Yale sabía que aunque la luz de siete colores podía facilitar el proceso de creación de una Esencia, no cambiaba el hecho de que la fe era una necesidad.
Shiba tenía una parte del legado del creador del universo y también era bastante famoso, por lo que cumplió con las condiciones básicas.
Yale no sabía quién era la última persona, pero no dudaba de que, aparte del hecho de que la otra persona se escondía, debería tener cierta reputación para poder obtener la fe de los demás.
Además, esa persona debía ser como el Dios de la Batalla o como Yale. En otras palabras, debía ser alguien que ascendió de otro universo o con una parte del legado del creador del universo.
Solo había cinco piezas del legado del creador del universo, y Yale conocía a tres de los herederos, que con el mismo incluido hacían cuatro.