amigo Irvin. El restaurante es grande, elegante, tiene un pequeño escenario en el cual músicos ambientan el sitio, las mesas son de todos tamaños, y sólo están adornadas por una lámpara cilíndrica en el centro.)

Irvin: (Está sentado frente a Fernando. Frente a él hay una bebida preparada y un plato con una especie de pasta.) ¿Y cómo van las cosas en el departamento?

Fernando: (Suspira. Frente a él también hay pasta y una copa de vino.) Mal.

Irvin: (Sorprendido.) ¿Por qué? ¿Héctor te cortó?

Fernando: … (Lo ve enojado.) No, no tiene nada que ver con Héctor.

Irvin: ¿Entonces aún siguen?

Fernando: (Ignora el comentario de Irvin.) Es sobre mi abuelo. Es una molestia.

Irvin: (Come un poco de su plato.) ¿El abuelo? ¿Ahora qué hizo?

Fernando: No sé cómo lo hace, pero logró hacer cosas que lo pusieron tras las rejas.

Irvin: ¿Acaso no te robó?

Fernando: Sí, pero sin pruebas no puedo demandarlo.

Irvin: ¿Lo demandarás?

Fernando: (Ofuscado.) ¡Claro que sí!

Irvin: (Dudoso.) ¿Estás seguro?

Fernando: (Muy serio.) Por supuesto.

Irvin: Y, ¿aún sigue en la cárcel?

Fernando: No. Está en nuestra casa.

Irvin: ¿Con Héctor y el nuevo?

Fernando: Sí; lo peor de todo es que ya tiene casi dos días y no hace nada por buscar otro lugar. Ya le dije que no puede quedarse allí, pero me ignora.

Irvin: Seguramente necesita decirte algo.

Fernando: (Lo observa con desconcierto.) ¿Decirme algo?

Irvin: (Muestra una sonrisa amable.) Sí, normalmente, cuando tu abuelo está molestándote todo el tiempo es porque necesita decirte algo importante.

Fernando: (Refunfuña un poco.) O pedirme dinero.

Irvin: Pero si la opción de pedirte dinero queda descartada, entonces necesita hablar contigo.

Fernando: No lo creo. Simplemente está buscando la manera en que lo dejemos vivir gratis y sin preocupaciones allí con nosotros.

Irvin: (Acepta las palabras de Fernando.) Esa también sería otra opción.

Fernando: No lo dejaré.

Mesero: (Se acerca y les ofrece un poco más de vino.) ¿Desean que les sirva un poco más?

Irvin: (Acepta la bebida en una de las copas que están vacías.) Sí, gracias.

Mesero: Por supuesto. (Sirve más vino en la copa de Fernando también. Al terminar se retira.)

Fernando: (Bebe un trago largo de vino y disfruta la comida.)…

Irvin: ¿Y qué tal las cosas con Lyle?

Fernando: (Confundido.) ¿A qué te refieres?

Irvin: Fer, no te hagas el inocente. Sé que ese tipo te atrae.

Fernando: (Con un poco de rubor en las mejillas.) Bueno, es atractivo; qué quieres que yo haga.

Irvin: (Intrigado.) ¿Ha pasado algo, te ha dado una señal de que también es…?

Fernando: (Muy serio.) ¿Qué?

Irvin: (Sonríe con cautela.) Pues sí… De que pueda suceder algo entre los dos.

Fernando: (Un poco nervioso.) Ah…pues…no lo sé.

Irvin: (Dudoso. Mira a Fernando con incredulidad.) ¿No me quieres decir?

Fernando: (Suspira.) No es eso, es que…hace cosas que me dejan un poco confundido. Pero…

Irvin: ¿Pero?

Fernando: No me quiero ilusionar.

Irvin: Comprendo, es difícil intentar estar con otro chico mientras vives con tu novio.

Fernando: (Un poco enojado.) ¡Héctor no es mi novio!

Irvin: (Se ríe un poco.) Lo sé. Sabes que lo hago para joder.

Fernando: (Arroja una mirada de molestia.) Aparte, el abuelo dice cosas idiotas.

Irvin: ¿Cómo qué?

Fernando: Pues comenzó a decirle a Héctor cosas como que Dustin era sustituto de Paolo.

Irvin: (No está sorprendido.) ¿Y no lo es?

Fernando: (Confundido; arroja una mirada de consternación a su amigo.) ¿Cómo?

Irvin: Sí, creo que tanto tú como Héctor han estado buscando a una persona que pueda llenar ese vacío que Paolo dejó.

Fernando: (Se expresa con un tono retador.) En primera: Paolo no dejó ningún vacío, porque sigue visitándonos como de costumbre; claro, ya no tan seguido. En segunda: no entiendo por qué Héctor y yo no podemos tener nuevas amistades sin que otros piensen que extrañamos a Paolo.

Irvin: Porque eso es lo que aparentan.

Fernando: (Suspira con decepción.) He aceptado el hecho de que Paolo es mi amigo, y sé que me quiere, pero su amistad me trajo muchos problemas.

Irvin: ¿Entonces, no extrañas como antes su presencia?

Fernando: (Niega con la cabeza.) No… Aparte, Paolo, Héctor y yo tuvimos una relación ambigua.

Irvin: Lo ves; ahora sabes por qué te digo que Héctor es tu novio.

Fernando: ¿Eso hace que Paolo también lo sea?

Irvin: (Piensa unos segundos y luego habla con un tono de sabelotodo.) No, porque siempre me dijiste lo que sentías con claridad por él; pero eso no hace que Paolo no sienta algo más por ti.

Fernando: (Se siente incómodo y lo muestra. Bebe de la copa de vino y agacha la mirada.) Irvin, así déjalo, eso quedó en el pasado.

Irvin: Lo sé. Sin embargo, pienso que si no dejas ese miedo, no podrás entablar una relación con otra persona.

Fernando: (Casi se ahoga con el vino. Tose un poco y luego habla con miedo.) ¿Entablar una relación?

Irvin: Hablo del chico Lyle.

Fernando: (Molesto.) Explícame algo, Irvin, ¿de qué forma se relaciona mi amistad con Paolo y la posible relación que pueda tener con ese chico? Porque yo no encuentro ninguna relación.

Irvin: ¿No dijiste tú que te daba miedo entablar una nueva relación?

Fernando: Pero no tiene que ver con Paolo el hecho de que me de miedo.

Irvin: Yo creo que sí.

Fernando: (Insistente.) ¿Por qué?

Irvin: Porque estás acostumbrado a escuchar lo que Paolo piensa de tus decisiones; hasta ahora has podido ignorarlo un poco, pero aun así lo consideras. También sabes que el rechazo es algo que te asusta porque tú hiciste algo parecido.

Fernando: (Apenado.) ¿Yo hice algo parecido?

Irvin: (De forma directa.) Rechazaste a Paolo, ¿no?

Fernando: (Suspira y agacha la mirada.) Sí, pero no lo hice con mala intención.

Irvin: Claro, claro, lo sé. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya afectado la relación que tienes con él, y temes que la posible relación con Lyle terminé así.

Fernando: (Aguarda un poco y decide contemplar a su amigo de frente.) … ¿Tú crees?

Irvin: Sí.

Mesero: (Regresa hasta la mesa y habla con suavidad.) ¿Se les ofrece algo más?

Irvin: (Muestra la copa de vino.) Sí, ¿podrías traernos una botella de vino completa?

Mesero: ¿Cuál desean?

Fernando: (Mira a Irvin y asiente con la cabeza.) ¿Dulce?

Irvin: Sí, uno dulce, por favor.

Mesero: En seguida. (Acepta la orden y se retira.)

Irvin: (Bebe todo el vino de su copa de un sorbo.) Tú manejas.

Fernando: (Sonríe.) Ya sabes que sí.

Irvin: Fer, ¿por qué no organizamos una salida a la presa?

Fernando: ¿Cuándo?

Irvin: El próximo fin de semana.

Fernando: Sí, me parece bien.

Irvin: Invitas a tu novio y a su nuevo novio, también al chico nuevo. Yo me encargo de invitar a tus vecinos.

Fernando: ¿Invitarás a Lyle y a Claudia?

Irvin: (Interesado.) ¿La chica se llama Claudia?

Fernando: Sí.

Irvin: (Sonríe complacido.) Perfecto, yo me encargo de invitarlos.

Fernando: (Un poco confundido.) …

Irvin: ¿Qué?

Fernando: Es que Lyle me invitó a la fiesta de inauguración o celebración o algo así.

Irvin: ¿Celebración de qué?

Fernando: Pues de que se mudaron a un nuevo departamento.

Irvin: (Con una sonrisa en el rostro.) ¿Puedo ir?

Fernando: Claro.

Irvin: (Complacido.) ¡Genial! Así será más fácil invitarlos.

Fernando: (Levemente sorprendido.) ¿Enserio planeas invitarlos?

Irvin: Sí, lo único que no te aseguro es que Paolo y el abuelo no asistan.

Fernando: (Suspira con fuerza.) Creo que…con que el abuelo no asista me conformo.

Irvin: Pero si Paolo va, el abuelo va; si el abuelo está, Paolo está.

Fernando: Son un paquete.

Irvin: Sí. (Comienza a reírse.)

Fernando: … (Se ríe junto con Irvin.)

(En el departamento, en la sala, están Dustin y Héctor trabajando como de costumbre, tienen la música a todo volumen.)

Héctor: (En su computadora, tecleando. Está sentado en el sofá. Susurra.) El circuito B…

Dustin: (Está en el sillón grande, frente a su computadora y también está tecleando con rapidez. Se pone a cantar.) …Y has llegado desde allá, donde el frío consume al corazón y donde el sol se oculta sin razón…

Héctor: (Ignora a Dustin y su canto pésimo. Susurra de nuevo.) El sistema madre…

Dustin: (Canta a todo pulmón.) …Donde no hay amor…

Héctor: La puerta está bien… (Detiene los movimientos de las manos y ve la pantalla con intensidad.) El código…

Dustin: … ¡Y conociste el amor!…

Héctor: Necesita otro código…

Dustin: …Vienes hacia mí, acercándote e ignorando nuestros latidos…

Héctor: (Ve con rapidez a Dustin y sonríe al escuchar su última nota. Mira de vuelta a la computadora.) Con esto debería cumplir la función.

Dustin: (Más emocionado cantando) …Destruyendo nuestro destino, agravando los sentimientos…

Héctor: (Teclea con rapidez.) Si enciende la luz roja…está procesando.

Dustin: (Baja el volumen de la música y gira un poco para mirar a Héctor.) ¿Héctor?

Héctor: (No mira a su amigo.) ¿Qué?

Dustin: Mañana saldré con Sam.

Héctor: (No escucha con atención y pregunta.) ¿Qué?

Dustin: (Apaga la música y habla con un poco más de fuerza.) Te estoy diciendo que mañana saldré con Samanta, mi amiga.

Héctor: (Aunque ahora sí escucha, no se inmuta. Teclea con rapidez en su computadora y habla con neutralidad.) ¿Y luego, quieres que te aplauda o que te haga una fiesta o qué?

Dustin: No. Será una cita doble, así que necesito que vayas conmigo porque ella invitará a una amiga.

Héctor: (Abandona la vista de la computadora y ahora observa a Dustin.) ¿Quieres que te acompañe?

Dustin: (Con seriedad.) Sí.

Héctor: (Sostiene la mirada del otro y replica después de unos segundos prolongados.) ¿A qué hora será?

Dustin: Quedamos a las cinco en el Parque central, en la Plaza Funtron,.

Héctor: (Mira hacia la computadora y esconde su malestar.) Está bien.

Dustin: … (Observa a Héctor desconcertado.)

Héctor: (Sin mirarlo, continua con su atención en la pantalla del ordenador. Susurra frases en relación al trabajo.) El circuito A…

Dustin: (Con un poco de sorpresa.) ¿Entonces, irás conmigo?

Héctor: Sí.

Dustin: ¿No te molesta que te meta en estas situaciones?

Héctor: (Usa un tono de voz neutral para ocultar la confusión que siente.) Te gusta Samanta, ¿no es así?

Dustin: (Titubeante.) S-Sí.

Héctor: Lo menos que puedo hacer como tu amigo es ayudarte con ella, ¿no crees?

Dustin: (Suspira y agacha el rostro.) …

Héctor: (Contempla de reojo al otro.) Aparte, quiero conocerla.

Dustin: (Ve su computadora y reanuda la música en un volumen muy bajo.) ¿Para qué?

Héctor: ¿Cómo que para qué?

Dustin: (Teclea con rapidez en la computadora, pero ve de vez en cuando al otro.) …

Héctor: Quiero saber qué tipo de persona es.

Dustin: (Detiene sus manos y observa de lleno a Héctor.) Oh…

Héctor: (También contempla al otro muchacho.) No te hagas ideas estúpidas. Ahora sigue trabajando, ¿quieres?

Dustin: (Sonríe con melancolía.) Okey.

Héctor: (Continúa su trabajo en la computadora. Habla en voz baja respecto al programa que está haciendo.) En el circuito A, la conexión…

Dustin: (Decide seguir con su trabajo; inicia otra canción en el reproductor, sube el volumen y se pone a cantar)… The creature in the sky got stuck into a star…

Héctor: (Ignora la mala pronunciación de Dustin y su tono desafinado al cantar.) La segunda función…

Dustin: (Canta con más potencia.) …Now there's a buck in the sky and the ground got cool, and the ground got cold…

Héctor: Está integrado…se debe acelerar…

Dustin: … And if the ground is cold, would we be getting cold too, baby?…

Dustin: (Susurra más para sí y con un tono melancólico.) ¿Por qué?

Dustin: … We'll all getting burn, even if your heart is getting frozen, and I'm going to heaven!

Héctor: (Habla en voz baja otra vez.) Rayos… (Intenta esconder su rostro detrás de la pantalla de su computadora, para que su amigo no note la expresión de tristeza.)

(La tienda Super Marino's Market es un almacén muy grande que muestra un sinfín de pasillos repletos de productos variados locales e importados. El sitio cuenta con diferentes departamentos y cajas registradoras en fila que ayudan a los clientes a pagar con más rapidez sus productos. Se escucha una especie de música estandarizada que acompaña en las compras a las personas. Rodrigue está discutiendo con su jefe en una de las oficinas que están detrás del área de servicio al cliente. La oficina es pequeña, con un escritorio, un mueble de cajones y una computadora básica.)

Rodrigue: (Habla con una voz amigable.) Señor, le digo que no volverá a pasar.

Rafael: (Es un hombre alto, de más de cuarenta años, con el cabello entre un rubio y castaño claro, de tez morena clara y bronceada; sus facciones son muy duras y muestra un rostro molesto. Está sentado en la silla que le corresponde y mantiene los brazos cruzados.) No, Rodrigue, no es la primera vez; ¿qué voy a hacer contigo?

Rodrigue: (Mantiene la calma.) Señor, sé que no es la primera vez, pero tampoco ha sucedido más de tres veces.

Rafael: Exacto, es la tercera y aún me sales con la misma excusa, ¿Rodrigue?

Rodrigue: ¿Qué quiere que le diga?

Rafael: Que seas sincero.

Rodrigue: (Con un poco de descaro.) Okey, me parece bien. Volverá a suceder, y seguirá sucediendo y no es la tercera vez, lo he hecho desde antes de entrar a trabajar aquí, y lo seguiré haciendo aunque me despida. Lo siento, por no haberle dicho desde un inicio.

Rafael: (Sonríe de una forma bizarra.) Está bien, Rodrigue, ya, ya, no exageres las cosas. Sólo sé más cuidadoso; porque si te vuelvo a ver haciéndolo, te daré de baja.

Rodrigue: Claro, jefe.

Rafael: Bueno, pasando a otro tema, ya que todos los demás se fueron, quería preguntarte si no me puedes hacer un favor,

Rodrigue: ¿Un favor?

Rafael: Lo que sucede es que mi sobrina, una de las veces que vino, me preguntó por ti y me estuvo pidiendo que le ayudara a conseguirle una cita contigo.

Rodrigue: (Un poco sorprendido.) ¿Su sobrina?

Rafael: Sí, la chica rubia que vino hace tiempo; una delgada y bonita.

Rodrigue: ¿Marina?

Rafael: Sí ella.

Rodrigue: ¿Es su sobrina?

Rafael: (Un poco molesto.) Sí, soy el menor de mis hermanos; tampoco soy un anciano.

Rodrigue: (Hace un movimiento con las manos para mostrar que no era intención ofender.) No insinué eso, señor.

Rafael: Bueno, ¿qué dices?, ¿saldrías con ella mañana?

Rodrigue: Mañana…es mi día libre.

Rafael: Por eso te pregunto.

Rodrigue: (Titubea.) P-Pues…

Rafael: Claro que no es una obligación, si no quieres está bien; pero recuerda que estoy molesto por lo que hiciste.

Rodrigue: (Suspira.) … Sí, lo sé.

Rafael: ¿Qué dices?

Rodrigue: (Asiente con la cabeza.) …está bien.

Rafael: (Sonríe complacido.) Excelente, le dije que se verían en el centro comercial G-Belle; el que está en el centro, en el Parque central.

Rodrigue: (Saca su teléfono celular para revisar su agenda.) ¿A qué hora?

Rafael: A las cinco.

Rodrigue: (Se queda mirando a su jefe por unos momentos y luego revisa su teléfono móvil.) …

Rafael: ¿Entonces, le digo que sí, verdad?

Rodrigue: (Con un tono desanimado.) Sí, le dije que está bien.

Rafael: (Se mueve un poco y muestra una figura relajada.) Excelente, con esto creo que el problemita de hace unos minutos queda completamente descartado, ¿qué te parece?

Rodrigue: (Mira a su jefe y muestra un poco de desconcierto.) ¿Disculpe?

Rafael: Yo creo que ustedes dos harían una linda pareja, Rodrigue; ella no es tan joven como se ve. Tú eres un chico soltero que necesita el trabajo para comenzar a estudiar y poder seguir viviendo con tus nuevos amigos.

Rodrigue: (Aunque está muy molesto, respira profundo para esconder su sentir.) …

Rafael: Ya después hablamos sobre su futuro; creo que ella quiere casarse en el hotel Mirano's. Pero le he dicho que considere la idea de buscar a alguien que tenga un mejor trabajo que tú y que aspire a ser alguien.

Rodrigue: (Hace un esfuerzo por hablar lo más neutral posible.) Señor…

Rafael: Pero descuida, creo que si te esfuerzas más podrías llegar a tener un mejor puesto aquí en la empresa.

Rodrigue: Señor…

Rafael: Pero también es muy pronto para hablar de familia, pero de una vez te digo: ella quiere dos hijos.

Rodrigue: (Por fin consigue decir su frase completa.) Señor, ¿ya me puedo retirar?

Rafael: (Mira el reloj que está sobre su escritorio.) ¡Oh! Disculpa, me emocioné hablando del futuro de mi querida sobrina. Claro que sí; tu hora de salida ya pasó. No olvides, mañana a las cinco tienes la cita perfecta con mi querida sobrina.

Rodrigue: (Guarda su teléfono y se pone de pie.) Claro…hasta pasado mañana.

Rafael: Cuídate. (Se queda sentado en su oficina.)

Rodrigue: Adiós. (Sale de la oficina de su jefe, se dirige hasta la salida de la tienda.) Mierda. (Sale del edificio y transita por la calle. Al llegar a la parada del camión suspira con pesadez y muestra una mueca de desilusión.) Joder.


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