—Tienes razón. Siempre has sido más meticuloso que yo con estas cosas —dijo Michael.
Tomó una larga y profunda respiración y miró por la ventana al sol recién salido. Sus ojos emanaban gratitud y esperanza mientras continuaba:
— Le doy gracias a Dios de que hayas vuelto, sana y salva, a mi lado.
—Sí, gracias a Dios que he vuelto a ti —dijo Wendy, repitiendo las palabras de Michael.
De hecho, estaba agradecida de que se le hubiera dado otra oportunidad para regresar con Michael.
Sin embargo, esa oportunidad no era de Dios sino una que ella y Christian habían creado.
—Eso me recuerda. Ya que estamos en el hospital, ¿por qué no te haces un chequeo prenatal? —Michael sugirió mientras miraba la panza plana de Wendy—. Has pasado por mucho en estos últimos dos días. Además, has estado despierta toda la noche cuidándome.
—Hice un control hace apenas unos días. No te preocupes. Tanto el bebé como yo estamos en buena forma —declaró Wendy.
Entonces, se frotó el vientre y dijo: