—Duermes como un bebé —susurró él con humor, pero no estaba sonriendo, ella se dio cuenta.
—Señor, ya está despierto —respondió ella con voz aguda. Obviamente se sentía incómoda en la situación en la que se encontraba. Miró el reposabrazos de su silla y recordó lo que había hecho.
—Oh, lo siento mucho señor, quería vigilarlo pero no pude mover las sillas del otro lado. Esta tenía ruedas así que yo.
—Entiendo —fue su respuesta inmediata, interrumpiéndola—. Hiciste un buen trabajo.
Ahora él estaba bromeando. Ella se lo decía a sí misma mientras su estómago se anudaba.