El sol se fundió bajo el horizonte del Oeste y el día comenzó a oscurecerse.
Fue entonces cuando Yao Si subió la pesada persiana y dejó escapar un suspiro de alivio. Echando un vistazo a las calles debajo que resplandecían con las luces, tomó un abrigo negro y se preparó para salir.
De repente, su teléfono sonó. Lo sacó de su bolsillo y solo leyó el mensaje "Número desconocido" en la pantalla. Le palpitó fuerte el corazón, y se quedó mirando las dos palabras unos segundos antes de respirar hondo y contestar la llamada.
—¿Hola?
—¿Yao Si?
Una voz apagada con tono invariable sonó desde el otro lado del teléfono. Contenía una frialdad tan profunda que se podía sentir a través de la distancia.
Yao Si sintió que sus tobillos se debilitaban con el sonido.
—Sí…¡Sí, soy yo!
—Se le ha otorgado su certificado de defunción.
La otra persona no tenía ningún deseo de intercambiar cumplidos con ella y le dijo de forma directa:
—El proceso ha finalizado. ¿Adónde quiere que se lo envíe?
—Mmm —expresó Yao Si retorciendo la comisura de su boca.
Pensó que eso casi se había escuchado como un "¿Dónde quiere morir?". A pesar de que esperaba todo esto, todavía sentía que estaba escogiendo un lugar para su tumba.
—Está bien; solo envíemelo. Soy huérfana, así que no tengo familia.
—Bien —respondió la persona con gentileza.
Su voz todavía no había cambiado el tono.
—Además, realizamos la verificación que usted solicitó y el resultado es la quinta generación.
—Quinta generación...
Yao Si de inmediato sintió una sensación de desesperanza. No hace falta decir que este resultado ha sido bastante decepcionante.
—Ahora es un momento complicado, por lo que no podemos investigar quiénes son sus padres.
—Está bien. No importa; ya estoy acostumbrada.
Ella quedó huérfana cuando era pequeña, así que otra vez más se sintió abandonada.
Tal vez debido a su rápida aceptación la indiferente voz calló por dos segundos. Luego, de pronto, la voz del otro lado del teléfono comenzó a hablar y le advirtió:
—La gran guerra está a punto de comenzar. Es mejor que los nuevos que están dispersos por ahí como usted no salgan de la casa. De lo contrario, ni siquiera sabrán cómo han muerto.
—Está bien, gracias.
—Su identificación ha sido enviada. De ahora en adelante, es uno de los vampiros jóvenes. Sea responsable de sus acciones.
Antes de que Yao Si pudiera responder, la voz colgó.
"¿Son todos los funcionarios públicos jóvenes tan groseros?", se preguntó.
Yao Si miró su teléfono por unos segundos sin decir una palabra. Justo entonces, sonó el timbre de la puerta.
Era una entrega afuera de la puerta. Ella firmó por el paquete y lo abrió. Solo había una tarjeta con forma de murciélago dentro de la caja. Era su identificación.
Los vampiros jóvenes eran ciertamente eficientes en la gestión de asuntos. En la tarjeta, había una gran marca con el número 5, lo que demostraba que era una vampira de la quinta generación. Debajo de eso, figuraba su nombre y una larga fila de números. Supuso que era algo similar a un número de seguridad social.
Con cuidado, echó un vistazo a la tarjeta de identificación unas cuantas veces más antes de meterla en su bolsillo interior y soltar un largo suspiro. Era difícil creer que, en el breve periodo de un mes, había pasado de ser una simple humana que vivía bajo la luz del sol y se crió bajo la bandera roja del socialismo a ser una vampira que deambulaba en la oscuridad de la noche y vivía a costa de la sangre, en especial del tipo de vampiro que tenía una identificación oficial.
Su estómago rugió otra vez en señal de protesta mientras Yao Si miraba de nuevo el cielo que se había oscurecido por completo. Solo entonces se relajó y salió por la puerta con su billetera y las llaves. Sus dientes anhelaban algo en la oscura y ventosa noche. Era hora de que ella saliera y comiera un poco de… cuajada de sangre de pato.
╰( ̄▽ ̄)╭
***
—Hola, hermana Sisi. Viniste.
En el momento en que llegó al mercado, brillaron los ojos del hermano Li que vendía sangre de pato. Él la saludó con un gesto y una sonrisa vigorosa que hizo que su rostro se arrugara y pareciera un crisantemo.
—Hermano Li.
—¿Qué te tomó tanto tiempo hoy?
—El sol es demasiado brillante; no quería salir de la casa —respondió Yao Si de modo espontáneo.
Se agachó ante el puesto, mirando con esmero la apetitosa y roja hilera de cuajadas de sangre de pato, incapaz de evitar que se le hiciera agua la boca.
Olía tan tan tan bien. Se sentía cada vez más hambrienta.
—¡Ustedes, la sangre joven!
El hermano Li se rio por lo bajo, con la expresión de una persona que lo había vivido todo, y sacudió la cabeza. Observó sus alrededores, asegurándose de que nadie cerca pudiera oírlos hablar. Luego bajó la voz y le comentó:
—Al principio es así, no querrás salir a la luz del día, pero te acostumbrarás después de un tiempo.
—Sí, lo sé, gracias hermano Li —respondió Yao Si asintiendo. Si no lo hubiera conocido, ni siquiera sabría que ya no era humana.
Así es, el hermano Li también era un vampiro. Su nombre completo era Li Zheng, y se había convertido en vampiro mucho antes que Yao Si. Han pasado más de cien años desde entonces.
Ese día, cuando el hermano Li le dijo a Yao Si que ella también era una vampira, ella pensó que era un maníaco y casi llama a la policía. Sin embargo, unos días después, comenzó a darse cuenta de que las transformaciones que sufría su cuerpo coincidían con las descripciones dados, incluso la aparición de dos colmillos retráctiles en su boca.
Le tomó un mes aceptar por fin la verdad de que ya no era humana. El hermano Li la había estado poniendo al corriente sobre los conceptos básicos relacionados con los vampiros jóvenes. A diferencia de los vampiros que se veían en la televisión y necesitaban esconderse y vivir de la sangre humana, los vampiros jóvenes reales tenían una vida bastante despreocupada.
Aunque todavía vivían de la sangre, había muchas variedades entre las que podían elegir: sangre de pollo, sangre de pato, sangre de cerdo, sangre de vaca, etc. Mientras se tratara de sangre, podía consumirse como un alimento que llenaba su estómago. Además, existía todo tipo de platos distintivos que derivaban de la sangre. La cuajada de sangre de pato era la comida de vampiros más común. Por eso, no se podía ver a ningún un vampiro que bebiera sangre humana.
Yao Si le había preguntado al hermano Li la razón por la cual ocurría esto. Él la miró como si estuviera viendo a un idiota y replicó:
—¿Alguna vez has visto alguna especie que solo coma un tipo de alimento? Además, ¿es la sangre humana aún comestible en esta era? Los humanos hoy en día comen toneladas de aditivos, melamina, conservantes, aceite remanufacturado y otras cosas que Dios solo conoce ¿Qué pasaría si nos intoxicáramos por beber sangre humana?
—…
Era tan razonable lo que decía que Yao Si no tuvo palabras para responderle.
En resumen, a pesar de las diferencias en el estilo de vida, la dieta y las características físicas, los vampiros jóvenes no eran tan diferentes de los humanos. La sociedad en la que vivían también tenía organizaciones y leyes, del tipo que requería que cada nuevo vampiro se registrara para ser identificado.
Si alguien insistiera en preguntarle a Yao Si cuál era la diferencia, quizás sería que ella había pasado de ser una aficionada de lo picante a una de la cuajada de sangre picante.
—Hermano Li, quiero cinco kilos.
—¡Ya estoy en eso!
Li Zheng se arremangó y comenzó a recoger las cuajadas frescas para llevar. Mientras hacía eso, preguntó:
—Por cierto, Sisi, ¿ya llegó tu identificación?
—Está lista. Me entregaron la identificación hoy mismo.
—¡De verdad!
Sus ojos se iluminaron de repente. Con una bolsa en las manos, salió del interior del puesto.
—¿Cuál es el resultado? ¿Encontraste tu linaje? ¿Has encontrado al bastardo que te mordió?
—No —expresó Yao Si negando con la cabeza.
Luego, escogió un trozo de cuajada de sangre de pato y lo colocó en la bolsa que llevaba en sus manos.
—Pero ya he sido verificada, quinta generación.
—¡Quinta generación!
Li Zheng se sorprendió; su rostro lucía desconcertado.
—¿Cómo puede ser eso? Pareces tener un gran potencial.
—Es verdad.
Mientras sacudía el agua de sus manos, Yao Si sacó la tarjeta con el número 5 de su bolsillo.
Li Zheng miró la tarjeta. Sus ojos revelaron cierta compasión mientras le daba una palmadita en el hombro como consuelo.
—No dejes que tus esperanzas mueran. Tiene ventajas pertenecer a una quinta generación. Al menos no necesitarás participar en la gran guerra esta vez.
—¿Gran guerra? —preguntó Yao Si estupefacta—¿A qué gran guerra te refieres?